LA PRIMERA FETA DE SALAME

OPINIÓN 

El marxismo alimenta sus epopeyas buscando culpables-víctimas a las que cobrarle sus sueños húmedos, en lo que llama "política impositiva de redistribución y derechos garantizados"

Por Dardo Gasparre

Los tributaristas, que son la misma raza de perro que los recaudadores pero con diferente collar, como sabía Robin Hood, suelen decir que el mejor modo para cobrar impuestos es cortando “una feta de salame lo más delgada posible cada día”, de modo que la víctima no se de cuenta de lo que le está pasando a su patrimonio hasta que no le quede nada.

Dejando de lado el chascarrillo fácil de la acepción de “salame” que se atribuye en el dicho al contribuyente, con abundantes razones, el símil se aplica de varias maneras a lo que el Pit-Cnt y su aliado-idiota-útil Cabildo Abierto, que como estaba cantado lo acompaña en todos los delirios agregando los propios, están llevando adelante en una de las facetas de lo que han dado en llamar el Diálogo Social.

Como se sabe, el Diálogo es la manera de no tomar en cuenta la opinión de las mayorías democráticas previamente manifestada por el pueblo, que tiene siempre la voz última y sagrada sobre todo los temas, al menos cuando esa voz última y sagrada es vociferada por el comunismo.

La careta del Diálogo Social

Se sabe que uno de los pilares del chamuyo, perdón, del diálogo social, es la revisión del sistema de jubilaciones recién revisado, para transformarlo en un método que obliga a la sociedad a pagar las pensiones futuras que dejen felices a todos, con lo menos posible de trabajo, el máximo de ingresos y el mínimo de aportes, una de las tradicionales excusass con la que el marxismo local disfraza su única e irreemplazable vocación de cobrar más impuestos a los ricos, que viene a ser usted, lector.

Otro de los pilares, oculto cuidadosa y democráticamente en el noprograma electoral del Frente Amplio, es la idea de cobrar el 1% a los más ricos, presentados ante la opinión pública (al menos la supuesta beneficiaria) como dueños de yates, automóviles Porsche, Teslas, etc. En una reciente nueva vuelta de tuerca, se dice que tal impuesto serviría para eliminar la pobreza infantil, citando los ejemplos de Cuba y Venezuela, por caso, más otros que todos quienes han leído algún diario alguna vez saben que han terminado en la redistribución de la riqueza de los más ricos a los más dirigentes, o a los más sindicalistas.

Nada de todo esto es una novedad, está claro. Siempre se supo que este tipo de planteos, originado en los sectores del marxismo del Pit-Cnt, iba a ser el modo de presionar al resto del Frente Amplio, al Ejecutivo y al Parlamento de aplicar una política que no sólo no tiene que ver con las promesas y seguridades electorales del mismísimo presidente Orsi, sino que tendrían peligrosas, graves e inmediatas consecuencias para la generación de inversión y empleo de Uruguay.

El marxismo sindical ya usó esta estrategia varias veces

No es por otra parte diferente a la mecánica utilizada por el sindicalismo en otros casos de movilización de la sociedad en pos de sueños húmedos que convirtió en referéndums o plebiscitos, que como se expresa al principio sólo se respetan si el resultado es favorable a esas humedades, ignorando cuidadosamente que la Constitución parece dejar bien claro cuáles son los mecanismos para ese diálogo, que suele ser echado por tierra no sólo localmente, sino en todos los gobiernos con vocación autócrata en el mundo.

Es de suponer que esto es lo que la burocracia arrogante quiere decir cuando se refiere a “cambiar la matriz productiva del país”, una frase hueca y profundamente irresponsable, sustentada absolutamente en nada. Más bien al contrario.

Como la sociedad oriental tiende a minimizar la importancia de este tipo de mecanismos de penetración ideológica e institucional y hasta la de justificarla en nombre de raras exégesis, (como lo hizo con la incomprensible decisión de Delgado al elegir a su compañera de fracaso) es importante recordar el pasado para no repetir las viejas inocencias que llevaron a institucionalizar criterios que se oponen a la mismísima Ley Fundamental. Y de paso se oponen a la lógica y a la razón. Todo bajo la ancha bandera de que “Uruguay es distinto”, que supuestamente se trata de una expresión de orgullo.

También en todos los temas en que las minorías internas del Frente Amplio intentaron, con éxito o no, torcerle la mano a su propio partido, se usaron estos métodos, que parten de buscar un causa sacrosanta, descubrir que la solución es que el “estado se ocupe” y luego obligar al FA a que no tenga más remedio que salir a conseguir más deuda, más inflación o más impuestos para pagar la polución nocturna marxista, jamás con resultados positivos.

Como siempre, los ricos tienen la culpa de que muchos tengan una baja jubilación o los chiquilines sean pobres

En estos casos de que se trata ahora, la jubilación de la felicidad y la eliminación de la pobreza infantil, una vez más se intenta vender a la sociedad la tradicional acusación de que los ricos tienen la culpa de la situación de los pobres, y se la tienta con la promesa inmediata de un bienestar que supuestamente le ha sido garantizado por Dios, tema en que el laicismo oriental parece olvidarse, como también parece olvidarse de todas las veces que esas promesas han fracasado en el mundo, o peor, han tenido un efecto opuesto al que se intentaba obtener.También se intenta encontrar otra vícitma propiciatoria en vez de la empresa, para ganar su anuencia y evitar su reacción.

Y es ahí donde todas estas llamadas de carnaval político convergen. Ninguno de los dos objetivos es posible ni cierto. Conociendo el funcionamiento de la acción humana, ninguno de los dos objetivos será logrado, tanto por la complejidad de los problemas como por los efectos negativos de las propias medidas que se intenta tomar. Menos aún si se suma a la ecuación la incapacidad y ligereza frenteamplista para administrar cualquier proyecto, en especial si consiste fundamentalmente en el manejo de dineros, para no ser más explícito.

Esto augura con un 100% de exactitud que en poco tiempo el sistema de jubilaciones colapsará y el hambre y la pobreza infantil seguirá estando donde estaba o peor. Con lo que este 1% que se vende como inofensivo y hasta permite calificar de egoísta a quien se niega a pagarlo para motivos tan altruistas, no alcanzará. Y entonces el 1% se convertirá en 2, o en 3%, o se aplicarán alícuotas crecientes según el número de yates que tenga el contribuyente. ¿Y cuál será el límite una vez lanzados los perros de caza detrás de la presa?

¿Por qué no hacer un listado y cobrar de una vez un gran impuesto a los ricos y solucionar todas las injusticias?

¿Y, por qué no aplicar más impuestos a los ricos para resolver el problema de la vivienda, el de los morosos que angustia al General Juan Domingo Manini, el de Conexión Ganadera y tantos otros? Apenas se está ante la primera feta de salame, querido salame.

Hay otras fetas de salame que se agregarán. El tipo de impuesto que se está manoseando implica un cambio en el sistema informativo y de contralor y espionaje sobre los patrimonios orientales. Eso abre el fácil camino llamado de la pecera por los perros recaudadores, por el que los ahorros y capital de los contribuyentes están en una vidriera permitiendo que cualquiera decida que siempre se puede dar un manotazo un poquito más grande, encontrar una excusa un poquito más sensible para sacarle algo más a los dueños de yates y Porsches.

El salame va quedando cada vez más chico, increíblemente.

Pero hay algo más. Al atacar directamente los ahorros globales del contribuyente, también se está mandando una señal inequívoca a los inversores y futuros residentes, que no son parte menor en la economía oriental, fuertemente influida por ambos sectores. Esa inevitable desconfianza, ese imparable éxodo real o virtual, ha tenido en el 100% de los casos en el mundo un efecto de ahuyentar la creatividad, la inversión, la residencia, y el mismísimo consumo, porque el dinero que se entrega a los aventureros burócratas no se puede gastar en los sectores que hacen crecer la torta económica.

¿Esperan que el ahorrista acepte su condena sin hacer nada?

¿En serio se piensa que el ahorrista o el dueño del patrimonio aceptará ser un sitting duck, un patito de tiro al blanco de feria esperando el próximo tiro, o ser expoliado todos los días un poco más, además de escarnecido, culpado, despojado y víctima de un odio fomentade e injusto? La famosa curva de Laffer no alcanza a explicar ni a predecir los efectos de algunas medidas.

Así como durante 15 años el marxismo fue agregando solapadamente en el sistema jurídico, sindical, institucional y consuetudinario al estilo de feta de salame, las bases para crear una estructura antiproductiva y anticrecimiento, se está ahora completando otro tramo del mismo camino siguiendo igual procedimiento.

Durante la pandemia, un par de inimputables diputados billonarios argentinos, Máximo Kirchner y Carlos Heller, crearon un impuesto a la riqueza por única vez, y votaron un aumento de la tasa del impuesto al patrimonio junto con el resto del peronismo. Desde entonces, desapareció la poca inversión que existía en Argentina. Hacen falta regímenes tan idiotas como el RIGI para conseguir alguna miserable propuesta de falsa inversión. Por qué Uruguay creería que no merecería igual suerte? ¿Porque “Uruguay es distinto”?

Mientras por un lado se oyen los lamentos por la despoblación oriental, por el otro se hacen esfuerzos para ahuyentar, aún desde la amenaza, cualquier posibilidad de radicación con capacidad adquisitiva. Seguramente la inmigración masiva de dominicanos, gazatíes, marroquíes, subsaharianos o similares con pasaportes sin patria resolverá el problema a satisfacción. Y si esos sectores no cuentan con recursos para sustentarse o atender su salud, siempre se pueden poner nuevos impuestos a los dueños de Tesla o mansiones en Punta del Este para resolver el problema.

El salame admite que se le corten fetas hasta que se acaba. Después se puede recurrir a la Patria Grande, llámese Lula o von der Leyen.

Contra Viento - Uruguay



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