SOCIEDAD
Había un golpe que pasó desapercibido
(Osvaldo Raffo)
Por Redacción
Cecilia Di Lodovico desde Infobae, nos recuerda las conclusiones a las que arribó el criminólogo hace 18 años y que hoy gozan de renovada actualidad tras el hallazgo del ADN del parquetista Roberto Barzola en el cinto de la bata con el que asfixiaron a Dalmasso y en un vello púbico que encontraron sobre su cuerpo desnudo.
Raffo había llegado al expediente a raíz de una convocatoria de Marcelo Brito y Soledad Nieto, abogados de Facundo Macarrón, por ese entonces, imputado por el homicidio de su propia madre, una hipótesis del fiscal Javier Di Santo que naufragó al igual que las sospechas sobre el denominado “perejilazo” Gastón Zárate.
En el documento de 14 páginas, al que tuvo acceso Infobae, desgranó el trabajo de los médicos que realizaron la necropsia: dio cuenta de errores y omisiones que habrían cometido, ordenó y completó datos y hasta reveló un detalle que pasó desapercibido en la mesa de autopsias. En resumen, una clase magistral del tanatólogo que, en marzo de 2019, decidió quitarse la vida.
En primer lugar, anotó que la autopsia fue ejecutada el “26/XI/06″ a las 21, que el hallazgo del cuerpo se produjo a las 16 del mismo día y que el examen médico forense en el lugar del hecho se realizó a las 19. Luego, listó, a su entender, cada uno de los yerros.
“El cadáver fue remitido a la morgue sin la ligadura cervical que era doble y fijada con dos nudos, sobre el lateral derecho del cuello y ubicado a la altura de la laringe”; “no resulta aceptable que se afirme que se observan simultáneamente ‘cianosis cervicofacial´, que es un fenómeno vital, y ‘livideces cervicofaciales’, que es un fenómeno post mortem. Tampoco es aceptable que se exprese: ‘no signos de defensa y lucha’ si la víctima fue violada y estrangulada", indicó.
Señaló otro error importante: “El examen cadavérico dice textualmente ‘rigidez presente en período de desinstalación’. La rigidez cadavérica, que es un estado de retracción y tiesura que sobreviene en los músculos después de la muerte, desaparece cuando comienza la putrefacción. En el material iconográfico se observa claramente que el cadáver se encuentra en el período inicial de la putrefacción cadavérica (...) Por ello considero que la rigidez muscular estaba ausente”, explicó. Y agregó: “Es importante excluir la rigidez para poder afirmar que el intervalo post mortem es, siempre aproximadamente, de 36 horas, contando desde el momento que se examinó el cadáver (19 horas del día 26/XI/06)”.
Mencionó, a la vez, los detalles que dieron cuenta de agresión extrema que sufrió la mujer hasta que dejó de respirar: observó una lesión en el cuello de forma redondeada, que reproducía la forma de los nudos constrictores. Notó otras producidas por mecanismos de fricción en la zona del mentón. En el cráneo, “se palpan hematomas”. Puntualizó otros golpes presentes en el codo, en el abdomen, en las mamas (posibles mordeduras), en los muslos, en la cara (posible mordedura) y la zona genital.
Los médicos que realizaron la autopsia atribuyeron las lesiones del codo y la cabeza a “zamarreos” golpeando contra la pared o el borde lateral de la cama en la que fue encontrada. Aseguraron que fueron provocados por “impactos de baja energía cinética”. Para Raffo ese aspecto no descarta el ataque violento y, al mismo tiempo, dedujo que se pudo haber golpeado el codo contra el piso cuando intentaba evitar ser estrangulada.
Luego, continuó con las críticas al protocolo de autopsia: “No hay descripción del dorso del cadáver; la recolección de muestras del cadáver de profundo interés para la investigación criminalística fue incompleta: no se hizo lo usual que es tomar tres muestras de cada lugar, no se efectuó hisopado nasal ni bucal. Las muestras de cabello, vello púbico, cejas y nuevos hisopados se obtuvieron en la exhumación del cadáver; no hubo etapa radiológica. En el caso interesaba el cráneo, la columna cervical y las costillas. No se ha efectuado autopsia del cráneo. No sabemos cuáles son las consecuencias del golpe que Nora Dalmasso sufrió en la cabeza”, recalcó.
“La autopsia del cuello es incompleta”, sentenció. “No se han obtenido muestras para examen histopatológico que no solo confirma la exactitud de los hallazgos microscópicos, sino que permite diferenciar las lesiones vitales de las post mortem, o aclara la naturaleza o mecanismo productor de las lesiones”, siguió. “No podemos saber si fue drogada con una sustancia que alterara su sistema nervioso central o perturbara su funcionamiento”. Marcó otro sinsentido: “El aparato genital está rotulado de ‘normal’. Ello no puede ser así si se han descrito lesiones”.
Para Raffo, los peritos carecían del conocimiento del objetivo de una autopsia, prejuzgaron el cuerpo descompuesto como no productivos, no reconocieron artificios post mortem, describieron de forma deficiente los signos de violencia, cometieron negligencia en el lugar del hecho, en la cadena de custodia y en la redacción del informe. Para colmo, la autopsia de Dalmasso “carece de la ilustración debida”. “Se registraron muy pocas fotografías, no se hicieron esquemas. No existe video”, remarcó el médico legista.
Y criticó a los responsables de la investigación: “No cumplieron con el axioma acuñado por Edmond Locard: ‘El lugar del hecho debe ser un recinto sagrado’. En el escenario criminal estuvieron no menos de 20 personas”, cuestionó.
Las conclusiones de Raffo
Pese a las falencias que encontró, el forense pudo desentrañar la violencia con la que actuó el homicida. “El criminal coloca una mano horizontalmente comprimiendo la boca de la víctima y luego refuerza la presión encimando la otra mano sobre la primera. Completa la maniobra comprimiendo la laringe con el talón de esa mano y agregando el peso del cuerpo”. Es decir, que el autor selló de forma total la vía aérea de la víctima.
Estando Dalmasso en un “estado agónico terminal o ya muerta”, el homicida apretó su cuello con el lazo de la bata. Los rastros de sangre que quedaron sobre su rostro dieron la pauta a Raffo que la víctima trató de defenderse y luchó para no morir asfixiada.
Más adelante habló de un “detalle que pasó casi desapercibido”. Se trata de un hematoma de 7 centímetros de diámetro que la víctima presentaba en la región parietooccipital derecha del cráneo “severo”. “Presumo, porque no se efectuó la autopsia del cráneo, que el golpe disminuyó o anuló la capacidad de resistencia de la víctima”, aseguró el perito.
“Se trata de un signo clásico en medicina forense. La víctima es desvanecida a golpes y luego estrangulada. De allí el nombre ”mecanismo de la anestesia previa de Brouardel". Cuando no está presente el estrangulado, el perito debe investigar por qué causa la víctima no pudo resistir", explicó y recalcó que “casi siempre, la estrangulación está vinculada a delitos sexuales” y enumeró los indicios en el cuerpo de Dalmasso que dan cuenta de ese modus operandi.
“Hay signos demostrativos de violencia canal, no de juego amoroso. Nora Dalmasso no pudo resistirse. Luchó por su vida, fue derribada al suelo y transportada en la cama o sorprendida en ella”. “No podemos descartar que el asesino haya tomado la cabeza de Nora Dalmasso con ambas manos y la haya golpeado varias veces contra el piso o contra la pared. En las manos de la víctima se hallaron cabellos, al parecer, semejantes a los de aquella. Ella misma, para liberarse del agresor, pudo haber traccionado y arrancado parte de los cabellos”.
Dalmasso fue asesinada el 26 de noviembre de 2006. En julio de 2022, el viudo, Marcelo Macarrón fue absuelto del homicidio. La hipótesis que llegó a juicio, del fiscal Luis Pizarro, fue la de un crimen por encargo. Esa posibilidad fue descartada durante el debate por el fiscal de juicio Julio Rivero quien consideró que “Norita” fue asesinada por una persona conocida “tras un acto sexual consentido”. El nuevo fiscal en el caso, Pablo Jávega, comunicó en diciembre pasado el hallazgo del ADN del parquetista en el cinto y el vello púbico. Aunque Barzola no puede ser imputado por la prescripción de la causa, la nueva hipótesis coincide con las conclusiones de Raffo, casi dos décadas más tarde.
Los últimos días de Osvaldo Raffo, el hombre que hablaba con muertos y asesinos
Rodolfo Palacios también desde Infobae nos señala que su cuerpo fue hallado junto a dos notas y una pistola calibre .38 en su casa de San Martín. Tenía 88 años y había sido el perito forense detrás de los casos más resonantes de la historia criminal argentina.
Nos dice en su informe que a Osvaldo Raffo le gustaba bromear con la muerte, excepto con la suya. En su casa de dos plantas de San Martín merodeaba la parca, como la llamaba él. Tenía un depósito con expedientes, anotaciones y videos VHS con autopsias. Era un tirador experto. En los últimos tiempos vivía como un ermitaño. Nunca pudo superar la muerte de su esposa. Pasaba sus días acompañado por Silvia, una mujer que lo cuidaba y le digitalizaba su archivo. Ella lo encontró muerto de un balazo calibre 38.
Raffo se suicidó y dejó una nota: "No soporto más los dolores". Tenía 88 años.
Hizo más de 20 mil autopsias, pero la que más lo impactó fue la de René Favaloro, que se suicidó el 29 de junio de 2000 de un balazo en el corazón. "Ese día lloré mucho, y eso que no soy de llorar", dijo emocionado.
Le dolía ese suicidio más que cualquier asesinato.
Pero la muerte de su esposa lo derrumbó. Casi no atendía el teléfono o si lo atendía, sin cambiar su voz, decía: "El doctor Raffo no se encuentra".
En casi 50 años de carrera, Raffo inspeccionó cientos de escenas del crimen, hizo alrededor de 20 mil autopsias y analizó la mente de casi 8 mil criminales.
—Mi padre trabajaba en un matadero. Quizá mi vocación de tanatólogo forense nació al ver tantas vacas muertas– explicó alguna vez.
Desde que se había jubilado como perito oficial de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, Raffo casi no salía de su casa, donde vivía rodeado de espadas de samurai, armas antiguas, libros sobre homicidios y explosivos, 500 videos de autopsias y 120 cajas de cartón con recortes de noticias policiales y expedientes de casos.
Otras veces, Raffo mostraba la autopsia que le hizo a Alicia Muñiz, la modelo uruguaya asesinada en 1988 en Mar del Plata por el ex campeón mundial de boxeo Carlos Monzón.
En los videos, Raffo aparecía erguido, rodeado de colaboradores y ante un cadáver. Con un bisturí en la mano y los guantes manchados con sangre reseca. Disfrutaba de esas imágenes con el mismo placer que un pianista escucha las sonatas de Mozart. Nada parecía afectarlo.
Hasta solía hacer chistes negros con su oficio:
—Si algún día te pasa algo, dejale dicho a tu esposa que me llame para hacerte la autopsia. Mejor que te la haga un conocido. ¡Tengo instrumental alemán de última generación! —me dijo una vez mientras soltaba una carcajada.
Hasta hace unos años, la rutina laboral de Raffo consistía en diseccionar corazones, rebanar cerebros como si cortara tajadas de un melón o medir penes de criminales. Porque hubo un tiempo en que los peritos consideraban que saber el tamaño del miembro viril de un asesino era un dato trascendente.
Por ejemplo, los detectives que investigaron los cuatro crímenes del Petiso Orejudo -el asesino de niños de principios del siglo XX- se sorprendieron por su pene desproporcionado, que medía dieciocho centímetros. A Raffo no lo impresionaba nada de eso. Y de hecho mostraba las fotos del Petiso Orejudo en la que aparecía desnudo.
Pero el caso que lo catapultó a la fama criminalística fue el raid feroz y asesino de Carlos Robledo Puch, el Ángel Negro que en 1972 mató a once personas por la espalda o mientras dormían. Robledo Puch mató a sus víctimas entre 1971 y 1972.
—Buscábamos a un tipo con el aspecto de un asesino de película. La imaginación a veces te hace pensar en alguien o en algo monstruoso. Al final nos encontramos con un niño bello con carita de ángel, parecido a Marilyn Monroe, pero por dentro era el diablo. He entrevistado a criminales terribles que han mostrado cariño o sentimientos hacia su madre, hijos o esposa. En Robledo jamás vi el menor asomo de afectividad para ningún ser humano —confesó Raffo una vez.
Su último caso fue la misteriosa muerte de Alberto Nisman, para Raffo, al fiscal lo mataron a sangre fría. "A Nisman lo mataron asesinos profesionales", dictaminó. Su coequiper fue Daniel Salcedo, ex jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Contratado por la ex mujer de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, Raffo -decano de peritos y autor de libros que leen los criminólogos que investigan los casos más importantes- estaba convencido que a Nisman lo llevaron hasta el baño de su departamento, lo obligaron a hincar la rodilla derecha en el suelo y lo mataron de un balazo en la cabeza con la pistola Bersa Thunder calibre 22.
El nombre de Raffo volvió a cobrar protagonismo después de las pericias de Gendarmería que apuntaron que a Nisman lo mataron a sangre fría. "El cadáver siempre habla", era una de sus frases de cabecera. Y cree que el de Nisman habló más de la cuenta.
Era considerado por sus pares como una especie de "mago" que resolvía casos imposibles, fue contratado para actuar en 2006 en el caso Dalmasso, por el femicidio impune de Nora, ocurrido en Río Cuarto, y las conclusiones de Raffo -estrangulada en su casa- no fue considerada. Había apuntado a un desconocido. Nunca pronunció su nombre. Guardaba muchos secretos de los casos más famosos. Secretos que se llevó a la tumba.
(Con información suministrada por Infobae)
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