OPINIÓN
Imaginemos un país donde la creatividad abunda, las ganas sobran y la voluntad se multiplica, pero el sistema insiste en poner piedras en cada kilómetro

Por Ricardo Raúl Benedetti
Imaginemos un país donde la creatividad abunda, las ganas sobran y la voluntad se multiplica, pero el sistema insiste en poner piedras en cada kilómetro. Un país donde la inflación acumuló 24,8 % entre enero y octubre de 2025 (INDEC) y aun así uno de cada cuatro adultos está lanzando o consolidando un emprendimiento, una de las tasas más altas de América Latina según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM 2024/2025).
Ese país es Argentina: terreno fértil en talento, árido en reglas claras. Acá la gente emprende a pesar del contexto, no gracias a él.
Mateo: 21 años, un local y un «no» que vale por todo un sistema
Mateo tiene 21 años y un pequeño local gastronómico en la zona norte. Maneja el negocio con una caja de ahorro común, como la mayoría de su generación. Juntó coraje, juntó papeles y fue al banco a pedir USD 50.000 para abrir un segundo local. Ofreció como garantía una propiedad familiar.
La respuesta fue lapidaria: “Créditos hipotecarios, solo para vivienda. Para comercio, no.”
No fue el empleado: fue la normativa. En Argentina, los créditos hipotecarios no pueden destinarse a fines comerciales. En la práctica, los bancos directamente rechazan ese tipo de solicitudes.
Según la Encuesta de Jóvenes Empresarios 2025 de CAME, lo que vivió Mateo no es una rareza: 6 de cada 10 emprendedores jóvenes están fuera del mercado crediticio, por normativas rígidas, falta de historial o garantías que no califican.
Mientras, en países como Estados Unidos, Chile o España, ese mismo inmueble serviría para obtener un crédito comercial en días, con tasas del 5 al 11 % anual.
La comparación duele porque es simple: Acá, arriesgar tu casa no alcanza para crecer.
Abrir un negocio: trámites eternos, tasas imposibles
La iniciativa Business Ready 2024 del Banco Mundial mantiene a Argentina entre las economías con más trabas para abrir y operar empresas. La OCDE, en su informe 2025 para el país, indica que registrar una empresa puede requerir 11 pasos y hasta tres semanas. Pero el obstáculo más brutal es el financiamiento: 75 % de los emprendedores califica como “muy difícil” conseguir crédito (ASEA 2024).
Las tasas en pesos superan el 100 % anual nominal.
Casi la mitad de las solicitudes se rechaza por falta de garantías o historial (FUNDES 2025). En Latinoamérica, solo 1 de cada 3 pymes obtuvo crédito en los últimos seis meses (ICAF 2025 – CAME). Abrir un negocio acá es como arrancar una carrera de fondo con las piernas atadas.
Crecer: el segundo local que nunca llega
Una vez que arrancaste, crecer es otra batalla. Y más dura. Según ASEA, solo la mitad de los emprendedores planea invertir en 2025. Y tres de cada cuatro consideran casi imposible exportar, aun cuando es la vía más lógica para conseguir dólares.
Los datos duros golpean: Las ventas minoristas pyme cayeron 4,2 % interanual en septiembre 2025 (CAME). Las pymes operan con una capacidad instalada del 50–55 % (Observatorio PyME).
El crecimiento del PBI —6,3 % interanual en el segundo trimestre (INDEC)— se explica casi exclusivamente por exportaciones. En la calle, se siente otra cosa: la economía real todavía busca aire.
Qué dicen las instituciones que estudian el tema en serio
La OCDE recomienda simplificar regulaciones y mejorar el acceso al crédito para levantar el índice de condiciones emprendedoras. El BID insiste en que financiar pymes es una máquina de empleo.
Endeavor Argentina resume el desafío así: “Donde hay comunidad, financiamiento y reglas claras, el emprendedor florece”. No hace falta inventar teorías: bastan tres conceptos básicos que ya funcionan en cualquier país que se toma en serio a sus pequeñas empresas.
Algunas puertas que empiezan a abrirse. Entre tanta traba, hay señales que sostienen el entusiasmo: 4 de cada 10 emprendedores planean contratar personal en 2025 (ASEA).
Argentina tiene una de las tasas más altas de emprendimiento femenino de la región (GEM). Varias líneas de crédito con apoyo de organismos multilaterales flexibilizan requisitos y amplían plazos.
La resiliencia argentina no está en discusión. Lo que falta es que el Estado deje de funcionar como freno de mano.
Lo que Argentina necesita YA para dejar de castigar al que produce
Soluciones no faltan. Falta decisión: Crear fondos de garantía que permitan usar propiedades como aval comercial sin riesgo de desalojo.
Lanzar créditos de expansión con tasas razonables, plazos largos y reglas estables.
Establecer regulaciones simples y duraderas. Acompañar la internacionalización de pymes que podrían exportar mañana si tuvieran capital hoy. No estamos hablando de sueños: estamos hablando de normalidad.
Emprender en Argentina no es para cualquiera. Pero quienes lo logran cambian este país. Argentina es un territorio donde sobran trabas, pero donde también sobra una energía que ningún índice logra medir. Una terquedad luminosa que empuja, que insiste, que transforma.
Emprender acá es sobrevivir en un ecosistema adverso. Pero quienes lo hacen -a fuerza de coraje y creatividad- mueven la rueda de la economía real.
Cambian su futuro. Y, sin quererlo, empiezan a cambiar el país.
Tribuna de Periodistas
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