DEPORTES / OPINIÓN
Independiente Rivadavia, es campeón de la Copa Argentina
Por Walter R. Quinteros
Ahí la vio. Caminando por la otra vereda, la recuerdo por sus pantalones tipo "deep".
Mateo tomó las llaves de su auto, cruzó la calle, se paró frente a ella y solo le dijo que esas llaves serían suyas, que su vida sería suya si solo compartía junto a él, sonrisas y sueños. Mateo se enamoró a primera vista. Patricia, se llevó las manos a la cara, luego le contestó que sí, pero que guarde esas llaves, que no las necesitaba. Yo, parado al lado de la mesa de la vereda del bar, aplaudía la escena.
Patricia, hizo que Mateo pidiera su traslado desde Córdoba a Mendoza, que dejara algunos vicios como el de salir a tomar algo, de jugar unas manitos al truco y lo hizo hincha de Independiente Rivadavia.
Estoy seguro que Mateo, hubiese estado con ella en la tribuna asignada para los mendocinos en el templo del fútbol que es el estadio de Instituto Atlético Central Córdoba, "La Gloria", aquel que nos encontraba hace 50 años atrás a Mateo y yo alentando, con los dedos rojos de tanto apretar el alambrado olímpico.
Vamos al partido, Independiente Rivadavia sufrió ante Argentinos Junior, pero se consagró campeón de la Copa Argentina por penales, con dos hombres menos, el arquero suplente en cancha y el entrenador expulsado.
Así es el fútbol.
Mateo y yo jugábamos juntos en nuestra juventud, sabíamos esas cosas de llorar y de reir y bailar en los vestuarios. Como les pasa a todos los jugadores.
Desde el cielo, Mateo debe haber visto a su Independiente Rivadavia en el inolvidable triunfo ante los bichitos colorados de Argentinos Juniors.
Justo en la cancha de su primer amor.
No, no se puede hablar del partido. Que lo hagan los periodistas deportivos, los especialistas en eso. A mi me llevan de la mano los recuerdos, por los románticos caminos de la nostalgia.
Déjenme pensar en Mateo, saltando en el vestuario del Cielo, agitando su gorra, parado sobre un banco, cantando.
Déjenme pensar en Patricia, en el lado vacío de su cama. En las lágrimas de alegría que deben haber humedecido su almohada.
Felicitaciones Independiente Rivadavia.
Ganaste el partido más importante de la historia de Mendoza y gracias a Dios, terminó con alegría, después de un sufrimiento que parecía interminable. Con dos jugadores menos, sin el DT en cancha, y con el arquero suplente.
Chicos lo tienen merecido. Mansos campeones.
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