OPINIÓN
Seis años de prisión domiciliaria a la ex presidente por robarse un PBI y 10 años de prisión tras las rejas a quien produjo un falso atentado en su contra
Alguna vez Pablo Neruda refiriéndose críticamente a las desigualdades en el sistema de justicia dijo “El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan“.
Si extrapolamos este concepto y tomamos por caso la condena de escasos 6 años a Cristina Fernández, con todas las libertades concedidas solo para ella porque ningún delincuente goza de tantos privilegios y menos luego de haber robado un PBI como presidente y la comparamos con la condena a 10 años de prisión a Fernando Sabag Montiel por el atentado simulado hacia la entonces vicepresidente, nos damos cuenta que el gran poeta chileno tenía absoluta razón.
Si bien se juzgan dos delitos distintos y salteándonos los argumentos leguleyos que seguramente sobran de parte de los abogados para montar un andamiaje de excusas y sostener por sobre el robo de fondos públicos, la gravedad de un atentado dado que éste (supuestamente) puso en riesgo la vida de personas, todos sabemos que no es así.
Nunca existió una pretensión fehaciente de matar a la ex vice presidente por parte de estos lúmpenes renombrados “la banda de los Copitos”, en cambio hubo si, una ingeniería planificada, premeditada, organizada y llevada a cabo de manera sistemática por muchos años, para robar fondos del Estado, a través de una asociación ilícita que conformaron Néstor Kirchner (f), Cristina Fernández, Julio De Vido, José López y Lázaro Baéz, solo por nombrar a los mayores responsables; y a estos sí que no les falló nada; lograron su objetivo por años hasta que cayeron en desgracia.
En cambio y si bien no se conoce la causa más allá de los detalles que han trascendido en los medios y sin que nunca nos hayamos enterado por los responsables operativos de la seguridad de CFK, los principales culpables de que alguien haya llegado tan cerca de una vicepresidente, al punto que ni siquiera reaccionaron para protegerla (otro elemento que se agrega a la idea conspiranoica de que “el atentado” fue pergeñado dentro del propio ámbito de la seguridad presidencial o con la complicidad de ellos), por lo tanto, nos debemos ceñir a lo que se sabe de la “organización” y los detalles de la mecánica del atentado propiamente dicha, luego de peritada el arma usada para ese hecho, las imágenes que han trascendido del momento del suceso y las declaraciones de algunos integrantes de La Cámpora que no estaban allí por casualidad.
Arma apta para el disparo, pero no disponible para disparar
Desde muy temprano luego de aquel suceso, empezaron a circular sospechas de todo tipo, la actitud displicente o culpable de la custodia de la propia Cristina Fernández quien luego del hecho siguió firmando autógrafos por 6 minutos, que más de 40 custodios no hicieron absolutamente nada para impedirlo, los dichos previos de Máximo y el mensaje de proscripción de CFK y sus ecos mediáticos, la pelea entre el Ministerio de Seguridad de la Nación y de CABA, las referencias de Víctor Hugo Morales cargando contra la oposición, Magnetto y culpando a Macri y Carrió y la estigmatización de los sectores críticos como culpables ideológicos de un hecho en ese momento sin resolución, lo cual, lejos de echar luz, oscurecieron todo y tergiversaron los hechos.
Ni bien conocidos los detalles técnicos de la pericia, dije en una nota del 5 de septiembre del año 2023, que ponía en duda la verdadera intención de matar a la Vicepresidente que tuvieron los atcacantes.
El personal técnico de la Policía Federal había corroborado que la vieja pistola Bersa si bien estaba apta para el disparo, no tenía bala en recámara al momento del ataque, aunque sí en el cargador guardaba 5 municiones de calibre .380. Esto, tal cual lo observé inmediatamente, descartaba cualquier riesgo de vida per se de la entonces funcionaria nacional, por cuanto el arma no estaba en condiciones de ser disparada debido a que no se encontraba “armada”, es decir, el operador (en este caso Sabag Montiel) no accionó la corredera para cargar la pistola y montar el tren de fuego de la Bersa.
El atacante habría “gatillado en falso” el arma y en ese caso, aclaraba que solo podría haberlo hecho una sola vez, dado que la acción simple de una pistola requiere de un mecanismo manual para montar el martillo, antes de volver a presionar la cola del disparador para producir un segundo o tercer disparo falso del martillo. Nada de eso pasó y muchos menos de quienes dijeron que “escucharon dos click” de la pistola, lo cual claramente era una mentira que observé desde el primer momento.
Nunca hubo planificación ni intenciones de matar
Dicho esto, hoy vemos que estos lúmpenes desorganizados, aparentemente autónomos y bizarros, nunca tuvieron la voluntad de dañar y menos matar a Cristina Fernández, quien usó todo esto para victimizarse y reforzar su entorno de seguridad, vaya a saber por qué razón nunca esclarecida.
La condena sobre esta gente recayó con 10 y 8 años de prisión, respectivamente, quizás bien aplicada por los delitos cometidos y el daño probable que habría ocasionado en la vida de las personas expuestas a un arma (no solo Cristina sino el entorno), aún en las condiciones de reposo que estaba la pistola, la cual, en esas condiciones operativas, era imposible que pudiera disparar.
La paradoja es bien clara, porque mientras por este intento fallido y controvertidamente falso de atentar contra Cristina Fernández, aplicaron una década de prisión a gente desconocida, a la propia ex Presidente por robarse un PBI, ser cabeza de una asociación ilícita, vaciar un país desde la función pública y representativa más alta que puede investir a un ciudadano argentino, le dieron escasos 6 años de condena, la cual cumple en su casa con visitas de todo tipo, capacidad plena para hacer política, recibir a quien se le ocurra en el lujoso departamento donde dice cumplir “la pensa”, comunicación abierta y velocidad plena de internet, con seguridad 24 horas que pagamos todos nosotros y la capacidad de daño intacta para volver a influir en alguna elección que, por culpa de los ineptos de La Libertad Avanza, le de nuevamente la oportunidad de volver a comandar el grupo demoledor que reeditó en el 2019 con Massa, Fernández y ella como mentora de un nuevo desastre institucional/nacional/económico de la Argentina.
¿Esto es justicia?, bienvenidos a la Argentina circular donde lo actual es viejo y lo viejo es la actualidad. Acá se hace realidad la metáfora del poeta chileno: “El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan“.
Agencia OPI Santa Cruz

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