LAS AUTORIDADES NO APRENDIERON NADA

OPINIÓN

El tercer gran desastre en Bahía Blanca


Por Rubén Lasagno

Después de la histórica inundación que sufrió Bahía Blanca hace tres días, escuchamos y vemos el drama de la gente, del vecino, de hombres y mujeres que con su esfuerzo, sostienen la vida de una ciudad que tiene puerto y ha sido por décadas la puerta de entrada de la Patagonia y su desarrollo, siempre estuvo vinculado al comercio, al transporte de granos y carnes y al desarrollo petroquímico. Es decir, una ciudad importante ubicada en un contexto geográfico complicado, subyace en una gran depresión del terreno, se levanta cerca del mar y todo su entorno es “más alto” que el valle donde se asienta; metafóricamente podríamos decir que Bahía Blanca se construyó en el fondo de una palangana, sobre la que drenan ríos como el Sauce Grande y a pocos kilómetros se encuentra un dique como Paso de las Piedras y la cuenca del Napostá.

Esto lo señalo para decir que a nadie le sorprende que la ciudad se inundara, siempre tuvo inundaciones “menores”; que ocurriera un desastre, era solo cuestión de tiempo.

Además, el trazado de Bahía, la desorganización urbana de muchos años y el sistema cloacal viejo y con poca capacidad de drenar por las bocas de tormentas en sectores bajos, junto con la inusitada cantidad de agua que cayó (250 mm en 3 o 4 horas), colapsó cualquier posibilidad de drenaje o desagote rápido de la tierra que a su vez saturada y sin posibilidad de absorber más humedad, corrió o permanece estancada, dado que durante las pleamares (cada 12 horas) la presión de las mareas, no permiten que el caudal de la inundación escurra hacia el mar.

Personalmente he vivido muchos años en Bahía y conozco puntualmente los riesgos a los cuales se expone todo el ejido urbano ante lluvias caóticas y las consecuencias irremediables que ello podría ocasionar, como acaba de ocurrir. Y repito: era solo cuestión de tiempo para que sobreviniera el desastre.

No hay sorpresa, faltó inversión y decisión

En los años´80 dos ingenieros en Bahía Blanca (Ferraz y Luque) advertían las consecuencias que tendrían una lluvia de 200 milímetros en menos de un día, sobre la cuenca del Napostá. La Universidad Nacional del Sur y la Universidad Tecnológica Nacional en Bahía Blanca, hace años vienen advirtiendo los peligros de no hacer las obras necesarias para acelerar los drenajes del agua en caso de producirse lluvias por encima de los 130 o 150 milímetros y en el año 2012, el CONICET hizo una publicación sobre el tema. Ningún político (intendente, gobernador o presidente), tomó en cuenta las advertencias.

Las únicas obras realizadas a principio de siglo fue el canal Maldonado, un aliviador del Arroyo Napostá, por el cual descargaría el caudal sobrante hacia el mar. El desborde de éste canal fue clave para el desastre. A lo largo de 100 años sufrió modificaciones, agregados de puentes, terraplenes, vías férreas y pasos peatonales y cuando debió drenar, desbordó y el agua cubrió todo a la altura de 1.70 en los barrios aledaños, sin que se pudiera contener su embestida.

Nada ocurrió que no debiera ocurrir. Hubo cálculos, predicciones, estudios, simulaciones, pero no hubo conciencia política ni decisión de hacer las inversiones necesarias para que esto no ocurriera o al menos el desastre pudiera mitigarse.

No hubo aprendizaje

Esta semana, más precisamente el 13 de marzo, se cumplen 40 años de la explosión que conmovió a Ingeniero White y Bahía Blanca, cuando explotó el Elevador 5 en el puerto cerealero de (en ese momento) la Junta Nacional de Granos y murieron 22 personas. La JNG tenía las maquinarias que cargaban los buques en malas condiciones de mantenimiento. Una chispa se combinó con los gases y el polvo que genera el cereal en las tolvas y fue una bomba de alto poder que destruyó toda el área administrativa y puerto de carga en Ingeniero White matando a toda la gente que estaba en las intalaciones e hiriendo a más de 100.

En diciembre del 2023 un huracán de violencia inusitada, con vientos de más de 140 y 160 kilómetros dejó 13 muertos en Bahía Blanca. No hubo alertas suficientes ni se tomaron medidas ante el evento climático que se avecinaba y el Intendente Federico Susbielles, el mismo que ayer trataba de explicar lo inexplicable a la opinión pública, en aquel momento dijo más o menos lo mismo.

Pasaron 100 años de la última inundación grave en Bahía Blanca, 40 años desde que explotó el puerto por desidia e imprevisión por parte del Estado y un año y dos meses desde el huracán que asoló esa ciudad.

Nada cambió. El sector político nacional, la provincia y el municipio no se animaron a prescindir de la apariencia y el discurso inmoral. Patricia Bullrich y Petri pretendieron “dar la cara” y la gente los insultó. Axel Kicillof arribó a Bahía Blanca y no quiso aparecer en cámaras y el intendente nada pudo explicar.

No hay (ni hubo nunca) planificación, prevención, ni organización, asistencia, reacción inmediata y mucho menos, inversión. Solo la reacción circunstancial de las autoridades que no aprendieron nada y la solidaridad pública que trata de suplir lo que no hace el Estado, son los pilares endebles en los que se sustenta la ciudad “el día después”..

Lamentablemente, nada indica que en Bahía Blanca no vuelva a ocurrir otro desastre y debamos estar repitiendo esta misma nota para recordar que todo estaba dicho, pero lo que faltó antes y falta hoy en cada caso es previsión, gestión, seriedad política, que no se roben los fondos y compromiso político y social, todo lo cual está muy alejado del ánimo de quienes tienen sobre sus hombros la responsabilidad de responder por las promesas de campaña que nunca han cumplido e incumplen y la impotencia que muestran para actuar, cuando los consecuencias ya son irremediables y navegan en las aguas de la insolvencia moral y práctica, hasta el próximo desastre que les toque vivir a los bahienses. 

(Agencia OPI Santa Cruz)


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