ECONOMÍA
Las últimas intervenciones de Bessent no lograron el mismo impacto sobre el dólar. ¿Ya pasó el precio de salida para fondos de inversión estadounidenses?
Por Fernando Gutiérrez
Quién le iba a decir a Scott Bessent, con sus cuatro décadas de experiencia en el trading de divisas y con el antecedente de haberle ganado la pulseada al mismísimo Bank of England, que una de sus batallas financieras más complicadas iba a ser contra los "ahorristas del colchón" en Argentina.
Las últimas señales indican que ni su intervención en el mercado local ni su contundente definición de que el peso era una buena inversión porque se encontraba subvaluado resultaron lo suficientemente persuasivas para convencer a los argentinos de que no habrá una devaluación post electoral.
Lo cierto es que el negocio de "comprar pesos" rápidamente dejó de ser tan rentable como suponía Bessent. La primera vez, cuando vendió u$s24 millones -una cifra menor en comparación con los más de u$s300 millones que venía vendiendo cotidianamente Toto Caputo- había logrado que en pocos minutos la cotización se desplomara desde $1.468 a $1.420.
Aun suponiendo que el secretario del Tesoro no haya invertido sus pesos y los haya mantenido "bajo el colchón", igualmente logró una ganancia de 7,5% en dos días hábiles, por efecto de la caída del tipo de cambio. Hablando en plata, ganó u$s1,8 millones, suponiendo que haya vuelto a vender los pesos.
Pero la segunda intervención ya no tuvo el mismo efecto. El miércoles, Bessent tuvo que poner una orden de venta en $1.400, ante un mercado que daba muestras de decepción por la falta de anuncios concretos en la cumbre Milei-Trump. Vendió en $1.390 y el dólar cerró en $1.380. Pero al día siguiente volvió la presión alcista, con el dólar tocando los $1.420, y recién cuando aparecieron órdenes de venta -unos 15 minutos antes del cierre- en $1.450 cedió la presión. El dólar cerró el jueves en $1.402.
En síntesis, Bessent no está logrando que el activo depreciado al que está apostando -los pesos argentinos- tengan el rebote esperado. Más bien al contrario, entre el miércoles y el jueves tuvo una pérdida.
Dólar: el mercado contradice a Bessent
En realidad, no resultó sorpresiva para nadie esa reacción del mercado. Además de que la dolarización pre-electoral es una tradición argentina tanto para los traders del mercado como para los pequeños ahorristas, hay argumentos fundados para desconfiar de la continuidad de la banda cambiaria.
Por lo pronto, el déficit de la cuenta corriente -uno de los más confiables predictores de una corrección devaluatoria- acumula u$s2.400 millones en el año, y el mismo gobierno prevé, en su presupuesto 2026, que esa cifra se agravará, hasta un rojo de u$s5.700 millones.
La otra señal que causa alarma en el mercado es el nivel de las tasas de interés, ya en una escala incompatible con el crédito productivo. En el sistema bancario los adelantos en cuenta corriente están en torno de 120% anualizado para las empresas que requieren liquidez de corto plazo. Esas tasas altas son el resultado de la contracción monetaria implementada por el propio gobierno, que teme que si aporta mayor liquidez, los pesos no vayan al crédito sino al dólar.
Y en el mercado de futuros, donde se había producido un desplome de las cotizaciones para todas las fechas luego de la primera intervención de Bessent, ya van varias jornadas consecutivas de subas, al punto que los precios otra vez reflejan una expectativa dólar por encima del techo de la banda cambiaria a partir de diciembre.
"Más allá de las subas y bajas, lo cierto es que el mercado sigue descontando que más temprano que tarde el esquema de las bandas cambiaria quedará obsoleto", afirma la consultora LCG en su último reporte.
Los diarios critican, los ahorristas compran
Pero, además, la apuesta de Bessent por la recuperación del peso ha sido criticada no sólo por los traders del mercado local, sino por los bancos de inversión globales y los más influyentes analistas financieros.
Tanto en los editoriales del Financial Times como del The Wall Street Journal los pronósticos han sido contundentes sobre el error de diagnóstico de Bessent.
"Aferrarse a una moneda sobrevalorada puede frenar el aumento de los precios, pero también frena el crecimiento económico. En el caso argentino, ha agotado valiosas reservas y ha alimentado la salida de capitales. En última instancia, es insostenible", afirmó el FT.
Mientras tanto, los argentinos siguen comprando dólares. Ejecutivos de grandes bancos afirmaron que en las últimas semanas hubo jornadas en las que los ahorristas se llevaron u$s400 millones, una cifra que duplica a la de los peores momentos de crisis recientes.
El consuelo para los bancos es que, a diferencia de lo ocurrido en otros momentos, ahora buena parte de esa liquidez queda depositada en las cajas de ahorro. En otras palabras, la corrida cambiaria no se ha transformado -al menos, no todavía- en una corrida bancaria.
Según datos del economista Amílcar Collante, desde la elección provincial de Buenos Aires hubo una suba de u$s2.700 millones en los depósitos bancarios, que ya totalizan u$s35.000 millones. Es un 20% más que el nivel que se registraba en abril pasado, antes de que se firmara el acuerdo con el FMI.
La cotización del dólar que le sirve a Bob Citrone
Ante semejante acumulación de datos negativos y pronósticos sombríos, surge en el mercado el interrogante de cuál es el verdadero propósito del secretario del US Treasury. ¿Intenta, como lo acusaron economistas estadounidenses, un salvataje para inversores amigos que están invertidos en acciones y bonos argentinos? ¿O cree realmente que, pasadas las elecciones, el peso puede volver a fortalecerse?
En la jerga financiera, inflar un activo depreciado para luego venderlo caro a los incautos se denomina "pump exit". Y ese es el término utilizado por los críticos de la administración Trump para describir lo que está haciendo el Treasury: forzar una suba temporaria del peso para que los inversores puedan realizar sus ganancias en dólares sin registrar pérdidas.
Entre los "sospechosos" de buscar esta salida figuran grandes fondos de inversión, como el Discovery Capital Management -dirigido por Robert Citrone, amigo y ex jefe de Bessent- y otros viejos conocidos del mercado argentino, como BlackRock, Pimco y Fidelity.
Lo que no está claro es cuál sería la cotización necesaria para que esos inversores puedan recuperar las pérdidas de los últimos meses, en los que tanto las acciones como los bonos de deuda soberana han sufrido una fuerte depreciación.
Una pista al respecto se puede encontrar en lo que afirmaba Citrone hace un año, en una entrevista con la agencia Bloomberg: con el mismo argumento que ahora usa Bessent, decía que que el peso argentino estaba subvaluado, y que se fortalecería por las reformas económicas de Milei.
En aquel momento, el dólar "contado con liqui" cotizaba en $1.200, y Citrone tenía la expectativa de que cayera a $1.100. Su pronóstico se cumplió sólo en dos ocasiones, y por lapsos breves: en diciembre 2024, tras el efecto del blanqueo de capitales, y en abril pasado, tras el acuerdo con el FMI. El inversor se declaraba un entusiasta de la deuda argentina de corto plazo, a la cual veía con un rendimiento potencial de 18%, "algo que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo". Pero claro, en aquel entonces le asignaba "mínima probabilidad" a un default en Argentina.
¿Cuánto sería el tipo de cambio que quería Citrone si se lo ajustara por inflación?: rondaria los $1.450. Es decir, todavía más bajo que el precio actual del "contado con liqui", que se ubica en $1.491. Aunque considerablemente superior al dólar mayorista actual, en torno de $1.400.
Si lo que busca Citrone es salir ya mismo de su inversión, su tipo de cambio relevante es el CCL, que le permite transformar activos argentinos en dólares y depositarlos en una cuenta de Estados Unidos. Y no debe descartarse que haya aprovechado el súbito fortalecimiento del peso ocurrido el 10 de octubre pasado, tras la primera intervención de Bessent. Ese día, el "contado con liqui" se desplomó desde $1.560 hasta $1.538, una oportunidad perfecta para la salida de un mercado riesgoso.
iProfesional

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