UN CICLO DE MEDIO SIGLO DE FRACASOS

OPINIÓN

En todas las etapas de la Argentina moderna, desde 1980 hasta el presente, hubo crisis externas, pero desde 1975 hemos mostrado ineptitud para afrontarlas y adaptarnos


José López Rega e Isabel Perón en 1975, cuando se inicia el ciclo de decadencia argentina.

Por Roberto Azaretto

Entre 1880 y 1930 la Argentina triplicó el producto bruto por habitante junto con un incremento demográfico que duplicó la población entre 1894 a 1914. Desde 1930 a 1975 el PBI por habitante se duplicó y desde 1975 a la fecha solo un 17%. Estamos entonces ante un ciclo de medio siglo de fracasos.

En estos tres ciclos podemos hacer notar una diferencia entre el primero y los dos siguientes, que fue entender el mundo y no desaprovechar las oportunidades que ofrecía para el desarrollo nacional.

No estuvo exento de crisis ese período como la del noventa del siglo XIX, que afectó también a otros países de la región y a la banca de Londres, principal plaza inversora en el mundo en esa época y la primera guerra mundial que paralizó las inversiones desde Europa y el crédito provocando en 1914 una enorme contracción del PBI.

En octubre de 1929 se inicia la crisis mundial con el “lunes negro” de Walt Street, que se agrava al año siguiente con la ley de aranceles Smoot- Hawley, que, con el propósito de proteger la industria de los Estados Unidos, elevando aranceles, provocó una disminución del comercio internacional, afectando las exportaciones de ese país y su industria ya que la réplica de otros estados no se hizo esperar.

El treinta en la Argentina es recordado además por terminar con el ciclo iniciado en 1862 de continuidad en la sucesión presidencial. En realidad, no es la primera revolución, sino la primera que tuvo éxito en derrocar a un presidente que pudo haberla sofocado, pero no dio las ordenes pertinentes, concluyendo así un ciclo de 25 años sin intentos de deponer un gobierno por la fuerza.

La primera guerra mostró, como lo señalaba en sus mensajes de 1915 y de 1916 al Congreso el presidente Victorino de la Plaza, debilidades en la economía argentina que proponía encarar cuando el conflicto mundial cesara, marcando la necesidad que los argentinos invirtieran más en barcos, petróleo y siderurgia que en construir edificios de renta o en títulos públicos.

Para 1930 se habían alcanzado los límites de la frontera agrícola ya que un tercio del territorio es semiárido y otro árido. Recién con los avances tecnológicos de los noventa se corrió el límite quedando pendiente la ampliación de las superficies irrigadas.

Esa Argentina intentó avanzar desde lo que Natalio Botana definió como la República Posible a la República Verdadera con las reformas electorales de 1912. Sin embargo, si bien se mantuvo el respeto a la libertad de prensa y a la independencia judicial, quienes disputaron el poder desde la ley Saénz Peña se tentaron con el hegemonismo político. Problema agravado en los cuarenta con la destitución de la Corte Suprema y las limitaciones a la libertad de prensa. La instalación de la inestabilidad política con alternancia de gobiernos basados en proscripciones y surgidos de golpes de estado coincide con aciertos y desaciertos en lo económico, pero con un balance positivo en esto si lo comparamos con la etapa iniciada en 1975.

La crisis del treinta afectó a la Argentina pues ésta participaba con casi el 3% del comercio mundial, ahora solo representamos el 0,3%. Esto llevó a un proceso acelerado de sustitución de exportaciones y un incremento en la inversión pública que se destinó a construir la red nacional de caminos y cinco mil kilómetros de ferrocarriles. Durante la guerra además de las exportaciones tradicionales las industriales alcanzaron el 20 % del total.

El período iniciado en el treinta y concluido en 1975 tuvo dos ciclos de crecimiento el de finales de 1933, que concluye en 1948 y el iniciado en 1963 y finalizado en 1974. Hubo 15 años de estancamiento producto de aislarse del mundo, junto con el empleo de las divisas en estatizar empresas existentes y anticuadas en vez de invertir en petróleo, energía, infraestructura vial, modernización ferroviaria. Falencias que empiezan a revertirse a partir de 1958.

En estos últimos cincuenta años nuestro país muestra un éxito político al lograr desde 1983 en período de cuarenta y dos años de estabilidad política, aunque con intentos de erosionar la calidad institucional, tanto en los noventa como en este siglo.

En todas las etapas hubo crisis externas, pero desde 1975 hemos mostrado ineptitud para afrontarlas y adaptarnos. Las transformaciones en el mundo son impresionantes y veloces. Sin embargo, seguimos atados a viejos paradigmas con miedo a reformar y cambiar. Baja tasa de inversión, legislación que impide la creación de empleos formales, políticas anti exportadoras, impuestos distorsivos a lo que se suma el inicio de una crisis demográfica por la baja natalidad y una creciente emigración y el desastre educativo y políticas de corto plazo nos llevaron a este fracaso.

Solo con calidad institucional y un programa reformista de largo plazo podremos retornar la senda del crecimiento y propender al bienestar para todos.

* El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia.

LOS ANDES




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