EL ÚLTIMO DE LOS SEÑORES

OPINIÓN

Nota escrita en media hora para la señora que no conozco, y me pidió que hoy escriba algo lindo. Confirmado, a veces escribo algo feo o que no le gusta al cruzdelejeño

Por Walter R. Quinteros

El profesor Guidetti, entraba al aula.
 
El bedel nos hacía poner de pie. 

El profesor Guidetti, en silencio, nos miraba, nos clavaba la vista, y saludaba parado en posición firme:

—Buenos tardes alumnos.

—¡Buenas tardes señor profesor! Contestábamos.

Nos ordenaba tomar asiento.

Una vez, un compañero de clase, se dirigió hacia él.

—Hay algo que no entiendo, profesor...

El profesor Guidetti lo interrumpe.

—Cuando se dirijan a mí, me dicen "señor" profesor. Porque profesores hay muchos, "señores profesores" somos pocos, muy pocos.

Tomen, buen recuerdo para empezar la mañana.  

Salgo a la vereda, camino hasta la esquina, entro al bar, salgo, miro para allá, miro para acá, saludo, doy la mano unas 17 veces. Voy hasta la otra esquina, vuelvo. Una hora en la calle, veredeando. Entro, me siento frente a la PC, escribo. 

Un pibe peluquero hoy al saludarme me dijo "buen día señor". Un trabajador de Tribunales pasa y me dijo "buen día señor". Una señora que no conozco, o si, porque no veo bien, me dijo, "escriba algo lindo hoy, señor".

Lo más lindo que pueda escribir hoy es haberla visto tan elegante, con su "tailleur", su portafolio y zapatos en el mismo tono. Pero estoy viejo para piropear y llevaba grandes anteojos oscuros para el sol que me impidieron reconocerla. En una de esas, quién sabe.

—Eso intento, pero las realidades no me dejan, señora —le contesté, apurado—.

Tarea del día:

¿Por qué le decimos señor a cualquier imbécil que pueda ocupar un cargo político? 

 La IA me salta a la yugular.

"Se dice 'señor' ministro o 'señor' intendente como una forma protocolaria de respeto y cortesía hacia el cargo que ocupan, demostrando deferencia y reconocimiento a su autoridad y jerarquía dentro del ámbito público, siendo una convención social y lingüística para dirigirse a figuras de alto rango".

Pero si estoy ante un inútil, demostrado y comprobado, para ocupar ese cargo, sea  de alto o de bajo rango, ¿tengo que ser tan hipócrita y llamarlo "señor" cuando todos sabemos que no lo es?

Ahora pasamos al "Respeto y Cortesía": 

Llamar a alguien de "señor" es una muestra de educación y deferencia hacia la figura pública, no necesariamente hacia la persona en sí.

—Hipocresía 1, Personalidad 0.

Por protocolo: 

Estas formas de tratamiento están establecidas en el protocolo oficial y las normas de cortesía para autoridades, como intendentes, ministros, presidentes, etc.

Miren que ahora se usan términos como "chorra/o, corrupta/o, ladrón/a y varios etcéteras.

Pero también por Jerarquía: 

El "Señor" antepuesto a un cargo (Ministro, Intendente, Presidente, etc.) denota el nivel jerárquico y la importancia del rol que desempeña.

¿Aunque tengan diploma de pato criollo y algunos expedientes judiciales en su contra duerman la siesta en un cajón de cualquier juzgado?

Al presidente le gusta que le digan Javo, Javito, Javier. Nos miraba con cara de orto cuando alguien le decía "señor" —El Señor está en el Cielo, -contestaba. Si estamos frente a un intendente, gobernador, o lo que sea, que esté imputado, sospechado, denunciado, o haga ruido con el papel de las galletitas y coso, ¿de qué jerarquía estamos hablando?

La IA, interpreta que está ante un ilustradísimo juéputa como lo soy, y me manda un resumen para que sepa que no me dará más pelota, y que no piensa ni saludarme.

Resumen para el idiota que no les gustan mis respuestas:

"Es una simple formalidad, llamar de señor a sus canallas gobernates".

Pregunta de periodista díscolo:

¿Cuándo carajo ellos son formales con nosotros, los que le pagamos el salario?

Ahora nos miremos en el espejo de los periodistas.

Existen numerosos periodistas preparados para ejercer su profesión –pero sin embargo– su preparación no incluye conocimientos en todos los ámbitos, y eso, joven argentino, les impide informar correctamente la noticia relacionada.

Nunca, jamás de los jamases en esta ciudad, tuve la suerte de escuchar a los que dicen ser periodistas deportivos y que trasmiten fútbol local, hacerlo con pasión, informar las formaciones, comentar tácticas, estrategias, funciones, dinámicas. Ni he podido leer en páginas locales del lunes, un comentario sobre tal partido, cuál fue el jugador destacado de la fecha, los cambios, quién carajo hizo los goles y en qué minuto, las planillas de los equipos, ni el nombre de la madre del referee. Nada. La excepción será siempre Cacho Mercado, pero claro, el trasmite para una prestigiosa emisora de Córdoba para todo el país. Chiquiteces locales, no. A mi, haceme jugar en la canastilla de Política, Economía y Cultura. Nada más.

Miren si desde el periodismo local, alguien va a hablar de Cultura. Lo subo al ring y le doy diez rounds de ventaja.

Pasemos a la objetividad: 

Cuando revisamos el significado del término objetividad, veremos que el diccionario afirma que "es la cualidad de representar o describir algo basándose en hechos verificables, sin la influencia de opiniones, juicios personales o prejuicios, para presentar la realidad tal cual es".

Epa, si tomamos en cuenta esta definición, ningún periodista podría hablar de Jesús, porque ninguno lo ha visto, ni ha podido verificar su existencia como para informar de manera demostrable sobre quien fue él. Siguiendo el mismo criterio, tampoco se podría hablar de Cristóbal Colón, porque ninguno lo conoció ni verificó su existencia. 

Algunos pueden llegar a decir que para eso existen los relatos históricos, pero los relatos históricos pertenecen a autores que pudieron o no aplicar la objetividad para informar; de manera tal que solo les queda a los periodistas la posibilidad de dar por cierto lo que leyeron o escucharon de boca de los historiadores.

No se es un "señor" periodista si la supuesta objetividad en la noticia, descripta como tal, deja a un importante sector de la sociedad sin informes correctos. 

Veamos este ejemplo:

Tanto la prensa nacional como la  internacional, se refirieron sobre Dani Alvez, exjugador de fútbol brasileño, del club Barcelona de España, y exintegrante de la selección de fútbol de su país, como pastor evangélico. ¡Dani Alvez es Pastor Evangélico! ¿Qué? Esa noticia no es objetiva porque no se corresponde con la realidad. 

Dani Alvez estuvo preso casi un año y medio, tiempo en el cual una persona le predicó el evangelio de Cristo, y él lo aceptó como verdadero y transformó su vida. A esta transformación, en el mundo espiritual se lo conoce como el "nuevo nacimiento"; producto de lo cual una persona deja de ser lo que era, y se convierte en una nueva criatura espiritual. Una vez salido de prisión y dada su popularidad deportiva, comenzó a contar su testimonio de conversión, alentando a la gente que pueda acercarse a Jesús por medio de la fe. Pero eso, no lo hace pastor. 

Estamos rodeados de falsos "pastores" en la política local, son tipos que nos predicaban que íbamos a vivir en una "ciudad distinta", y elevaban sus manos al cielo y nos decían que tenían la Gracia Divina de que "sabían cómo hacerlo". Que iban a despertar el "potencial turístico" y conchelalora, hasta la nave espacial que trepaba hasta la estrastósfera iba a salir de aquí. Y esa perorata barata de tipos baratos. De una falsedad encomiable, ¿hay que decirles señor?

Nada más fuera de la objetividad que creerles, y encima de informar cualquier gilada sin hacerles preguntas. Hasta hay unos "señore/as periodistas", que tienen como dos horas grabadas y guardadas de estas falsas prédicas, y que por pautas y silencios pactados les importó un bledo informar correctamente a la población y hasta fueron premiada/os por su trayectoria. Increíble. Pero como pueden ver, nada de eso se ajusta a la realidad.

Un señor periodista hubiese escrito: "En un acto realizado en tal lugar, tal candidato afirmó que podría instalarse en el dique la posible base que lanzaría las naves espaciales que en una hora y media nos traerían cientos de coreanos a visitar nuestro potencial turístico". No, simplemente congraciado$, copiaron y pegaron, cash. ¿Y ahora? ¿Quién hace una puta pregunta sobre aquel potencial turístico?

¿Cómo podemos llamar a alguien por "formalidad" señor, si sabemos que no es marido de una sola mujer, ni sobrio, ni prudente, ni decoroso? ¿Cómo llamarlo "señor" al codicioso de ganancias deshonestas, al avaro? ¿Al que no gobierna ni su casa, y carece de transparencia y alguito de honestidad?

Busco música, aquí está: El cantante español Django dice en "Señor Muñoz": 

Bravo / Señor Muñoz / Medalla de honor / Por sus cincuenta años de labor / En nuestra casa / Usted jamás faltó a trabajar y fue / Empleado modelo / El tiempo fue pasando / Y deberá / Ya descansar.

En ningún momento dice que en sus cincuenta años de labor, el señor Muñoz haya sido un ser beneficioso para los clientes de esa casa. Sino, para "la casa".

¿Ven la diferencia? Era "señor Muñoz" para ellos. ¿Y para los clientes? ¿Era delegado se sus compañeros? ¿Y los "señores periodistas" para con el público en general? ¿O son "señores periodistas" porque no incomodan a las autoridades?

El señor profesor Guidetti, era algo gordito. Para mí, vestía en Gath & Cháves, o Casa Muñoz. Por la mañana dictaba clases en un colegio del centro de Córdoba, por la tarde, a la murga de bandidos como quién esto escribe. 

Y tenía una particularidad: Al teniente, le decía teniente. Al comodoro, comodoro. Al loro, loro. La última vez que lo vi —hará unos treinta años—, esperaba el colectivo del servicio urbano de pasajeros por la avenida General Paz. El conductor estacionó pegado al cordón de la vereda, sus manos temblaban mientras pagaba el pasaje. Alcancé a subir cuando ya le habían cedido el asiento. Desde el estribo de la puerta le escuché agradecer, "gracias señor". El famoso y respetado dicho de, "un pasito más al fondo que hay lugar", clásico de los conductores de aquellos tiempos, me fue empujando hasta la mitad del ómnibus. Después bajó, cerca de la Universidad, pidió permiso para descender por la puerta delantera, bajó con la calma que nos dan los años, miró al canductor y le dijo, "gracias señor chófer".

Agarrado del pasamanos, pude ver al último de los señores parado en la vereda, me pareció que se sacudía un poco, como acomodando sus huesos, se tocó el nudo de la corbata, buscó en el chaleco un cigarrillo y el encendedor, apoyó el bastón en la vereda y se fue perdiendo entre los movimientos de la ciudad, hasta hacerse invisible, mientras el colectivo navegaba rumbo al sur, por la avenida Vélez Sarsfield.

Le debo una, a la señora que hoy me pidió que escriba algo lindo.

 



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