OPINIÓN
La interna peronista llega a su punto de máxima tensión. Milei suma tropiezos políticos: el revés en el Senado, las polémicas por Malvinas y números de pobreza que tensionan el relato oficial

Por Pablo Winokur
Milei encontró esta semana algunos límites que difícilmente se puedan revertir. Lo destrozaron en el Senado con los pliegos de Lijo y García Mansilla, tensionó con un tema sensible como es Malvinas jugando en contra de una posición histórica de la Argentina, hizo un viaje relámpago a ver a Trump que lo dejó plantado y las variables financieras siguen descontrolándose. Del FMI por ahora no hay grandes novedades. El riesgo país superó los 900 puntos y las reservas estan a dos días de caer por debajo de los 25 mil millones. En este escenario caótico, el Gobierno tiene una única buena noticia: la guerra Cristina-Axel que puede dinamitar al peronismo. Mientras la casta juega, los leones se divierten.
Axel Kicillof va a vetar la ley que quiere impulsar el kirchnerismo en la Provincia para obligar a que las elecciones en ese distrito sean el mismo día que las nacionales. La guerra no es por una fecha; eso es una excusa. Lo único que está verdaderamente en juego es el liderazgo del peronismo a partir de 2025. El resto es cáscara. Si se concreta esa decisión -que fue adelantada a A24.com por uno de los laderos más importantes de Kicillof- la ruptura va a ser total.
El jueves fue un día de furia para el peronismo. La Cámara de Diputados bonaerense votó una “preferencia” para que el próximo martes se vote sí o sí una reforma electoral que suspenda las PASO con o sin dictamen de comisión. Con esa preferencia, se puede aprobar una ley con una mayoría simple y evitar los 2/3 que se necesitaban hasta ahora para cualquier cambio. Es una particularidad de la Legislatura local.
Así, con un acuerdo simple entre el kirchnerismo, el massismo, La Libertad Avanza y algunos sectores del radicalismo, pueden votarle la ley para sacarle al gobernador el control sobre el calendario electoral. A todos les conviene unificar las elecciones:Al kirchnerismo, porque puede pegar a sus candidatos locales a la figura de Cristina.
A Massa, porque no es tiempo de pelearse con Máximo.
A La Libertad Avanza, porque no tiene estructura en toda la provincia para tener candidatos en cada pueblo y quedaría muy expuesto con una derrota demasiado grande.
A un sector de la UCR, para tratar de nacionalizar la elección y evitar la sobrerrepresentación de dirigentes locales.
Esta semana, el conflicto escaló cuando el kirchnerismo firmó una solicitada pidiendo elecciones concurrentes. “Para revertir el deterioro en la Provincia hay que enfrentar al gobierno nacional, concentrando toda la fuerza en ese objetivo. No nos podemos dar el lujo de dispersar esfuerzos”, escribieron. “Tenemos que tirar para el mismo lado y en el mismo momento; en una sola elección, una sola campaña y un solo mensaje”, decía la solicitada.
Kicillof respondió: “Esa elección es un problema, es un caos, que le conviene electoralmente al Presidente. Para garantizar que la gente pueda votar, una solución posible es hacerlo en dos días distintos. Esta es mi posición, la mayoría de los gobernadores desdoblaron”, planteó en un acto intitulado: “Debates del Futuro”.
Si la Provincia vota sola, sin interferencias de Nación, Axel podría construir su propio futuro, su propio proyecto de poder. “La unidad debe lograrse también en la cuestión programática para alcanzar un gobierno con un funcionamiento armónico, coordinado, que pueda afrontar la complejidad enorme que va a dejar Milei”, dijo Axel en el mismo acto.
“Te llama a debatir y construir entre todos. Después te clavan una placa final en el canal de YouTube del gobernador que dice ‘El futuro es con Axel’”, ironizan en La Cámpora.
“Están acomodando al muerto en el cajón. Lo que dejan en claro es que no hay voluntad política de escuchar al gobernador”, se queja un dirigente territorial histórico que hoy acompaña al gobernador.
“Si le sacan esta ley, sería un récord institucional: es la primera vez en el país que una Legislatura trata de ponerle fecha a una elección, sacándole la prerrogativa constitucional al gobernador”, describe este dirigente. Serían los argumentos para que Kicillof vete la ley. Se verá.
El gran problema de esta pelea es que es un debate absolutamente superestructural. No hay diferencias de fondo entre Cristina y Axel, que justifiquen esta batalla a todo o nada. Hasta Wado de Pedro tiene más margen para tener un discurso diferenciador. ¿De qué manera podría Kicillof convocar a una coalición más grande para ganarle a Milei habiendo sido el autor intelectual del tramo final de la gestión de Cristina?
La semana de tensión de Javier Milei
Mientras el peronismo discute estas nimiedades de casta, Milei vivió una semana para el olvido. En lo económico, todas las variables parecen descontrolarse. En lo político, esas tensiones van acompañando y lo fuerzan a nuevos tropiezos.
Quizás el más visible fue la durísima derrota en el Senado por los pliegos de Lijo y García Mansilla. No solo no consiguió los 2/3 para que le aprueben esos nombramientos, sino que los dos fueron rechazados casi con 2/3, con un abanico que incluyó al peronismo, la UCR, el PRO y partidos provinciales.
La reacción del Gobierno fue otra vez desmedida. Sacó un comunicado de “repudio” a la decisión del Senado y dijo que es “el refugio de la casta” en el Congreso. Se quejó además de que el rechazo fue por criterios “meramente políticos y no por cuestiones de idoneidad”.
La Constitución argentina establece que una de las funciones del Senado es aceptar o no a los Jueces de la Corte que propone el Presidente. Obviamente, las razones de esa decisión son políticas. Si fuera por mera “idoneidad”, los jueces se elegirían por concurso.
El mandato constitucional que tiene el Presidente es proponer candidatos que logren el “acuerdo” del Senado. Eso implica necesariamente una negociación, que en este caso no existió.
Milei y la polémica por Malvinas
Esta semana, Milei volvió a la carga con una propuesta polémica. Habló de que los habitantes de las Islas Malvinas (“los malvinenses”) puedan “votar con los pies” si quieren ser ingleses o argentinos. El Gobierno siempre fue muy errático en sus posiciones en torno a las islas. ¿Sabía Milei lo que estaba diciendo? ¿Por qué es un problema el planteo presidencial?
Las Islas Malvinas fueron ocupadas en 1833: se expulsó al gobernador local, se instaló un nuevo gobierno y se implantó una nueva población de origen inglés. Ahí está el eje del asunto: si el Reino Unido pobló las islas con su gente, ¿por qué estos pobladores querrían ser argentinos, si en definitiva son ingleses o descendientes de ingleses?
Por eso, el planteo histórico de la Argentina es que se trata de un conflicto bilateral con dos partes: Argentina y el Reino Unido; los “malvinenses” (como le dijo Milei) no pueden participar de las negociaciones como tercer actor.
Permitir que los kelpers voten (con las manos o con los pies) significaría reconocerlos como un pueblo con derecho a la autodeterminación, algo que Argentina niega en base al “principio de integridad territorial”: esto, básicamente, significa que el territorio de un Estado no puede ser desmembrado o alterado sin su consentimiento y que los países tienen derecho a mantener su unidad y fronteras sin interferencia externa.
Dado que este principio se violó a partir de 1833 y que Inglaterra “implantó” la población kelper en un territorio ajeno, no es posible para el derecho internacional que esos pobladores (o sus descendientes) decidan qué quieren hacer; tampoco podrían los cordobeses hacer un referéndum y decidir independizarse. Todo esto está expresado en la resolución Resolución 1514 (XV) de las ONU sobre la descolonización.
Por otro lado, hay decenas de resoluciones de la ONU que instan a las dos partes a negociar y que omiten expresamente la posibilidad de sentar a un tercero a la discusión. El discurso de Milei sienta un precedente peligroso que podría debilitar el reclamo argentino en foros internacionales.
El debate por la pobreza
La pobreza en la Argentina es del 30/35% hace muchos años. Oficialmente, el INDEC usa una sola variable para medir, que es el ingreso de los hogares, ponderado por el costo de la Canasta Básica Total (para la pobreza) y la Canasta Básica Alimentaria (para indigencia). No se toman otras variables que podrían ser relevantes, como nivel educativo, acceso a agua potable, tipo de vivienda, etc.
Milei llevó en el primer semestre de 2024 la pobreza a más del 50%. Fue una foto preocupante, pero una foto al fin. Hubo una devaluación inicial del 120%, lo que derivó en una inflación del 98% en el primer cuatrimestre de 2024.
Como contracara, los aumentos de los ingresos tardan más tiempo en acomodarse y recién para el segundo semestre empezaron a recuperar (en promedio) los niveles de compra predevaluación.
Eso -y solo eso- explica los saltos tan grandes de la pobreza: 50% era un número exagerado forzado por la devaluación y 38% es un número subsestimado, forzado por al estabilidad precaria del precio del dólar pisado.
La gran duda es cuánto tiempo va a poder sostener el Gobierno estos niveles de pobreza (altísimos también, por cierto) en una economía que no está generando una estampida de nuevos puestos de trabajo y que mantiene muy lenta la suba de sueldos.
Recordatorio: el sueldo promedio de un trabajador registrado es de $1,2 millones y la canasta de pobreza es $1 millon para una familia con dos hijos sin alquilar. Los números están muy finitos.
No le vamos a enchufar al pobre Javo la pobreza estructural que dejaron otros gobiernos. Pero tampoco es para andar haciendo espamento de que “sacó al 20% de la población argentina de la pobreza”, como dijo en Estados Unidos.
Por cierto, este gráfico que anduvo difundiendo el Gobierno tiene varios problemas. Primero que se desentiende de todo su primer semestre de gestión; segundo, que según la infografía, Alberto Fernández gobernó 5 años.
La crisis del sistema financiero derivado de la suba de aranceles de Trump pone en jaque el relato. El dólar blue superó esta semana los $1300, el riesgo país está en casi 1000, las reservas perforan el piso de los 25 mil millones y el Merval acumula perdidas en el año de hasta el 25%.
El acuerdo con el FMI, que debería estar cerrado en los próximos 10 días -según las estimaciones del propio Milei-, no da señales en el horizonte. Una devaluación pondría en jaque todo el relato.
El Gobierno tiene peleas en todos los frentes y nada parece tan claro como debería. Ni siquiera la amistad con Trump, que esquivó verlo en un viaje que el Gobierno había armado a medida de ese encuentro. ¿Quién va a pagar la cuenta de la gira exprés que organizó para recibir un premio ignoto?
El Gobierno, de todos modos, sigue teniendo a su favor un aliado inclaudicable: una oposición que sigue bailando al ritmo de los problemas de la casta y que expone sus internas a cielo abierto. Algo que la ciudadanía rechazó en las últimas elecciones.
(A24)
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