OPINIÓN
Desde la recuperación democrática, nos gobernaron peronistas, radicales, macristas, alianzas diversas y, ahora, el estreno libertario
Por Sergio Schneider
Tal como se esperaba, los nuevos datos oficiales de pobreza retrataron con crudeza el rotundo fracaso de la dirigencia de nuestro país. Desde la recuperación democrática, nos gobernaron peronistas, radicales, macristas, alianzas diversas y, ahora, el estreno libertario. Algunos más, otros menos, todos hicieron su aporte patriótico a esta historia de pauperización que protagonizamos.
Las cifras difundidas por el Indec la semana pasada escandalizan, pero no sorprenden. ¿Qué otra cosa podía suceder si no un deterioro mayor de la situación social? Los datos corresponden al primer semestre de este año, un período que combinó la herencia dejada por el kirchnerismo y la impiedad del ajuste aplicado por Javier Milei.
El valor nacional promedio de pobreza, de 52,9% de la población, resulta casi envidiable cuando lo que se pone en foco es la medición puntual del Gran Resistencia, que arrojó un 76,2%. Es decir, aquí tres de cada cuatro habitantes viven en hogares que no logran cubrir el costo de la canasta básica familiar. Cuatro de cada diez ni siquiera consiguen comer a diario lo mínimo indispensable.
RUMBO AL MILLÓN
La consultora Politikon Chaco, en su informe habitual sobre el tema, precisó que ese 76,2% de pobres en el Gran Resistencia representa, en valores absolutos, a un total de 323.504 personas pobres. Además, hace el ejercicio de calcular cuál sería la cantidad total de pobres en toda la provincia, si uno se tomara la licencia de suponer que el índice de la capital se repite en el resto del territorio. El resultado es dramático: indica que en el Chaco habría, en total, 860.760 personas pobres. Significa que estamos a una distancia no muy grande de llegar al millón de excluidos.
Es, además, como lo hemos dicho muchas veces desde este espacio, una pobreza que, por la persistencia de políticas erróneas, se torna cada vez más estructural. Los pobres no son solo pobres por el nivel de sus ingresos. Por lo menos una tercera parte de ellos carece de una experiencia laboral y de una formación educativa que le permita insertarse en el mercado del trabajo, aun en el ilusorio escenario de una fuerte generación de empleo.
CURVA TRÁGICA
El derrotero de la pobreza en el Chaco es bochornoso. El diseñador Gustavo Flores, que forma parte del equipo de NORTE, elaboró y subió a sus redes sociales un gráfico con la evolución de los índices desde 2016 a la fecha. Observarlo genera una mezcla de espanto y rabia. La tasa de pobreza había sido de 34,5% en el segundo semestre de 2016, pasó la barrera de 50% en 2020 y hoy más, ya que duplica a los niveles iniciales de la curva. Y eso que apenas pasaron ocho años entre un punto y otro.
Son números que no permiten hacerse los distraídos ni simular inocencia. Desautoriza, por ejemplo, cualquier intento del kirchnerismo de despegarse de esta pesadilla. Sus dirigentes, sus intelectuales, sus periodistas, ven recién ahora un desastre social que con el peronismo no dejó de crecer. La única duda que cabe es si sucedió por incompetencia o porque la pobreza potencia el poder de los aparatos partidarios tradicionales y facilita ganar elecciones sin la incómoda necesidad de gobernar bien.
A su vez, los datos conocidos interpelan a los nuevos ocupantes del poder, tanto en el orden nacional como aquí en la provincia. Y no solo eso, hasta se podría decir que los expone. Porque frente a lo terrorífico de los números no se escucharon hasta ahora más que excusas. En el caso del gobierno nacional también dejaron a la vista una incapacidad inmensa para interpretar el padecimiento humano que hay detrás de los números. Por el contrario, el presidente transmite cada vez más la idea de que esa parte de la realidad, la más lacerante, no lo conmueve ni lo inspira a buscar paliativos.
Según un reporte de la agencia Noticias Argentinas despachado a sus medios abonados (el nuestro entre ellos), el viernes una fuente de la Casa Rosada respondió de esta manera cuando se le preguntó si la administración libertaria prevé alguna reorientación de su política económica y social tras el informe del Indec: "No tomamos decisiones sobre la base de sensibilidades que nos quieren imponer". Lo que hay de verdadero en la frase es que, efectivamente, las sensibilidades no se pueden imponer. Se tienen o no se tienen. No parece tenerlas Milei, así como tampoco las tuvo -pese a su conocido histrionismo- Cristina Kirchner. ¿La habrá tenido siquiera alguno de los antecesores de ambos?
Volvamos a lo local. Los datos del Chaco, prácticamente propios de una posguerra, ¿no ameritan el desarrollo de una acción gubernamental específica, integral, rotunda, anunciada en un acto institucional central en el que se presente un programa integral contra la miseria y el hambre? ¿Se puede tener tres cuartas partes de la provincia incendiada y aceptar que en la porción territorial restante la vida siga como si nada?
Lo que en apariencia sucede, en el fondo, es que somos una sociedad a solas. Los que deberían gobernarnos para transformar nuestra realidad de una manera positiva ven por sus ventanas otra cosa. Ojalá, en algún momento, limpien los vidrios.
(NORTE Chaco)
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