EL ALBA

OPINIÓN

Hoy me levanté optimista por dos buenas noticias: el plan de paz para liberar rehenes en Israel y el Nobel de la Paz para María Corina Machado

Por Osvaldo Bazán

Tenía pensado este newsletter hace unos cuántos días. Había incluso tomado unas notas a las que hoy, viernes, pensaba darle forma. Esto lo cuento porque sé que les interesa la trastienda del asunto (esta es una ironía pero si tengo que aclararlo, ustedes no son quienes yo pienso).

Por suerte, el mundo ha seguido girando, no parece querer quedarse en su hora más oscura y, como decía Churchill, que en realidad decía Thomas Fuller, aunque en realidad a mí me lo dijo Grok, «la hora más oscura es la que precede al alba».

¿Estaremos a punto de ver un nuevo día o es mi habitual optimismo tirando a negación para que vivir no se haga tan pesado?

Hace dos semanas me llegó una carpeta con información que hasta el jueves no me animé a abrir.

De eso pensaba hablar.

Es el dossier : «El llanto silencioso. Crímenes sexuales en la guerra del 7 de octubre. Informe especial de la Asociación de Centros de Crisis por Violación en Israel» y venía con una «Advertencia de contenido: el informe contiene descripciones gráficas de abuso sexual, tortura y asesinato».

Ante tal aviso, la carpeta quedó dando vueltas en el escritorio durante días.

La abrí, comencé a leer, me volví a preguntar si era pertinente para el newsletter . Sí creo que es una información que hay que difundir para intentar entender el abismo de horror contra el que se enfrenta Occidente; el absoluto espanto ante seres no ya sin empatía, directamente sin comprensión de sus actos o sentimiento alguno. El fanatismo los hizo monstruos y aplican su desprecio por cualquier valor humano mucho más de lo que pueda concebirse. Llega a tal extremo su crueldad que sus defensores se parapetan en «¡mirá si van a hacer eso!» y sí, es difícil creerlo. Por eso Vanina Biasi puede decir «no, obvio que no lo hicieron ¿cómo se te ocurre que van a matar bebés?» alegremente.

Porque el sentido común, incluso el de Vanina —que si existe es así de chiquito— diría que eso no puede ocurrir.

Pero ocurrió.

De cualquier manera, no sabía cómo lo iba a encarar porque es algo muy difícil de contar y más aún de leer.

En el medio de las cavilaciones, la bomba de paz, la primera posibilidad en mucho tiempo de que la pesadilla termine; los rehenes vuelvan; las familias puedan enterrar a sus muertos y termine la guerra.

Ante esas noticias era obvio que el informe, que alguna vez contaré si no lo hace alguien antes y me saca ese dolor de encima, no era opción.

¿Qué sentido tendría remover aquel horror ahora que la puerta de salida se ve tan cerca?

Lo importante hoy es que los rehenes vuelvan, que los cuerpos sean entregados y que termine la guerra.

Quedan todos los detalles, enormes, por resolver; no sólo los directamente relacionados con el territorio de batalla sino también con el recuento de heridos en la prensa internacional.

La credibilidad de muchos medios antes prestigiosos y agencias de noticias alguna vez confiables está fuertemente en cuestión. Le creyeron menos a datos dados por una democracia que a lo que decía un encapuchado con arma. Difundieron datos de los terroristas sin cuestionar nada pero pusieron veinte lupas y cuarenta prejuicios ante la información verificable de una democracia.

Igual, todavía parece que no se dieron cuenta de nada. De hecho, ayer, el ex prestigioso New York Times tituló la columna de su corresponsal en Jerusalén, Adán Rasgon: «Hamas asume un gran riesgo al acordar la liberación de rehenes». Y en la nota, sí, el corresponsal se lamenta de que los terroristas vayan a ser desarmados. Pide que al menos les dejen algunas armas.

En fin, que si se viene un nuevo día de sol para todos, por las dudas hay que llevar paraguas.

Ahora bien, sabía que no iba a hablar de «El llanto silencioso», pero no sabía qué pensaba contar en estas letras.

Me acosté el jueves pensando «¿de qué voy a escribir?».

El plan de paz de Trump en estos momentos nos ha dejado colgados de la esperanza. La afirmación de que el lunes devolverán a los rehenes nos metió en una coctelera de ansiedad. Es difícil imaginar cómo estarán los familiares de aquellos que hace más de dos años están enterrados en túneles sufriendo las mayores vejaciones que una mente casi no humana puede concebir.

Algún análisis al respecto quizás pecaría de desconocimiento de cuestiones básicas que han hecho que las cosas lleguen a este punto. ¿Por qué todos los enemigos acérrimos de Israel firman el acuerdo? ¿Es creíble que decidieran dejar de ser enemigos acérrimos? ¿Qué hay detrás? Pero si Qatar y Turquía presionaron a Hamás para que aceptara, es porque dos de los más poderosos amigos de los terroristas están dispuestos a soltarles la mano. No quieren más lola, podríamos decir en slang del siglo XX.

O quizás ya se la soltaron, como supone también Pilar Rahola.

Si eso es así, si Irán sumido en su crisis económica y su debilitamiento interno; si Hezbollah descabezado y desmoralizado; si Siria detonada; si Rusia enfocada en matar civiles en Ucrania —porque total nadie le dice genocida— descuidando el Oriente Medio; si los países árabes están decididos a reflotar la posibilidad de acuerdos con Israel, comprendiendo que es mejor hacer negocios que hacer la guerra, si todo eso es así, ¿cómo no esperar un día mejor?

Los palestinos sometidos por Hamás son los que más tienen para festejar. Imaginate que si acá en rueda de amigos «progre» alguien no se anima a decir que no es «genocidio» sólo para no ser amonestado por la manada como «facho» o «genocida» mismo, ¿cómo habrá podido expresarse un palestino disgustado con Hamás?

Hamás ha matado a palestinos sin ningún miramiento, se sabe y lo dice hasta Hillary Clinton. Con este acuerdo, los palestinos no contaminados, los que no festejaron en Gaza la llegada de rehenes violados, los que no aplaudieron el festival sangriento de los terroristas, pero no pudieron ni siquiera demostrarlo en sus familias por miedo a las represalias, son los más beneficiados.

Da toda la impresión de que estamos viviendo un momento crucial, algo así como lo que los analistas llaman «una reconfiguración del Oriente Medio». Por supuesto que no parece que un conflicto de siglos termine porque a Trump se le ocurre que quiere ganar el Nobel de la Paz. Pero si todos los enemigos de Israel se ponen de acuerdo y auspician un final, algo bueno puede esperarse.

No será la «normalidad» anterior al 7 de octubre, suponiendo que la llegada diaria de misiles desde la Franja —cosa que ocurría y no le importaba a nadie— hubiera sido una normalidad.

Será otra cosa.

Veremos.

Me desperté el viernes con «la angustia del arquero frente al tiro penal». Si Peter Handke lo escribió y Wim Wenders lo filmó, cómo no hicieron «la angustia del colaborador que tiene que entregar una nota por semana».

Miré la libretita en la que llevo anotados los posibles temas a encarar en el newsletter hasta que me di cuenta de que no tengo una libretita donde leer anotados los posibles temas a encarar y me angustié más.

Ya sé que cuando voy a X a buscar un tema es porque estoy rascando el fondo de la olla.

Pero fui a X y acá estaba, en ese dibujo horrible en marrón caca con el que la academia noruega ¿premia? a quienes otorgan el Premio Nobel.

María Corina Machado, la voz más valiente de Latinoamérica, apreciada en su valor, ganaba el Premio Nobel de la Paz.

Según el Comité evaluador, el de María Corina «es uno de los ejemplos más extraordinarios de valentía civil en América Latina de los últimos tiempos».

El continente entero, el mundo entero pudo ver no sólo la valentía de esta mujer. Pudo ver también su inteligencia y su meticulosidad. El trabajo hecho con las actas de votación en las elecciones que fraguó el dictador Maduro es tan de relojería que merecería un Nobel de organización.

Lograron recopilar —trabajando bajo un gobierno dictatorial— 25.575 actas de las 30.026 que había, o sea, un 85,18%.

Esas actas que el candidato de los peronistas de ahora (los peronistas siempre son de ahora, no hay una historia peronista, es un devenir; se disfrazan de cosas pero siempre son peronistas y siempre son taimados), que el candidato de los peronistas de ahora, decía, dice que está esperando que se las dé el dictador. Narcotraficante, para más inri, el dictador amigo.

Mire Taimado, digo Taiana, acá están las actas, las que dan un triunfo a Edmundo González por algo así como el 67% de los votos frente al 30% de Nicolás Maduro.

Tan potente fue el dato conseguido, que el corrupto Consejo Nacional Electoral, esa farsa montada por el dictador, proclamó a Maduro con sólo el 51,95%, sin publicar, claro, la totalidad de las actas.

La burla quedó clara para todo el mundo.

Bueno, para todo el mundo, no.

Acá está por ejemplo la inclasificable presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, autotitulada feminista que ni se le ocurrió felicitar a María Corina.

Bueno, el de las organizaciones feministas es, otra vez, no me sorprende, un papelón.

Ninguna organización feminista hasta ahora —ya han pasado unas cuántas horas desde que se supo la noticia— ha dado el mínimo apoyo ni felicitación ni nada.

Como cuando María Eugenia Vidal fue elegida como primera mujer gobernadora de la provincia de Buenos Aires.

Hay mujeres y mujeres.

Algunas merecen el aplauso y la compañía y otras, bueno, otras son de derecha o judías.

Como bien vimos con la Barbi Gaza, que no tuvo vergüenza en decir quizás una de las frases más brutales de los últimos años: «Se ha desmentido, es el bulo (fake ) de las violaciones, las mismas chicas que han estado secuestradas han salido diciendo que las habían tratado bien. Es más, una de ellas ha salido diciendo que se había sentido fea porque no le habían hecho nada».

Se llama Ana Alcalde, la Barbie, digo, para que nadie se olvide.

Me acordé de ella leyendo el informe que hoy no publicaré.

Y no sólo María Corina no recibe el aplauso de sus congéneres, sino que grupetes marginales como las Feministas Radicales de Tenerife publicaron un hilo en X, donde entre otros dislates, están enojadas porque María Corina en vez de ser una lavandera es ingeniera, pasó por Yale y habla inglés y le dicen cosas como: «El feminismo liberal global celebra a Machado como “mujer valiente” pero el feminismo radical latinoamericano debe preguntarse: ¿a quién libera su proyecto? ¿A las mujeres que limpian, cocinan y migran o a las que cotizan en Wall Street?».

Es tal el nivel de bobadas que uno no sabe ni por dónde empezar. Si las Feministas Radicales de Tenerife le quieren explicar a las mujeres latinoamericanas sobre qué deben alegrarse y sobre qué no, deberían comenzar por hablar con las venezolanas migrantes que esta mañana lloraron de emoción al sentir que una de ellas —así lo sienten, a pesar de no hablar inglés ni ir a Yale— fue distinguida porque saben que ese premio, tal como dijo la propia María Corina, también les pertenece.

Las de Tenerife se pasan la sororidad por el tampón, cuando quieren.

El otro que se enojó con el premio fue el amigo de todas las feministas radicales, don Vladimir Putin, quien sí fue rápido para hablar del tema. Lo hizo en conferencia de prensa en un país que se llama Tayikistán y que no es joda, existe. Está entre Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Afganistán y Pakistán. No sé Pakistán (perdón, me parece que estoy escuchando mucho a Fernando Bravo).

«Ha habido casos en los que el Comité ha otorgado el Premio Nobel de la Paz a personas que no han hecho nada por la paz. En mi opinión, estas decisiones han dañado enormemente el prestigio del premio», dijo Putin, en sintonía con la mamacita entobillada que el año pasado se rió de María Corina porque estando en la clandestinidad —clandestinidad a la que la obliga el amigo de mamacita entobillada, el dictador Maduro— se presentó para arengar a su pueblo, María Corina, en una muestra de coraje que jamás le vimos a mamacita que ahora se le dio por marchar a Luján sin salir de su casa. Bueno, otra no le queda.

María Corina sigue en la clandestinidad, pero no se ha ido, como millones, de Venezuela.

Y eso que tendría motivos. Desde noviembre del año pasado hasta acá, cinco veces al menos, la policía de la dictadura amedrentó a la madre y a otros familiares de María Corina. El 7 de enero de este año le cortaron la luz a la casa de la madre de María Corina, la amedrentaron con drones e instalaron un puesto policial en su vereda. Sin ir más lejos, en septiembre de este año la Policía Nacional Bolivariana (PNB) detuvo a la madre de Miguel Guillén, un colaborador clave, y a su hija junto a otros menores, liberados después, como presión porque no encontraron a Guillén.

El Instituto CASLA, el Foro Penal y el propio partido Vente Venezuela (el de la Machado), computan al menos 112 dirigentes activistas y colaboradores directos de la estructura partidaria como detenidos políticos, desde las elecciones de julio del año pasado hasta hoy. No se salvó nadie, coordinadores regionales, testigos electorales y hasta personal de seguridad.

Pero la cifra no queda acá. Se documentan entre 20 y 35 casos de desapariciones forzadas temporales (incomunicados iniciales que derivan en detenciones), como parte de una estrategia represiva que afecta a personas cercanas a su equipo. Esta cifra es sólo una parte de los detenidos políticos después de las elecciones, un número que supera los 2500.

Pero María Corina no se fue, y cada día en Venezuela es una nueva vergüenza para Maduro y su caterva abyecta de execrables futuros presos. Porque ese es el futuro que les espera, para alegría de las feministas radicales de Tenerife que, ya sin banderitas palestinas, tendrán una nueva causa para demostrar que son las más esclarecidas de todas.

Mientras tanto, María Corina, en nombre de todas las mujeres y hombres valerosos de Venezuela, que no se doblegan, que no se entregan, que no transigen con los narcotraficantes, seguirá, sin victimizarse, como mujer valiente afirmando una verdad que ya es evidente: ¡Venezuela será libre!

Dos buenas noticias en un día es algo a lo que no estamos muy acostumbrados.

Vuelven los rehenes, María Corina es Premio Nobel de la Paz.

Y entonces uno puede llegar a imaginar un mundo sin los malos de allá del Oriente Medio y los malos de acá, del Caribe.

Y un newsletter en donde sólo se hable de cosas lindas.

Hoy me levanté optimista.

Revista Seúl




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