EDITORIAL
Porque nuestros políticos no tienen el más mínimo contacto con la realidad
Por Walter R. Quinteros
Casi al borde de un ataque de nervios, ayer publiqué mi editorial en relación a Fernando Luna, —nuestro legislador que no legisla—, cuando publica que "estuvo reunido con el intendente Renato Raschetti dialogando sobre la necesidad de trabajar sobre obras de infraestructura para el perilago de nuestro dique Cruz del Eje en el presupuesto provincial que viene para potenciar el desarrollo turístico". Esto se llama "no tener contacto con la realidad".
La verdadera necesidad de trabajar sobre obras de infraestructura, residen donde vive la gente, y no, en esa nube de pedos donde viven nuestros políticos. Por eso insisto en que la falta de empatía con las necesidades reales del ciudadano, cada vez es más notoria en este gobierno local.
Entonces los invito a repensar la importancia del crecimiento urbano de esta ciudad, porque incluso hasta los cambios climáticos extremos que se vienen, como lo son las lluvias torrenciales pronosticadas para este año, nos deben poner en alerta para que encontremos soluciones que sean sostenibles en la costanera de esta ciudad. Las fotitos del dique lleno y algunas de las compuertas abiertas son un prenuncio de algún conato de catástrofe por venir.
En una entrevista concedida a Radio Universidad Nacional del Nordeste, el ingeniero en Recursos Hídricos Hugo Rohrmann, resaltaba la importancia de repensar el crecimiento urbano en ciudades donde el modelo de expansión desordenada contribuye a agravar los efectos de fenómenos climáticos extremos, y donde las obras tradicionales no son suficientes para mitigar el impacto de las lluvias.
Como hemos podido visualizar en diversas ciudades del mundo, la intensidad de las precipitaciones puso en evidencia las falencias del sistema de drenaje ante fenómenos meteorológicos de gran magnitud. A nosotros nos ocurrió en Bahía Blanca, en Comodoro Rivadavia, en la crecida del Pilcomayo en Salta, el desastre en Rio Grande do Sul, Brasil, en La Paz, Bolivia, y tantos otros lugares que los parámetros previstos para los canales de desagües fueron superados, afectando todas las zonas bajas.
Esta problemática arroja por el piso cualquier pensamiento mediocre de gastar dinero de los contribuyentes en obras de infraestructura en el perilago, bien pueden ser licitadas a la inversión privada, si es que les interesa, y repensar entre otras cosas, el acelerado proceso de urbanización que tiene Cruz del Eje.
Si bien las obras hidráulicas han permitido avanzar en el manejo de los recursos hídricos, no basta con confiar en infraestructuras convencionales —Señaló Rohrmann en la entrevista—. La infraestructura verde puede ser parte de la solución. Tener reservorios naturales como lagunas y humedales pueden servir como espacios de almacenamiento de agua durante eventos climáticos extremos. Estos elementos no solo ayudan a prevenir las inundaciones, sino que también contribuyen a la mejora de la calidad de vida urbana.
Cruz del Eje debe ser repensada, su entorno geográfico casi a lo largo del río, plantean un desafío particular en cuanto al manejo del agua. No solo el control de válvulas será válido sino, habrá que controlar el crecimiento urbano desmedido hacia nuestras áreas de riesgo hídrico que podrían convertirse en un problema aún mayor en el futuro.
La política de urbanización, insisto debe ser repensada, el gasto en obra pública debiera inclinarse a muros de contención como lo es La Cañada, en Córdoba, porque ignorar estas advertencias, en nada nos favorece y, además, esta solución estructural, embellecería a toda la ciudad y, no limitaría el desvío del dinero a un solo sector como el perilago como piensan estos cráneos de turno.
Un párrafo aparte —porque ya sabemos lo inoperante e insensibles que son nuestros funcionarios municipales—, hay que dedicarlo a la ciudadanía. Desde los hogares y, como materia escolar, se debe concientizar a la población sobre el impacto que producen en la naturaleza nuestras acciones cotidianas, como arrojar basura en la vía pública.
Pero puede ser también, que arrojar basura en la vía pública demuestre tres cosas:
1°) Que nadie va preso por ensuciar.
2°) Lo mal que trabaja la municipalidad.
3°) Y, que es un acto de desprecio al egoísmo de los políticos.
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