¿QUÉ HAGO CON EL TIEMPO Y QUÉ HAGO EN EL TIEMPO?

SOCIEDAD

"Yo te envío a los israelitas, un pueblo de rebeldes"



Por Padre Tadeusz Giza

Los profetas, como lo fue Ezequiel (586-538 a.C.), son enviados de Dios para hablar en su nombre y ser su presencia viva y significativa. Su misión no es la de adivinar el futuro, como podrían hacerlo la gitana o la vidente, sino que consiste en recordar permanentemente el camino del Señor y despertar las conciencias dormidas o adormecidas.

Queridos Amigos. Hoy celebramos el décimo cuarto domingo durante el año. El tiempo pasa volando, pero la pregunta que con frecuencia debemos plantearnos es la siguiente: ¿Qué hago con el tiempo y qué hago en el tiempo?... pues el momento presente no volverá jamás. Por eso mismo, los textos bíblicos de hoy nos invitan a reflexionar sobre nuestra vocación profética. En el bautismo, todos los cristianos hemos recibido la misión de ser profetas. Y esta misión nos compromete a vivir y actuar como hombres de Dios en el mundo de hoy, porque una sociedad que deja de escuchar la voz de sus profetas, lentamente se aleja de la verdad y de la prosperidad que Dios nos ha preparado.

Ahora bien… ¿Quién es el profeta? ¿Es un vidente que adivina el futuro? Mucho más que eso. Un profeta es un enviado de Dios para hablar en nombre de Dios, a ser su presencia viva y significativa. Su misión no es adivinar el futuro como lo hace la gitana o la vidente, sino que consiste en recordar permanentemente el camino del Señor, a despertar las conciencias dormidas o adormecidas. Le toca una misión difícil porque debe cuestionar los pecados de su pueblo y esto, bien sabemos, no es fácil. Por eso, con frecuencia el profeta termina odiado, rechazado, incomprendido, incluso asesinado por sus hermanos.

Qué fácil es anunciar las buenas noticias, éxitos, prosperidad, pero que duro es proclamar las futuras catástrofes o desgracias, causadas por la infidelidad, por las malas conductas. El mismo Jesús en el evangelio de hoy se queja diciendo: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa". Y San Pablo, consciente de la dificultad de su misión profética, en su carta de hoy afirma diciendo: "Tres veces pedí al Señor que me librara de mi misión, pero él me respondió: 'te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad' (…)".

Queridos Amigos, los tiempos han cambiado. Los escenarios actuales son complejos. Se hace cada vez más urgente la presencia de los profetas que no se casan con ninguna ideología, que no se arrodillan ante ningún poder de turno. Hoy se necesitan personas fieles al evangelio y profetas enamorados de la verdad. Entonces… ¿podemos quedarnos callados, guardar el silencio, mirar al costado sin comprometernos? Cuando se confunde el bien con el mal, cuando reina en muchos medios la "posverdad".

Con frecuencia salimos a la calle para reclamar las mejoras económicas, sociales, etc., pero, por otro lado, no vemos a los padres saliendo a la calle para reclamar una mejor educación, porque sus hijos tienen bajo rendimiento en Lengua o Matemática; no veo que los padres salgan a la calle porque el consumo de la droga y del alcohol arruina a sus hijos hipotecando su vida. En los últimos seis años el consumo de alcohol en los adolescentes entre 13 y 18 años aumentó el 62%. Me asombra la tranquilidad de muchos padres (por suerte, no todos), la permisividad e indiferencia en muchos casos. Nos acostumbramos. Pero… ¿podemos acostumbrarnos cuando la vida de muchos de nuestros adolescentes y jóvenes está hipotecada?

Hoy necesitamos profetas de verdad que nos ayuden a soñar, a abrirnos a nuevos horizontes. Hoy Jesús nos pide que usted y yo seamos buenos cristianos, profetas de verdad. Hace más de cincuenta años, el líder negro Martin Luther King gritaba: "¡I have a dream!" (Tengo un sueño). Cuando en su país los negros casi no tenían derechos, les quemaban sus casas y sus iglesias, no podían ir a las mismas escuelas que los blancos, él testimonió:

"Sueño, que un día, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos blancos puedan sentarse juntos a la mesa de la hermandad; sueño, que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo que todos los hombres somos iguales; sueño que mis hijos vivirán en un país donde no serán juzgados por el color de su piel sino por los rasgos de su personalidad".

Él no llegó a ver realizado su sueño, sin embargo, su deseo se cumplió. Hace unos años, llegó a ocupar la silla de la Casa Blanca un negro: Barack Obama. Qué bello, qué maravillosos son los caminos de Dios. Por eso mismo, haciendo mías las palabras de Martin Luther King, a quien admiro, me permito parafrasear sus ideas diciendo:

"Sueño que nuestra patria argentina se levantará de tantas miserias humanas que nos afectan. Sueño que juntos podremos hacer otra historia, siendo personas honestas, veraces, enamoradas de la Patria y del Bien Común. Sueño que la Verdad (tantas veces secuestrada), la Justicia (tan manoseada) y el Amor triunfarán. Sueño, en el corazón de nuestro pueblo argentino hay mucha nobleza, hay mucha bondad, porque hay incontables reservas éticas y morales".

Que Dios nos bendiga.

(EL LITORAL)



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