POLÍTICA
Informe de Clarín: Documentos secretos ahora desclasificados de 1978 revelan como la Fuerza Aérea Argentina (FAA) tenía objetivos militares clave a la altura de Mendoza, Neuquén y Río Negro, y también el resto de la Patagonia
Por Daniel Santoro
Dentro del “Operación Soberanía” de la dictadura militar argentina para intentar "cortar" Chile en dos partes y poder controlar las islas del canal del Beagle en 1978, la Fuerza Aérea Argentina (FAA) tenía objetivos militares clave a la altura de Mendoza, Neuquén y Río Negro, y también el resto de la Patagonia. Y las principales bases para el ataque estarían en Comodoro Rivadavia, San Julián y Río Gallegos.
Los planes secretos de la Fuerza Aérea Argentina para desplegar en la Patagonia el “Día M” (el 19 de diciembre de 1978) tenían los nombres secretos “Kaiken”, “PC CAE” y “Halcón”.
Clarín revela por primera vez -de manera exclusiva- el contenido de esos documentos reservados, que se mantuvieron durante varias décadas como confidenciales y que fueron obtenidos por un pedido de información a la Fuerza Aérea.
El conflicto por el control del canal del Beagle surgió de diferentes interpretaciones del Tratado de Límites de 1881 entre ambos países, en particular en lo que respecta a la soberanía de las islas Picton, Nueva y Lennox (ver mapa) en la desembocadura oriental del Canal Beagle. La Argentina rechazó en 1978, tras ganar el mundial de fútbol, un laudo de la Corona Británica y los dos países estuvieron muy cerca de entrar en guerra.
Dentro de la Junta Militar, el general Jorge Videla y el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier Ramón Agosti, eran lo más proclives a negociar, mientras que el almirante Emilio Massera, el más duro. Incluso, una versión afirmó que Massera había ordenado a la flota de mar invadir las islas del Beagle pero una tormenta retrasó la operación y una mediación papal frenó la guerra.
Ambos países movilizaron miles de tropas en su frontera común de más de 5 mil kilómetros y adoptaron posturas militares agresivas. Argentina desarrolló un detallado plan de invasión conocido como "Operación Soberanía", que apuntaba a apoderarse de las islas en disputa y potencialmente lanzar una ofensiva más amplia en territorio chileno.
Los documentos se conocen a 40 años de la firma del tratado de Paz que en 1984 terminó con el conflicto gracias a la mediación del Papa Juan Pablo II a través del cardenal Antonio Samoré. El acuerdo fue firmado durante el gobierno del ex presidente Raúl Alfonsín tras una consulta popular que avaló por mayoría la decisión de aceptar el resultado de la mediación del Vaticano.
Los planes consultados en archivos de la Fuerza Aérea no se encuentran completos, en principio. Pero igual se accedieron a cientos de páginas con anexos, apéndices, órdenes, directivas, mapas y planos que permiten reconstruir en parte la estrategia de la aeronáutica militar en esos días de máximo tensión.
Toda esa valiosa documentación aporta detalles precisos sobre la movilización militar más grande de la historia reciente argentina. Se estima que hubo más de 200 mil conscriptos movilizados del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.
“Plan de Campaña CAE 78”
Uno de los planes de la Fuerza Aérea para el conflicto por el Beagle se llama “Plan de Campaña Básico PC CAE-78”. La sigla “CAE” se refiere al Comando Aéreo Estratégico, que se encargó de elaborarlo. Y los dos números al año de emisión: está fechado el 30 de septiembre de 1978.
Se trata de un plan que ordenaba “operaciones aéreas contra Chile y de defensa terrestre” ante un eventual conflicto bélico. La carpeta desclasificada contiene algunos datos que permiten vislumbrar la intensidad y magnitud de esas acciones.
“La intención del Comando es que deberán desplegarse la totalidad de aviones en servicio”, señaló en las primeras páginas del Anexo “Material” para los primeros días de operaciones. Incluso agregó que si hubiera más aeronaves disponibles, “quedarán como reserva e integrarán misiones de acuerdo a la situación” tras el ataque masivo que se planteaba para el 19 de diciembre.
Con respecto al armamento, ordenaba a todas las unidades que lo tengan listo “antes del día M”. Incluía el que debía ser transportado, recibido y también el que se encontraba fijo: “Cañones y ametralladoras de todos los aviones en servicio y el móvil de helicópteros con carga completa de munición” a los puntos de concentración decididos que en ese momento eran secretos.
En la “fase despliegue” del apéndice 3 aparecen casos concretos. Por ejemplo, que en la ciudad de Comodoro Rivadavia debía desplegarse una escuadrilla de aviones Douglas A-40, armada con “16 bombas PG M-117 de 350 kilos completas”.
Por otra parte, Neuquén iba a hacerlo con una escuadrilla de aviones Mirage M-V Dagger, que debían contar con “16 bombas PG de 250 kilos Alaveses completas”.
Así como se mencionan estos elementos “rutinarios”, también se requería la movilización de elementos de varias brigadas aéreas con sus respectivos armamentos a otros destinos. Un ejemplo era llevar cuatro aeronaves Morane-Saulnier MS.760 equipados con 4 lanzacohetes MATRA 61/3, 4 lanzabombas L/70 y 4 adaptadores ALKAN 63/4 cada uno.
Sin embargo, los detalles más precisos sobre el armamento que la Fuerza Aérea planeaba utilizar surgen de un intercambio de mensajes. El 14 de diciembre de 1978, el comodoro David Giosa envió una nota de dos páginas al jefe del Departamento Material del arma. Allí informó cuáles eran las “necesidades de armamento” en distintas unidades del sur para “el logro y mantenimiento de la Superioridad Aérea” en combates con la Fuerza Aérea de Chile.
Esos números se resumen así:
-596 cohetes.
-862 bombas.
-197.570 proyectiles.
Entre otras cosas, pedía 16 de los 21 cohetes Shaffrir, la totalidad de los 108 cohetes Aspid y diversas bombas de entre 70 y 500 kilos para el ataque desde la Patagonia.
El objetivo principal de la comunicación era consultar si esos elementos podían ser desplegados sin deficiencias o inconvenientes en ese corto plazo.
Las cifras enviadas en la contestación fueron elocuentes: "no sólo estaban disponibles, sino que en la mayoría de las bases militares quedaban remanentes para ser utilizados en futuras misiones".
El plan llamado “PC- CAE 78” también incluía importantes obras de infraestructura para defender a distintas bases aéreas. Entre ellas, la construcción de 29 refugios de hormigón armado para aviones, 13 caminos de acceso nuevos y rampas para cargar o descargar el material antiaéreo.
Además, se proyectaba prolongar unas siete pistas de aterrizaje; reparar otra fuera de uso en Neuquén; construir barracas para cincuenta personas en el Aeródromo Río Mayo y aumentar su potencia de salida radio-faro.
De todas las obras, un par de ellas estaban finalizadas pero otras no. Se trataba de la reparación de dos pistas localizadas en estancias patagónicas, dentro de la provincia de Santa Cruz: Estancia La Vega y Estancia Las Lagunas.
Plan “Halcón 78”
En octubre de 1978, la Fuerza Aérea emitió el plan de operaciones “Halcón 78”. Dentro de la operación “Soberanía”, se ocupó de la entonces flamante y decisiva Base Aérea Militar San Julián (BAM SJU). En 1982, durante la guerra de Malvinas la base San Julián estratégica para los combates aéreos con la Royal Navy de Gran Bretaña.
Sin embargo, en este caso los papeles no se denota que se hubiese alcanzado un avance considerable en la instalación de esa base santacruceña. Más importante aún, y a pesar de que sólo existe un mes calendario de diferencia con el plan anterior, trasuntan un crescendo del clima de tensión militar que se vivía con Chile.
Beagle: las bases donde se mandaron los mejores aviones en la Patagonia para un eventual ataque.
En esos meses, el comandante del llamado Teatro de Operaciones El Toro, general Benjamín “Cachorro” Menéndez, arengaba a sus tropas a fines de diciembre con frases chabacanas, como: “invadiremos Chile, nos cogeremos a sus mujeres y nos lavaremos las bolas en el Pacífico”.
Entre las tareas que asigna a los escuadrones para distintas fases, dentro del Anexo “Delta” se pueden leer las siguientes:
* Enmascarar los camiones, tanques de combustible, polvorines, instalaciones etc, y efectuar obras de fortificación de campaña y refugios para el personal y material.
* Efectuar la señalización de locales para facilitar el desplazamiento nocturno y adoptar las medidas necesarias para oscurecimiento.
* Suspender la iniciación de obras nuevas y la continuación de aquellas cuya finalización se prevea con posterioridad al día D.
* Recibir el día "D" 7 aviones A-4C procedentes de la Brigada Aérea IX de Río Gallegos.
Beagle: armamentos que pedía la Fuerza Aérea para la guerra en Chile.
* Recibir el día "D" los lanzadores, el remanente de cohetes y bombas que se ordene (8.798 kilos de armamentos en total)
Plan “Kaiken 78”
Otro plan de la Fuerza Aérea vinculado al conflicto del Beagle recibió el nombre de “Kaiken”. Así como “Halcón 78” delimitó las necesidades de la Base Aérea Militar San Julián, todo indicaría que éste proyectó -entre muchas otras acciones- lo mismo para la base de Río Gallegos.
Emitido en el mes octubre de 1978, los documentos de este plan tampoco se encuentran completos en el archivo.
De todos modos, dentro de ellos se pueden hallar datos y documentos interesante. Por ejemplo, los planos de construcción de polvorines de campaña, de refugios militares subterráneos para tropas, de otros refugios específicos para personal y hasta la instalación del comando llamado “CATOS” en la casa de la Gobernación de Santa Cruz. También incluye sofisticados códigos cifrados -en aquella época- para transmitir los partes diarios de combustible, de estado de aviones y armamentos.
Sin embargo, la preparación de las fuerzas armadas estuvo marcada por deficiencias en el equipamiento y la logística militar. Según los documentos desclasificados, el ejército se encontraba en transición tras años de prepararse para la "guerra ideológica-contrarrevolucionaria" y no una guerra convencional con otro estado.
Uno de los obstáculos era la ausencia de armamento adecuado. Por ejemplo, en el documento C11/1 de la Fuerza Área Argentina, emitido en 1983 y titulado “ANÁLISIS Y CONCLUSIONES DEL CONFLICTO DEL BEAGLE Y LA GUERRA DEL ATLÁNTICO SUR” se menciona cosas logísticas mínimas como la falta de baterías para radios.
También hace referencia a tanques AMX-13 deficientes para el terreno montañoso en la cordillera de los Andes. "Vulnerabilidades críticas que estaban siendo ignoradas por el sector militar que apoyaba la Operación Soberanía. La infraestructura de la Fuerza Aérea era otro punto clave: las aeronaves eran pocas, las pistas de aterrizaje inseguras, había carencias en el suministro de combustible y los refugios eran vulnerables a ataques enemigos", agrega el análisis.
Otro documento bajo el título “ANÁLISIS Y CONCLUSIONES DEL CONFLICTO DEL BEAGLE (1978) Y GUERRA DEL ATLÁNTICO SUR (1982)” se detalla que “Es indudable que el material de helicópteros desempeñó un papel sumamente importante en la Guerra de las MALVINAS; lamentablemente no fue explotado convenientemente por nuestras tropas”.
“El helicóptero ayuda a hacer todas estas cosas, adquiere información, teniendo su propia coalición de movilidad y poder de fuego, es un excelente comunicador, pertenece a una clase propia por sí mismo como vehículo logístico y es indispensable para el comando”, resalta el documento cómo para aprender tanto de las movilización por el Beagle de la guerra que no fue como por la guerra de Malvinas.
Informe: Leonardo Nicosia, Raian Levy, Agustina Molina, Alethia Gómez, Bautista Fernández Zurdo, Catalina Rendo y Manuela Centanin Moliné.
(Clarín)
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