STREAMERS CONTRA EL CHIQUI TAPIA

OPINIÓN

Mientras callan los dirigentes de los clubes, los periodistas y el Gobierno, asoma la voz disidente de unos pocos veinteañeros que piden cambios urgentes en el fútbol argentino

Por 
Hernán Iglesias Illa

Empieza finalmente a haber algo de rebeldía contra la lamentable gestión del fútbol argentino de Chiqui Tapia. No viene de los clubes, vaya uno a saber bajo qué extorsión, ni del periodismo deportivo, temeroso o dócil o acostumbrado, salvo excepciones, a una AFA que castiga el disenso con ferocidad. Tampoco viene del Gobierno, que arrancó con una ofensiva muy fuerte contra Tapia pero después firmó una tregua y lleva un año sin abrir la boca. Sorpresivamente, el principal vehículo de los hinchas contra el formato disparatado de los torneos, los arbitrajes cada vez más sospechosos y el estilo mafioso y autoritario de Tapia y su perro guardián, Pablo Toviggino, son las redes sociales y, sobre todo, un puñado de streamers jóvenes con millones de seguidores, lengua afilada y nada para perder.

“Ninguna persona que ama el fútbol argentino puede estar a favor del Chiqui Tapia”, dijo hace poco Davoo Xeneize, uno de mis streamers favoritos. Y agregó: “La mayoría de la gente está en contra de Barracas Central, está en contra de la gestión de Tapia en AFA y no hay que tener miedo de decirlo, estamos en democracia”. Lautaro del Campo, más conocido como La Cobra, que transmite desde su canal partidos del Brasileirao (compró los derechos), coincidió: “El fútbol argentino cada vez está peor, cada vez es más anticompetitivo, cada vez más aburrido de ver”. Bauleti, de la misma generación (son todos sub-30), insistió: “Me da asco todo lo que pasa, me da vergüenza en lo que se ha convertido el campeonato. Repudio todo lo que tiene que ver con Claudio Tapia, me parece una persona despreciable”. Estos son algunos de los más conocidos, pero en estos días estuve viendo a otros como Vasco Para Todos, Muzzu o Pecheadas Legendarias, todos por encima de los 100.000 seguidores, que usan un lenguaje similar y tienen un diagnóstico igual de lapidario.

Este tipo de declaraciones son casi imposibles de encontrar en el periodismo deportivo de las empresas tradicionales. Uno de los pocos que se anima es Mariano Closs, que hace poco levantó un tema espinoso. Después de señalar en su programa de ESPN que habían suspendido a un árbitro que había expulsado a un jugador de Barracas, el club del Chiqui, y de comentar cómo el formato estrafalario de los campeonatos perjudica la competitividad de los equipos argentinos (la semana que viene un equipo brasileño ganará la Libertadores por séptimo año consecutivo), hizo una pausa y pidió apoyo para su cruzada: “Estaría bueno que los medios también opinen, pero no se animan”. Y agregó: “Si estudiaron periodismo, opinen de lo que pasa en el fútbol argentino».

Este es un punto central. Los periodistas políticos se la pasan criticando a los políticos, pero los periodistas deportivos casi nunca critican a la dirigencia de la AFA. Los streamers lo tienen claro y no son especialmente duros con sus colegas más experimentados. “A otros los amenazan con echarlos de ESPN, de TyC Sports, ¿a mí qué me van a hacer?”, se preguntó Davoo. “¿No puedo decir que estoy en contra de Tapia?”. Los ladridos de Toviggino pueden asustar a aquellos cuyo futuro depende de un sueldo o un penal mal cobrado, pero no a quienes dependen de su público y el dinero de plataformas como Kick o YouTube.

Por eso me parece importante el rol que están cumpliendo los streamers, única válvula de escape hoy para la frustración de los hinchas, sobre todos los más jóvenes. Esto es importante porque quienes sostienen a Tapia en su cargo son los clubes, y ya no hay clubes rebeldes. El nuevo presidente de River, Stefano Di Carlo, asumió hace unos días y dedicó parte de la ceremonia a besar el anillo del Chiqui, a pesar de que el club hasta era uno de los más críticos de la AFA. Andrés Fassi, presidente de Talleres, otro crítico histórico, se disculpó en público como si estuviera en un juicio en Moscú en 1937 y parece haber sido recompensado: su equipo, que venía arrastrándose por el fondo de la tabla, levantó desde entonces y consiguió clasificarse a los playoffs del Clausura, que empiezan pasado mañana. Ya no hay disidencia interna, al menos no en público: la Bruja Verón, presidente de Estudiantes, uno de los líderes del impulso por modernizar y profesionalizar el fútbol argentino, también da la impresión de estar esperando tiempos mejores. Lo explicó mejor que nadie el otro día Tomás Guidara, defensor de Huracán, después de un partido contra Barracas: “Es difícil hablar, te tenés que callar”. Si hablás, agregó, “te perjudicás».

Este clima de miedo, silencio y aprietes es bastante triste en sí mismo, sobre todo para los que queremos un fútbol lógico, con 20 equipos, y un torneo como la gente, más profesional, que pueda competir mejor y sea más transparente. Pero además es doblemente triste porque empieza a manchar a la selección, que venía más o menos a salvo, pero en estos días pasaron dos cosas. La primera fue el extravagante amistoso del equipo en Angola, que se sumó a otros amistosos igual de inexplicables (¡Puerto Rico!) en los últimos meses. Jamás Lionel Scaloni o los referentes del equipo plantearon la necesidad de prepararse para el Mundial contra equipos más competitivos. La segunda es la foto de la supuesta cábala de Messi y De Paul con el Chiqui Tapia antes de cada partido (una foto tomando mate), que empieza a parecer más complicidad que superstición. No sería justo exigirles rebeldía abierta o un planteo que los pueda poner en problemas. Pero sí al menos que cuestionen los amistosos (es una cuestión deportiva) o que no ayuden a blanquear la imagen de Tapia en un momento en el que empiezan a aparecer voces disonantes. La selección hizo muchos esfuerzos para eludir la política nacional y escapar de la grieta (aunque eludirla también era, como protestaron algunos kirchneristas, una posición política), pero no parecen estar igual de interesados en eludir la política interna de la AFA, que usa los éxitos de la selección para blindar las críticas en su contra por los desmanejos y las barbaridades en el fútbol local.

¿Soy optimista? No. Tapia y Toviggino tienen más poder que nunca. Los dirigentes, la selección, el Gobierno y la mayoría de los periodistas o tienen miedo o simplemente no les interesa desafiarlos. Davoo dice en la AFA hay una “dictadura” y en parte exagera, pero en parte tiene razón: muchos de los dirigentes que siguen votando a Tapia lo hacen por voluntad propia pero también por temor a las represalias que ya sufrieron otros que intentaron desmarcarse. Quizás por eso Tapia y Toviggino se permiten, además, responderles a sus pocos críticos de las maneras más desagradables. Tapia lo hizo con Closs y Toviggino con todos los demás, en un tono entre feudal y patotero que es también una advertencia para los que hoy están callados. Detrás de todo esto, por supuesto, está el debate sobre la llegada de las sociedades anónimas deportivas, a lo que el Chiqui se opone y el Gobierno parece haber decidido poner en pausa. Pero no creo que sea lo más importante. Toviggino usa el vocabulario peronista (“¡ustedes odian el fútbol argentino, odian lo popular!”) pero en el fondo, como pasa a veces con el vocabulario peronista, su preocupación central es mantener el poder.

Estamos en manos, entonces, de los hinchas y sus representantes más nuevos e inorgánicos: los streamers, únicas voces hoy con el coraje para decir en público lo que todos piensan en privado. Una verdadera rebelión del público. ¡Que florezcan mil!

Revista Seúl


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