OPINIÓN
Si hay personas a las que admiro, son los explosivistas, los arqueros que atajan penales y los canillitas
Por Walter R. Quinteros
Un día, mi padre me llevó a la panadería del barrio, yo era muy chico, pero podía caminar esas dos cuadras tranquilamente. Me presentó al panadero y le dijo que yo era su hijo, "el pichón", y que cuando me vea con la bolsa, debía darme un kilo de pan francés, tostadito, crocante, medio kilo de criollitos de grasa, y algunas cositas dulces para que le lleve a mi mamá. El panadero me miró, estiró su mano y la apoyó sobre mi cabeza. Le dijo a mi padre que yo tenía pinta de futuro jugador de fútbol. Papá le dijo que esperaba que fuese estudioso, que sea un gran profesional. El panadero me regaló un pan dulce.
Papá me preguntó qué quería ser cuando sea grande.
—Repartir diarios y revistas, leer los chistes de la última hoja y hablar con la gente sobre las noticias -le dije.
—No hijo, te vas a morir de hambre.
—Entonces quiero volar puentes con explosivos, como en las películas.
—Sonamos, mejor dedicate al fútbol que también te gusta...
—Pero a mi me gusta ser arquero.
—Me saliste más de los Miñoz Etellechea, que Quinteros, vos.
Hice las tres cosas en mi vida.
Encontré un poema de Evaristo Carriego que le escribió a Florencio Sánchez
Canillita
¡Siempre el mismo! Ingrato ¿Te parece poco
que jamás volvamos a encontrar tus huellas?
Sí, nunca hallaremos romero más loco
¡Qué cosas las tuyas! ¡Irte a las estrellas!
No mereces casi que así te lloremos
¡Irte a las estrellas! ¡Adiós, Canillita!
Siempre, siempre, ¿Sabes?, Te reprocharemos
que hayas dejado tan sola a Catita.
¡Por ella, su pobre pajarito bueno,
bésale en los ojos, Jesús Nazareno
que estás en la cruz!
¡Por ella que ahora se queda más triste
que todos los tristes que en el mundo viste,
ciérrale los negros ojazos sin luz!
Mucho tiempo después, parado frente al pelotón de fusilamiento de ingratos cruzdelejeños, había de recordar aquella mañana remota en que mi padre me llevó a conocer el kiosco de diarios y revistas en la plaza de Dean Funes. Lo mismo de siempre, él es mi hijo, "el pichón", y va a venir a retirar "Los Principios" en su nueva bicicleta...
Cuando le hice un reportaje a Domingo y a Marta, los canillitas de Cruz del Eje, quería recordar el nombre de aquel canillita que, tocando una bocina, anunciaba su paso vendiendo diarios. En casa dejaba a Corín Tellado, la Vosotras, el Selecciones, la Goles, y la D'Artagnán solo para mi. El diario era para cuando venía papá, viernes, sábado y domingo.
Empecé aquella nota así: "El día que no veamos a Domingo Pérez pedalear su bicicleta con alas repartiendo el diario, agarrate. El día que no veamos a Marta Ocampo atender por la ventana de su mágico mundo, agarrate. Diosito nos habrá cambiado el paisaje, y ya nada será igual. El centro del universo habrá desaparecido".
Se hace eco el periodista Guillermo Koster del diario Norte, y sale a buscar canillitas en el Chaco, la tierra de mi madre. Y nos habla de la increíble vida de don González, el canillita de 86 años que aún reparte diarios en bicicleta y carga consigo una historia más grande que las páginas que entrega cada mañana.
"La vida de don González en Las Breñas, provincia del Chaco, es pedalear como si el tiempo sólo le hubiera rozado los hombros. Desde hace décadas, su bicicleta es parte del paisaje tanto como los lapachos en flor o el viento sudestada que barre la siesta. Pero pocos conocen la historia que late detrás de esa figura flaca, curtida por el sol y la rutina, siempre dispuesta a entregar el diario con una sonrisa y un 'buen día' que parece de otra época".
"Aprendió a mirar la vida en los ojos del monte y a distinguir lo urgente de lo importante. Quizá por eso, a los 86 años, conserva una claridad que sorprende. Los vecinos lo esperan con cariño y con un respeto que ninguna medalla podría igualar. Le ofrecen pan casero, tortas, un panetón, un vaso de agua fresca, una silla a la sombra. Él agradece, pero casi nunca se detiene. Tiene que seguir. 'Mientras pueda pedalear, voy a seguir', repite, como si su vida dependiera de eso. Y tal vez dependa. Porque hay personas que sólo viven en plenitud cuando cumplen; cuando sirven; cuando sienten que todavía tienen algo para dar".
Domingo, en Cruz del Eje, me dijo algo parecido.
"—Y repartiendo diarios en tu bicicleta, yendo y viniendo por los barrios... ¿Cuántos kilómetros hacés por día?
—Y más o menos 20 km diarios...
—Aunque llueva, caiga nieve, haga calor, frío ¿Siempre?
—Es que hay que estar presente siempre, en esto es así. Es un compromiso".
Quién esto escribe, lo máximo que puede hacer es entablar una comunicación con sus colegas en cuanto a hacer historias de las noticias. Pero como algunos me dicen:
—Tenés razón viejo. Habría que juntarlos y homenajearlos, creo que en Catamarca hay otro de más de ochenta años. Pero nosotros no tenemos ni un peso partido al medio. A las autoridades estas cosas no les arriman votos. Y, vos sabés bien, porque lo escribiste, a nosotros nos va a llevar el viento y nadie se va a dar cuenta.

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