EDITORIAL
En nombre de la Constitución nacional y la bendita democracia, a crear nuevos millonarios
El domingo 26, nos pararemos ante la urna como siempre, con insatisfacción, un poco de bronca, mucho de indiferencia. Son mentiras eso de la esperanza. Los sentimientos que predominan entre la ciudadanía con respecto a la clase política argentina nos llevó a que nos una el espanto, como dijo Borges. Parece que siempre vamos a votar disconformes.
Pero nadie cae del cielo solo, las autoridades electas las hemos elegido nosotros, y eso nos hace responsables, y también me lleva a formular las siguientes preguntas:
¿Estamos tomando en serio el proceso electoral del próximo domingo?
¿Nos damos cuenta del riesgo en que ponemos al país, cuando por fervorosa militancia, o por el desconocimiento total de los candidatos de sus prontuarios, o currículum poco publicados los elegimos?
¿Sabemos realmente cuántos partidos o extrañas alianzas compiten?
¿Sabemos cuáles son los distritos que renuevan diputados?
¿Sabemos cuáles son los distritos que renuevan senadores?
¿Lo hacemos para que funcione el sistema democrático o para mantener y crear nuevos millonarios?
¿Será por eso el desinterés, la insastifacción, la bronca que se respira?
Vamos a elegir en todo el país a 127 diputados y 24 senadores nacionales en nombre de la Constitución nacional. Alabada sea la democracia.
En Córdoba, elegiremos nueve diputados nacionales. En nombre de la Constitución nacional. Alabada sea la democracia.
Solo que en esta oportunidad nadie ha regalado cajitas de vino ni choripanes, ni colchones, ni chapas. A todo ese manoseo del erario público, los políticos lo han cambiado por el uso contínuo de insultos, denuncias, acusaciones, y archivos desempolvados.
¿Ha buscado algún elector, cierta información sobre algún candidato?
Vamos a Cruz del Eje, busquen en los medios que dicen llamarse medios informativos, indaguen entre las ofertas de alitas de pollo y zapatillas. No encontrarán nada, ni una opinión que aclare dudas o conceptos sobre algún candidato. Y eso, a los políticos los favorece, y por cierto, a los partidos políticos. Se las hacen fácil, porque en vez de traerle a la gente propuestas serias y tangibles, nos están diciendo que "Braden o Perón", allá lejos y en el tiempo, o "La libertad o el retroceso", pero con caras sospechosas, limitando así que indaguemos en su capacidad intelectual que justifique su abultado próximo salario que lo llevará de un tincazo a ser millonario el año próximo solo por putear con estilo.
Y sucederá lo de siempre, habremos llegado frente a las urnas unidos por el espanto. Porque el hartazgo que tenemos de nuestros políticos es evidente, son frívolos, incompetentes y sospechados de corruptos, con menos oratoria que un balde. Que parecen no darse cuenta de que en las calles del interior del interior, surge cada vez y con más fuerza la desazón, la indiferencia de la gente. Van degradando la democracia, la van perdiendo de a poquito.
En uno de sus brillantes editoriales, Sergio Schneider nos señala que esto se parece a una carrera de embolsados, donde cada uno marcha como puede, arrastrando sus limitaciones y pagando por los tropezones. El mileísmo, con los desbordes de su líder, su afición a vociferar un dogma que ya no toca ninguna fibra emocional ni identifica en términos reales a nadie. El "viva la libertad, carajo" tiene tanto que ver con la idiosincrasia del pueblo argentino como la jerga pseudorrevolucionaria del kirchnerismo. Y, así como cuando gobernaba Cristina, ahora con Milei el ciudadano promedio hace lo mismo: pone esas pavadas a un costado del plato y se ocupa de ver si lo que cocinó el chef ayuda o no a llenar la panza.
Tal cual, como siempre hemos llegado, en nombre de la Constitución nacional y la bendita democracia, vamos a crear nuevos millonarios que dicen representarnos con cero propuestas.
De eso se trata.

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