OPINIÓN
Un balance, un agradecimiento y una esperanza
Por Carlos Mira
Un poco diferente el comentario de hoy. Estamos en la previa de la Navidad y sin caer en el lugar común de los “balances” si me gustaría usar algo de este espacio para el agradecimiento. Dicen que la gratitud es el primer paso hacia la prosperidad. Siempre hay que agradecer. Aunque no se tenga nada. Más aún si se tiene mucho.
No hablo de un tener material que se cuente por las posesiones. Hablo de ese conjunto de propiedades que empiezan por la salud y siguen por los afectos y los reconocimientos.
Parapetados detrás de ese activo, el corazón y la mente son capaces de lograr cosas inmensas que pueden, sí volverse materiales.
The Post ha cumplido un tercer año de crecimiento ininterrumpido medido por las aperturas que tiene en la Argentina y en todo el mundo. 2023 había sido superior a 2022 y 2024 ha superado al 2023. Saber que el diario se lee en América Latina, en EEUU en Europa y hasta en Australia es algo que, al mismo tiempo me cuesta procesar y me llena de un orgullo grande porque The Post es el resultado del esfuerzo de muy pocas personas.
A todos ellos les estoy agradecido. También a los que me acompañan comercialmente porque sin ese respaldo el diario no existiría.
Este año hemos agregado coberturas en deportes, en temas internacionales, en economía y hemos profundizado el tratamiento de las secciones de turismo, viajes e institucionales. Más colaboradores externos se han sumado a las páginas de The Post y pensamos en seguir creciendo en el año que va a comenzar dentro de poco.
Agradezco a todos los que se toman un momento para dejar su comentario al final de cada nota editorial. Eso enriquece muchísimo el intercambio con ustedes. No respondo esos mensajes porque la intención es tomarlos en cuenta y aprender; no generar un debate. Siempre de cada uno sale algo a tomar en cuenta.
Hemos visto a la Argentina muchas veces en el fondo del mar y en el camino de los que muchos estimaban era su definitiva recuperación. Los argentinos de mi generación vivimos muchas frustraciones y no tenemos muchos lugares de donde tomarnos para pensar que esta vez será diferente.
Sin embargo creo que esta vez será diferente. Ha sido tanto y tan grosero el daño kirchnerista que hasta los más obcecados han terminado entendiendo la naturaleza profundamente criminal de toda esa tendencia. Desde ya que aún quedan fanáticos que siguen defendiendo lo indefendible y estarían dispuestos a absolver a los Kirchner y a sus secuaces aun cuando los vieran salir de sus propias casas después de haberlas desvalijado. Pero, bueno, la Argentina deberá aprender a convivir con una parte irrecuperable de las generaciones arruinadas por esa banda de facinerosos.
Será mejor que el país se centre en agradecer la fortuna que tuvo al tener a millones que abrieron los ojos a tiempo. El gobierno tiene para con ellos una deuda moral enorme. Hasta podrían perdonársele pifias económicas. Pero no una defraudación a los que creyeron que el presidente Milei traería un aire fresco que removería tanta inmundicia.
Los números de la economía han mejorado rotundamente. El camino es aun largo y empinado. Solo se colocaron los primeros palotes de un edificio ambicioso: nada menos que la reconstrucción de un país azotado por una ruina mental más que material.
Sin dejar de señalar lo que cree es mejorable, The Post apuesta por el éxito de la libertad y espera que la libertad no sea defraudada. La libertad -como la propiedad- no solo es un valor moral superior: es también una prosaica materialidad. Si ciertos parámetros económicos no se sostienen hasta aquellos valores inmateriales y éticos pueden perderse. A veces sí hay que resignar ciertas concepciones ideales en el altar del equilibrio fiscal y un bajo nivel de riesgo país. La Argentina pagó un precio muy alto por entender que esas cotidianeidades son detalles vulgares que solo le interesan a un conjunto de tecnócratas. No todo es “técnica” en la vida, pero la rebelión constante contra la más elemental ley de la gravedad finalmente tienen consecuencias que no solo arruinan las “asquerosas” posesiones materiales sino también el corazón ético de una sociedad.
Los editoriales de The Post se tomarán desde mañana y hasta el 3 de enero un tiempo de receso. Las demás secciones del diario se actualizarán normalmente.
¡Dios quiera que las fundadas esperanzas que muchos tenemos no se arruinen esta vez! Desde aquí les enviamos a todos los que renuevan su confianza en nosotros, un profundo agradecimiento y un deseo sincero de una Navidad en paz, con salud y armonía. Y también voy a agregar un deseo que yo recuerdo se expresaba cuando era chico hasta que desapareció víctima de la derrota que, en la batalla cultural, sufrieron la libertad, el éxito, el mérito y la honestidad: les deseo prosperidad. En la ausencia de esa metálica efectividad pueden morir también los anhelos más sublimes.
¡Féliz Navidad y todo lo mejor para 2025!
(The Post)
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