OPINIÓN
Y serán un paso adelante, pero no les deberíamos pedir maravillas

Por Andrés Borenstein
El Gobierno finalmente entregó su proyecto de reforma laboral, un documento de 71 páginas que tiene, además de varios cambios a la ley laboral, un montón de modificaciones impositivas. La mandó al Senado, lo que genera una zona gris porque los impuestos deberían empezar por Diputados. Seguramente este proyecto sufrirá cambios en el proceso. Es el juego de la democracia. Lo único importante es que cuando se implemente el sistema laboral sea más flexible y, sobre todo, que se desarme la industria del juicio. No es obvio que vaya a suceder, porque los jueces son los mismos y está toda la discusión sobre si la ley afecta a todos los trabajadores o juega a partir de nuevas contrataciones. Además, la baja de impuestos supone un desafío fiscal. Hay un guiño para el mercado de capitales con el Fondo de Asistencia Laboral (FAL), que sumará 0,4% del PBI de flujos por año para ser invertidos en el mercado.
Obviamente lo que salga será un paso adelante, pero no le podemos pedir maravillas. Ni se va a crear empleo de manera inmediata ni la formalización saltará de la noche a la mañana. Esto es especialmente importante, porque el mercado de trabajo no está en su mejor momento. El viernes salieron los datos de septiembre que muestran que en los últimos tres meses el sector privado redujo nóminas. La economía no creció y la presión por aumentar la productividad, una materia en donde la Argentina está floja de papeles, está haciendo ese laburo.
La inflación fue la otra nota de la semana. Dio 2,47%, 13 puntos básicos por encima de octubre. No lo vemos como grave y el mercado piensa igual. No nos gustan los índices descarnados, pero todos sabemos que buena parte de la suba de la inflación es por el precio de la carne. Hay baja oferta internacional y una suba del precio en el mundo que beneficia a exportadores y molesta a consumidores. La expectativa es que en diciembre la infla sea más baja, aunque no tanto más ya que los factores estacionales suelen ser un tema en diciembre. No nos gustan los índices descarnados porque con ese criterio un mes sacás la carne, otro los pasajes aéreos, otro los colegios y la inflación te da siempre como vos querés.
La colocación de deuda generó cierta polémica. Si se mira la tasa obtenida respecto del mercado secundario, se puede decir que la venta de bonos fue un éxito. Salió al 9,26% cuando el mercado la “pricea” arriba de 10%. La tasa fue baja, no alta como escribieron varios. Otro punto a favor es que para países de riesgo como Argentina, cuando hay mercado, hay que colocar. Por otro lado, el Gobierno había generado expectativas de que la colocación saldría debajo de 9%. Y todos sabemos que hubo llamadas a todos para suscribir, cambios en las reglas para que entren aseguradoras, de manera que levantar 910 millones tampoco debe ser vista como la copa mundial. La subasta de bonos en pesos fue indudablemente buena, en donde el Gobierno consiguió un rollover de 102% sin pagar premio. Y además, fue comprador neto de reservas en el mercado. Balance positivo.
En cuanto a la actividad, los datos son un toque peores a los esperados. Esta semana se confirmaron caídas en construcción e industria en octubre, lo que genera dudas respecto al avance del nivel de actividad. Por otro lado, se mejoró la expectativa de cosecha de trigo, lo que debería ayudar a la actividad en este cuarto trimestre. Seguimos pensando que el año cierra en torno a 4,6%.
Para esta semana, tenemos mucho indicador. Sale el desempleo del tercer trimestre y el PBI completo, que nos dará mejor perspectiva sobre el consumo y la inversión. El viernes veremos el informe de bancos de octubre a ver cómo sigue la mora y los resultados de las entidades que sufrieron bastante en el invierno.
Revista Seúl
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