CULTURA
Elcira, nacida en estos pagos
Por Walter R. Quinteros
Fue el año cuando el terremoto sacudió este pueblo, justo cuando decían que era la fecha de la fundación. Busquen en 1908. Porque de eso nadie se acuerda ni nadie dice nada, ni siquiera se molestaron en escribir algo, en guardar algún registro.
Elcira era una niña que alojaban en un orfanato de Córdoba porque era tan mal hablada que nadie la quería tener. Dicen que allí tampoco quería estar, gritaba, pedía por su madre y por sus hermanos y pataleaba de lo lindo, golpeaba su cabeza contra las paredes. Cuando se calmada, hablaba, mejor dicho puteaba.
— ¿No quieren saber qué pienso de mi padre? ¿Quieren que les cuente quién es mi padre?
— Si quieres hablar Elcira...
— Es un asqueroso hijo de una ramera amarreta, un chanta pedazo de boludo, pito con ladillas, loco que se la da de matón, perro sarnoso, un gil que se puede ir a la concha de la lora, burro hediondo, perro de mierda, sinvergüenza, marica cabrón, cornudo, bien cornudo, cretino, descarado, sinvergüenza, estúpido, farsante, leche podrida, hijo de una bolsa de bosta, hijo de yegua renga, perdedor mal parido, vago, borracho apestoso, ladrón, chusma, idiota, imbécil, insignificante, inútil, un don nadie, bufarrón de leprosos, viejo baboso, bruto agusanado, vagabundo, mugriento, basura, traidor, cara de escupidera de water closet, pervertido, estúpido con tufo de orinal, grasiento, payaso que se hace el mosquita muerta, sorete miserable, mierda de caballo, granoso maldito y mal terminado, gusano estúpido, ¡y el pelotudo más grande que he visto en mi vida! Cuando me saquen de aquí, le clavaré un cuchillo en la garganta, después le cortaré las bolingas y se las tiraré a los chanchos.
El padre había abusado del hermano menor de Elcira, le tuvieron que hacer quince puntos de sutura al nene, mientras había remezones del terremoto, todavía.
Ella, indignada, le avisó a una vecina que vaya y denuncie a la policía porque estaba cansada de la paliza que le dio al padre. El médico dijo que Elcira le quebró una pierna y dos costillas con el mango del hacha.
En consecuencia: El padre preso, los hijos retirados de la casa por orden judicial y distribuídos en orfanatos y centros de cuidados de menores.
La madre de Elcira hablaba del sinverguenza ante el juez: "Él es todo lo que tengo, mi sustento, mi cielo, mi aire, el amor de mi vida, mi macho duro y erguido, sepa usted, señoría".
Elcira en el orfanato insultaba a los gritos, le decían la chuncana.
— Señor, quiero que le diga al juez que mi padre es un tremendo hijo de prostituta, guarango, pito loco, baboso, boludo, burro, perro, cagón argolludo, canalla, cornudo, borracho, cretino, desgraciado, estúpido, falso, fracasado, idiota, imbécil, ignorante, ladrón, leproso, mal acabado, bolsa de bosta, miserable que se hace el mosquita muerta, cabeza de mula, odioso, orangután roñoso, chancho retardado, y un mariposón de mierda. ¡Que voy a acabar con su vida con una navaja, que lo cortaré en mil pedazos y con sus dedos adornaré los vasos de vino de sus amigos borrachos!
Elcira, fue considerada una chica de catorce años con trastornos psiquiátricos según el informe pericial. Todos los días esperaba la visita de su madre, apoyada en la ventana. No almorzaba. No merendaba. No cenaba. Algunas noches no respiraba.
Dicen que su madre llegó un día cinco minutos antes que termine el horario de visita. Que le imploró que levante la acusación contra su padre. Que para eso le miente que tiene dinero para pagarle. Que le confiesa que su marido perdió el empleo y que lleva muchos días preso por su culpa, que otros hombres la ayudaban. Que había llegado caminando desde la estación y que le tuvieron que prestar dinero para que pueda volver en el tren que tenía parada en La Calera, Cosquín y Toco Toco.
Dicen que el día de su cumpleaños número quince, en el segundo mes de encerrada, Elcira escribió en las paredes con un pedazo de carbón que encontró en el patio. "Sepan todos que mi padre es un boludo fracasado, tarado, cornudo desgraciado, un marica borracho por culpa de sus amigos de mierda y el vino que toma. ¡Traten de curarlo!".
Al tercer mes escribió. "Sepan todos que mis hermanos y yo seríamos felices con mi pobre padre curado, y no con la zorra de mi madre".
El juez actuante mandó a buscar a la madre. Ella decía que no podía ir a ver a Elcira porque trabajaba limpiando la casa del jefe de la Estación de trenes y no podía dejar a sus otros hijos solos. Los policías la amenazaron con llevarla a la fuerza y su hermano Norberto le dijo que le rompería los dientes de un sopapo si no lo autorizaba a retirar su sobrina.
Dicen que a Elcira se lo contaron así, tal cual. Ella reía, era otra, saltaba de alegría. Le dieron el alta con la firma de su tío como tutor y de su amigo Benito como segundo tutor, que supo ser un compañero de orfanato que se había retirado ya que era mayor y tenía empleo en los molinos de la bajada Pucará, pero que visitaba siempre al personal y hablaba con ella. Con su firma atestiguaba ser instruído y responsable y que entendfía el deber de acompañarla hasta su mayoría de edad.
— Tio, sepa que mi padre siempre fue así, pero por culpa de su hermana, la paspada bruta de mi madre que le mete los cuernos con los ferroviarios. Interceda para que Benito duerma en mi pieza y no se le ocurra contarle al juez.
En la primera visita, dicen, habló con los funcionarios de Salud de buena forma y empleando buenos modales, les dijo que veía a su padre convertido en otro hombre, alejado de la bebida pero abrumado de saberse lisiado, inútil y cornudo.
Cuando cumplió diecisiete, se casó con Benito, estaba embarazada. A Benito le dieron de baja en el Ejército y no hizo el servicio militar por ser sostén de familia. Ingresó a Material Rodante recomendado por un ingeniero norteamericano de apellido Maury el día que unieron los ramales Deán Funes-Paso Viejo con el de Toco Toco-Córdoba.
Una noche, el padre de Ercilia apareció muerto en las vías. Hallaron su cuerpo destrozado, pasando el puente que hicieron los ingleses para que se escape el agua de las lluvias de los altos, donde comienza el camino a Catamarca. Dicen que el experto en ferrocarriles, un tal Otto Bemberg, dijo que ningún maquinista puede frenar una Walker Bristol con formación de ocho vagones por un borracho acostado en las vías y en una noche oscura.
Al cuerpo le faltaba la cabeza y su miembro reproductor, pero nadie dijo nada.
Su madre se fue con su nuevo novio a La Rioja.
Sus hermanos a vivir con el tío Norberto, cruzando el río.
En los años siguientes Elcira, trabajó de empleada doméstica y de cocinera en un restaurante árabe, ella decía que este lugar se estaba llenando de turcos. Sus tres hijos estudiaron, uno fue médico, otro ingeniero, y otro puso un comercio por la Mitre. Amó a su esposo, se amaron. Criaron a sus nietos. Y finalmente murieron de viejitos el mismo año.
Mirá, vos entrás al cementerio San José, seguís hasta la Cruz Mayor. A ver cómo te explico. Caminás un poco más, doblás para allá, y después para este otro lado. Es fácil, sus tumbas tienen flores de plástico, ya están algo pálidas por los yuyos altos, y este solazo de mierda.
(© Walter R. Quinteros - Cuaderno de las malas noticias)
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