LA GUERRA ENTRE LOS ENTORNOS QUE RODEAN A JAVIER MILEI

OPINIÓN

Cristina Pérez habla de extraños círculos que rodean a Milei y le acercan corruptos. Pero, Alejandro Fantino le responde que Luis Petri —su novio y ministro de Defensa—, está rodeado de corruptos que le hacen comprar aviones y arreglar hangares con retornos indebidos

Por Carlos Salvador La Rosa

Fantino le está proponiendo a Milei que se libre de Petri. Lo que no sabemos es si es sólo Fantino el que quiere la cabeza de Petri, no lo podemos saber. Ni si esta vez Milei hará uso de su lógica de las culpas familiares, no lo podemos saber.

Del cripto o libra gate ya se ha hablado casi todo lo que se tenía que hablar, ahora sólo restan dos cosas: 1) las consecuencias políticas de un evidente error reconocido incluso por quienes lo cometieron y 2) las consecuencias jurídicas por esos 100 millones de dólares que eran de cientos de inversores pero se los quedaron siete u ocho, y no por el azar del casino sino de la estafa planificada. O sea, lo que políticamente puede ser considerado un error, jurídicamente casi seguro será caratulado como un delito.

Sin embargo, hubo un tema colateral por donde se trató de buscar la interpretación o la causa central de lo ocurrido: la culpa de los que lo rodean, de los cercos, del triángulo de hierro en este caso.

“Esto me enseñó que tengo que poner filtros, tendré que levantar murallas y que sea más difícil acceder a mí”, afirmó el presidente Milei, enterándonos todos por él mismo que el famoso triángulo de hierro que se suponía inexpugnable, que el centurión romano que le cubría las espaldas y la hermana madre que lo cuidaba como a un bebé recién nacido, no habían podido evitar que el supuestamente protegido se pudiera encontrar, en cualquier momento, cara a cara (y con foto incluida), con cualquier chanta. O sea, el cerco inexpugnable de Milei tenía más agujeros que un colador o si no, según los mal pensados, sus cuidadores dejaban que se juntara con el que venga. Porque hay que reconocer que si bien Milei puede salir sin graves heridas del criptogate (presumiendo su inocencia o ingenuidad en cualquier tipo de corrupción, lo cual puede ser factible), sus supuestos “socios” privados, amigos de la vida o presentados por amigos de la vida, son, sin duda alguna, una caterva impresentable de chantócratas, por lo cual las cosas no podían terminar sino cómo terminaron.

Lo cierto es que para mantener a salvo la institucionalidad presidencial (salvo los kirchneristas, que es lo único que no quieren mantener a salvo) casi todos los argentinos desean creer que la culpa fue de otro (en particular de los malos custodios), nunca de Milei.

El primer intento de zafar fácilmente fue una entrevista televisiva donde se mostró a un Milei tierno y modosito que sólo reconocía el pecado de su ingenuidad y de su entusiasmo por los chiches tecnológicos. Pero esa imagen que se quería trasmitir al mundo produjo que el remedio fuera peor que la enfermedad ya que le “editaron” la entrevista al periodista, o sea, lisa y llanamente le censuraron una parte.

Desde entonces, la teoría del círculo fallido de quiénes lo rodean se discute por doquier. Se piensa que Karina Milei permitió el pasó de Hayden Mark Davis y todos esos aventureros tecnológicos. Y que el único responsable de la censura periodística es Santiago Caputo, quien habría producido la indignación de un justo y puro Milei. Allí aparece el jefe de gabinete, Guillermo Francos, diciendo que "El presidente se enojó, se enojó incluso sin saber que esa parte iba a salir. Se enojó con Santiago Caputo porque le pareció irresponsabilidad que sin ningún acuerdo previo con el conductor interrumpiera”. Después, Francos reta al hasta ahora inexpugnable Caputito, el que soñaba con construirle un imperio romano a Milei. Algo inimaginable una semana antes, que alguien que no era del triángulo de hierro retara a alguien que sí lo era. Manuel Adorni también lo criticó, pero sin perder ni un gramo de obsecuencia: sostuvo que “Caputo tiene el defecto de la excelencia”. Vale decir, el muchacho de hierro se equivocó por pretender el exceso de la perfección. Censuró para salvar al emperador y la patria. Argumentos que muchos repiten por doquier: que sin la intervención de Caputo hoy Milei ya casi estaría detenido en Estados Unidos por confesar que en el affaire privado actuó como economista y hombre común en vez de presidente, cuando es bien sabido que constitucional y lógicamente un presidente es presidente las 24 horas de los 7 días de la semana durante toda su gestión. O sea, el excelso de la excelencia, se inmoló para salvar al jefe, se arrojó sobre la granada para que no le salpicaran las esquirlas al amo. Tal es el relato que quieren vendernos.

Sin embargo, más allá del triángulo ya no tan de hierro, la teoría de los cercos y rodeos abundó por doquier. El principal argumentador fue Mauricio Macri quien primero que nada cubrió al presidente pero criticó al cerco íntimo: "No dudo de su honestidad, tuve una relación personal de afecto con él pero tiene que rodearse mejor". Para rematarla a fin de que no queden dudas: "Es un hecho grave….es un presidente muy descuidado y mal rodeado". Macri, claro, estaba hablando de Karina Milei, la que le quiere tomar por asalto la Capital Federal al Pro y de Caputito, el que acusa al expresidente de corrupción por la Hidrovía. A Milei sólo le dice descuidado y jura por su honestidad. El cerco es malo, el cercado es bueno.

Con bastante más dureza, la periodista Cristina Pérez sorprendió con sus dichos sobre los "rodeadores", a los que directamente acusó de corruptos, aunque no dijo a cuál círculo se refería: "Hay gente que por lo bajo dice que hay un círculo de entorno que ofrece o pide plata a cambio de acercar a empresarios al presidente… tiene que haber un sistema para controlar eso”. Acá la cosa se pone más compleja porque habla de un círculo de corrupción sin afirmar o negar que el presidente sepa de eso, pero sugiriendo que Milei a veces recibe a esa gente que pagó para verlo y otras veces no. La mayor ambigüedad posible con el presidente, pero una denuncia de tintes durísimos hacia el oficialismo, por donde se la vea.

Cristina Pérez es la misma periodista que a fines de noviembre del año pasado acusó directamente a Milei y a su gente de estar inoculándose de kirchnerismo por intentar frenar la ley de ficha limpia, en una editorial radial de 13 minutos que fue una de las críticas más implacables al gobierno sobre ese tema.

No obstante, esta vez, a diferencia de noviembre, el gobierno no se quedó callado. Haya sido por Milei o por alguno de los que lo rodean o por su propia iniciativa, la realidad es que el periodista Alejandro Fantino, quien se precia de su amistad personal con el presidente, habló citando fuentes oficiales cuando insinuó que el ministro Luis Petri fue el que le pasó los datos a su novia Cristina para realizar su crítica. Lo dijo textualmente así: “Hoy por lo menos tres ministros me contaron que estaban muy molestos porque entienden que es muy difícil separar a Petri de esta declaración (de Cristina Pérez) y que Petri tiene algo que ver con esta declaración, lo digo abiertamente”.

Pero el ataque no termina allí, porque el periodista contraataca insinuando corrupción en Petri: “La compra de los F-16, con muchos millones de dólares en juego, y, qué sé yo, es Petri el que puso la firma, es Petri el que sale con los anteojos a lo Top Gun arriba de un F-16”.

Fantino le está proponiendo a Milei que, en el cripto porrazo, siga aplicando la teoría de que si alguien es acusado de algo, el castigo debe ser compartido entre el acusado y sus familiares. Así la pasó al primer titular de Anses, Osvaldo Giordano, cuya esposa diputada votó un párrafo de un artículo de una ley en contra de lo que quería Milei. Duerme con ella, también es culpable, dijo en ese entonces el presidente. Lo mismo le hizo a Domingo Cavallo, cuando su crítica a la política económica oficial fue cobrada con la expulsión de la hija del ex ministro de su cargo diplomático. Tiene su propia sangre, no puede ser inocente, algo así debe haber pensado el presidente dentro de su lógica de que los castigos políticos no son personales, sino familiares. Eso mismo le está pidiendo, sin el menor pelo en la lengua, Fantino a Milei con respecto al ministro de Defensa. Lo que no sabemos es si es sólo Fantino el que quiere la cabeza de Petri, no lo podemos saber. Ni si esta vez Milei hará uso de su lógica de las culpas familiares, no lo podemos saber.

En síntesis, desde el gobierno responsabilizan al entorno de Milei por los errores cometidos, pero dicen que lo hicieron por querer demasiado al presidente. Macri acusa a los mismos, pero afirma que le están haciendo mal al presidente. Cristina Pérez habla de extraños círculos que lo rodean y le acercan corruptos. Entonces Fantino le dice que su novio ministro también está rodeado de corruptos que le hacen comprar aviones y arreglar hangares con retornos indebidos. La solución, entonces, sería alejar a todos los que están cercando a Milei y lo llevan a cometer errores. Su infalibilidad, reconocida hasta por él mismo, deja de ser infalible por rodearse de falibles.

"Hay que romper el cerco a Perón"

Finalicemos con una anécdota histórica: el 23 de julio de 1973, poco más de un mes desde que Juan Perón arribara al país para asumir como presidente en setiembre, la juventud peronista conducida por Montoneros se empezó a enojar con el líder porque le estaban echando a todos los propios que quedaron en el gobierno puestos por Héctor Cámpora y además el General no los recibía. Se reunieron y llegaron a una conclusión: el General no sabía lo que estaba ocurriendo porque estaba cercado por un grupo compuesto por su esposa Isabelita y el ministro López Rega. Entonces tomaron una decisión: “romper el cerco”. Se juntaron varias decenas de miles de jóvenes montos y exigieron que sus jefes se reunieran con Perón. Para su sorpresa, el General los recibió de inmediato, los trató con cortesía, les dijo, claro, que no sabía nada, y les propuso nombrarles un delegado que sirviera de puente entre él y ellos de aquí en más. Los dirigentes juveniles salieron a la calle y les dijeron a las miles de almas que esperaban bajo la intensa lluvia: “ ¡Hemos roto el cerco a Perón!, desde ahora el pueblo volverá a tener acceso directo a él” ( claro que para estos jóvenes, el pueblo eran ellos y nada más que ellos, pero esa es otra historia). Sin embargo, al día siguiente, en todos los diarios salió un comunicado oficial en el que se decía que el General Perón había recibido a dirigentes juveniles y que había decidido que desde ahora, ellos se comunicaran con él a través de la intermediación de… ¡López Rega!, que todos los jueves, de 9 a 11 atendería en su despacho a ellos y a todos los jóvenes peronistas que quisieran trasmitirle sus ideas. Sin embargo, los muchachos siguieron insistiendo por bastante tiempo más, que Perón seguía cercado por Isabelita y López Rega, que dominaban su voluntad.

Cuarenta años después, ya mayorcito, uno de los jóvenes montos que participó en la reunión con Perón, admitió públicamente que el General nunca tuvo ningún círculo que lo condicionaba, que por lo tanto no había que romper ningún cerco porque el único responsable de todo lo que hacía era él y nada más que él. Que los del círculo más cercano sólo lo obedecían y en todo caso se ofrecían como culpables de cualquier error para desligar de toda responsabilidad a Perón, que debía seguir siendo infalible.

La historia no se repite, pero a veces suele parecerse.

(Los Andes)




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