OPINIÓN
La canción del deporte y el paso del tiempo
Por Walter R. Quinteros
Les aseguro que no había cosa que te pusiera la piel de gallina y nos hiciera transpirar tanta adrenalina como cuando escuchábamos la canción del deporte.
Para representar a tu escuela en las competencias de aquellos años de la década del sesenta, seguramente el "profe" de gimnasia, te clavaba la vista para ver tu rostro, entraba con la mirada hasta tu corazón para saber si galopaba o latía a un trotecito lento y esa mirada te llegaba hasta el alma. Si quedaba conforme te decía: "Hoy juega de defensa, usted va de tres y el siete ni nadie de los contrarios debe pasar, ayude a sus compañeros de línea en la marca, pida el balón y cuando le llegue, haga jugar a su compañero mejor ubicado". El tipo te ponía un cuchillo entre los dientes y te mandaba a calentar.
Eso, señoras y señores, era el Padrenuestro de la competencia futbolera de aquellos años.
La situación en los vestuarios era todo ansiedad, te calzabas el "suspensor CA-SI", encima el pantalón corto. Te masajeaban con aceite "Esmeralda", te ayudaban a vendarte los pies, te ponías las medias y calzabas las zapatillas, que normalmente eran blancas, se usaban las Flecha o Champion. Y ahí venía lo mejor, te alcanzaban la camiseta, la olías, la mimabas, le mirabas el número y te llevabas la mano al corazón. Las misma mano que levantaba el flequillo rebelde apostado en tu frente.
Éramos tan felices con tan poco.
Cuando vos y el resto de tus compañeros de equipo entraban al campo de juego, el alquimista de las emociones apoyaba la púa del tocadiscos en el RCA y por los parlantes mandaba la canción del deporte. No le corría sangre por las venas al infiel que no lagrimeaba.
Lo que quiero decirles es que vi la apertura de los Juegos Olímpicos en Francia, y apagué todo contacto relacionado con ese espectáculo deplorable.
Con música de Francisco Lomuto y letra de Antonio Botta, la canción del deporte nos entraba por los oídos, sacudía nuestro cuerpo en su revoloteo, y hacía nido en nuestro corazón. Algunas niñas que nos miraban jugar, entrelazaban los dedos, estiraban los brazos y suspiraban en secreto.
Letra:
En un marco de azul celestial
y al rayo solar
va la juventud.
En el pecho un soberbio ideal
y un ansia sin par
de goce y salud.
Una insignia en el corazón
un emblema como ilusión
y en el alma un deseo
de honor y de gloria
que vibra y es siempre emoción.
Luchar, en justa varonil.
Luchar con ansia juvenil.
Y para la raza
conseguir el ejemplar
del porvenir.
Luchar, luchar para triunfar,
luchar y nunca desmayar.
Alentando siempre
la esperanza de imponer
la divisa "Vencer y vencer".
Caballeros del juego hay que ser,
al campo a salir
con fe y con valor.
Adversarios que van a ofrecer
en brega gentil
ejemplo y vigor.
La confianza y la inspiración
del amor a una institución
ha de darnos aliento
y hacer que el esfuerzo
corone de gloria un campeón.
Gentileza: YouTube
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