EN CUANTO A LA SALUD Y LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA

EDITORIAL

La planificación política, tiene que hacer su parte

Por Walter R. Quinteros

Expresiones de deseos

Desde la etapa inicial en las escuelas, se les enseña a los niños que la alimentación es fundamental en la salud humana y está relacionada con el bienestar físico, mental y social. 

Pero también se sabe que las necesidades nutricionales y los hábitos alimentarios no son los mismos, van cambiando a lo largo de las diferentes etapas en nuestra vida, y donde se debe tener en cuenta que una alimentación equilibrada, es fundamental para garantizar una buena calidad de vida y un desarrollo óptimo desde la infancia hasta la adultez mayor. Eso responde a los procesos de crecimiento, desarrollo y envejecimiento del cuerpo humano, como a factores individuales como el estilo de vida, el nivel de actividad física y el contexto social y cultural.

En un artículo de la revista Science encontramos que durante el primer año de vida, los bebés presentan las mayores tasas metabólicas conocidas. Esta etapa requiere una ingesta energética muy elevada, fundamentalmente cubierta por la leche materna en los primeros meses. A partir de entonces, se introducen alimentos sólidos ricos en hierro y zinc para complementar la lactancia y cubrir las nuevas necesidades nutricionales.

En la primera infancia, el cuerpo sigue creciendo rápidamente. En esta etapa es esencial promover una dieta variada, rica en frutas, verduras, legumbres, carnes, huevos y cereales. Las grasas saludables deben priorizarse frente a las saturadas o trans, y el consumo de sodio debe controlarse.

Durante la adolescencia, los cambios hormonales, físicos y emocionales provocan un aumento de los requerimientos energéticos y nutricionales. Es necesario asegurar un buen aporte de hierro, especialmente en mujeres, y reforzar la educación alimentaria en esta etapa de mayor vulnerabilidad frente a dietas desequilibradas o restrictivas.

La edad adulta, en tanto, representa una etapa prolongada donde se debe mantener un equilibrio entre ingesta y gasto energético, adaptando la alimentación al estilo de vida, el peso corporal y las condiciones de salud individuales. Las recomendaciones generales incluyen una alta ingesta de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y grasas saludables, junto con la limitación del consumo de sal, azúcar y grasas saturadas.

Finalmente, en la vejez, la nutrición se convierte en una herramienta clave para preservar la autonomía, la funcionalidad y el bienestar. El metabolismo disminuye progresivamente desde los 60 años, lo que exige ajustes en la cantidad y calidad de los alimentos consumidos. La hidratación adecuada, el aporte suficiente de proteínas, calcio, magnesio y vitaminas, así como la reducción de azúcares simples y grasas saturadas, son fundamentales para mantener la masa muscular, la salud ósea y el sistema inmunológico.

Realidades

Pero la realidad nos lleva a considerar otro artículo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), miles de millones de personas padecen la inseguridad alimentaria.

En los primeros párrafos el tema se dedica a lo ideal respecto a la alimentación pero la agencia de la ONU que tiene por objetivo erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria a nivel global, nos habla sobre la pérdida de estos alimentos por algunas fallas detectadas.

La FAO señala que la pérdida de alimentos se produce en las etapas previas a la venta minorista, y se da principalmente en la producción, la cosecha y el almacenamiento. Señalan también que, en el caso de la producción agrícola, fenómenos climáticos como sequías o lluvias intensas, así como malas prácticas agrícolas, generan pérdidas considerables.

Veamos algunos factores: Cosechas prematuras o el daño de cultivos durante la recolección disminuyen el valor comercial de los productos. Además, la sobreproducción como medida preventiva frente a eventuales problemas de abastecimiento genera excedentes innecesarios que no llegan al mercado. Por otro lado, una causa común tanto en la producción como en la comercialización es el rechazo de alimentos que no cumplen con criterios estéticos, como forma o tamaño, a pesar de ser completamente aptos para el consumo. Después de las cosechas, suelen ocurrir deficiencias en el manejo, el almacenamiento y el transporte aumentan el problema. Por ejemplo, la falta de control de temperatura y humedad, embalajes inadecuados y cortes en la cadena de frío provocan que productos perecederos se deterioren rápidamente. A ello se suman errores de logística y de gestión de inventarios que impiden que los alimentos lleguen a tiempo a los puntos de venta.

En la etapa de distribución y venta minorista, en tanto, se observa que las producciones excesivas que no se ajustan a la demanda real, las regulaciones sanitarias estrictas y retrasos en el transporte generan descartes innecesarios. En el eslabón final de la cadena, sucede que tanto en hogares como en servicios de alimentación, el desperdicio se puede incrementar por una mala planificación de compras, almacenamiento deficiente en los hogares y el rechazo de alimentos por cuestiones de apariencia, aun cuando se encuentran en buen estado.

Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, se estima que si se pudiera rescatar la totalidad de alimentos actualmente desperdiciados en todo el mundo, sería posible alimentar a cerca de 2000 millones de personas. A nivel ambiental, la descomposición de estos alimentos en basureros libera gases de efecto invernadero, contribuyendo al calentamiento global. Además, el uso innecesario de agua, suelo y energía para producir alimentos que no serán consumidos representa un costo ambiental y económico injustificable.

Más atención a la problemática

Sobre estos temas al que hemos llamado "expresiones de deseo" y "realidades". No hemos encontrado nada en las agendas municipales. Y como siempre, preguntamos:

¿Hay estrategias políticas para reducir la pérdida de alimentos?
¿Se fortalecen las capacidades de los pequeños agricultores?
¿Han mejorado las técnicas de cultivo?
¿Los productores tienen acceso a tecnologías de conservación y cadenas logísticas más eficientes que les permitan evitar pérdidas antes de que los productos lleguen al mercado?
¿Hay conversaciones centradas en la educación del consumidor, la planificación del consumo y la promoción de buenas prácticas en la compra y el almacenamiento?
¿Hay campañas de concientización, etiquetado más claro de fechas de vencimiento?

A veces, para satisfacer alimentariamernte las etapas de nuestra vida y que contribuyan a nuestra salud, bienestar físico, mental y social, es necesario contar con los alimentos básicos que los nutricionistas nos indican. Y los productores, seguir unos lineamientos para evitar pérdidas, desperdicios y una logística adecuada que permita abaratar costos al consumidor final. Y por último la planificación política, tiene que hacer su parte.



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