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La violencia política en EEUU se ha disparado desde 2016, con tiroteos, disputas e incluso conspiraciones para intentar secuestrar y matar a gobernadores y congresistas
Por Pablo R. Suanzes / Corresponsal Washington / Diario El Mundo de España
El intento de asesinato del ex presidente y ahora candidato Donald Trump ha conmocionado a Estados Unidos, provocado la reacción inmediata de toda la clase política y sacado del armario todos los fantasmas. El último intento de asesinato de un presidente, o aspirante a ello, con consecuencias reales se remonta a 1981, cuando John Hinckley Jr, un perturbado obsesionado con la actriz Jodie Foster, entonces una adolescente que acababa de rodar Taxi Driver, disparó a bocajarro a la comitiva presidencial en el hotel Hilton de Washington.
Hinckley Jr, que quería llamar así la atención de Foster, alcanzó a Reagan, pero también hirió un policía y un agente del servicio secreto y dejó en silla de ruedas al jefe de prensa de la Casa Blanca, James Brady. Su nombre está para siempre en el pabellón de los magnicidas o aspirantes, junto a los más famosos de la historia: Lee Harvey Oswald, el hombre que mató a John F. Kennedy, y John Wilkes Booth, el asesino de Lincoln.
La historia del país, por desgracia, está plagada de violencia política al máximo nivel. El primer presidente que se salvó por los pelos fue Andrew Jackson, en los años 30 del siglo XIX. Cuatro murieron en el cargo: Lincoln, en 1865; James a. Garfield apenas 16 años después, en 1881. William McKinley en 1901, ya en el siglo XX. Y JFK, cuya muerte es todavía hoy objeto de polémica, conspiraciones, investigaciones y publicaciones. Pero además de ellos, dos fueron heridos, el mencionado Reagan y Teddy Roosevelt en 1912.
Además de eso, lo últimos años han sido peligrosos. En mayo del año pasado, Sai Varshith Kandula, un joven de 19 años de Missouri, fue detenido tras estrellar un camión contra la fachada de la Casa Blanca. No estuvo ni remotamente cerca del presidente, pero declaró que su intención era acabar con él.
Tres años antes, en 2020, el FBI desbarató una conspiración de ultraderechistas y supremacistas que querían secuestrar y asesinar a Gretchen Whitmer, la gobernadora del Estado de Michigan y ahora una de los nombres que más suenan dentro del Partido Demócrata para futura candidata. En 2028 o incluso este 2024 si Joe Biden renunciara por la presión pública.
"Como alguien cuya familia ha sido víctima de violencia política, sé de primera mano que la violencia política de cualquier tipo no tiene lugar en nuestra sociedad. Doy gracias a Dios que el expresidente Trump está a salvo. A medida que conocemos más detalles sobre este horrible incidente, recemos para que todos los que asistieron hoy a la manifestación del ex presidente salgan ilesos", ha dicho Nancy Pelosi, ex 'speaker' de la Cámara de Representantes de EEUU y una de las líderes del Partido Demócrata, cuyo marido fue atacado por David DePape, un hombre que se coló en su casa buscándola a ella. Y que le atacó con un martillo.
"La violencia política es aterradora. Lo sé bien. Llevo en mi corazón al expresidente Trump y a todos los afectados por el indefendible acto de violencia de hoy. La violencia política es antiestadounidense y nunca es aceptable... nunca", ha tuiteado Gabrielle Giffords, congresista demócrata por Arizona entre 2007 y 2012, que sobrevivió a un atentado en 2011, en la ciudad de Casas Adobes, en el que fallecieron seis personas, entre ellas un juez federal.
OLA DE VIOLENCIA POLÍTICA
La agencia Reuters ha calculado que entre el asalto al Capitolio de 2021 y 2023 hubo al menos 213 casos de violencia política en Estados Unidos. Hay incidentes de enorme trascendencia, empezando obviamente por el ataque a uno de los emblemas de la soberanía, que dejó cinco fallecidos. Sólo uno por disparos de la Policía, pero el resto vinculados en las horas posteriores, según la investigación oficial.
El informe de Reuters afirma que estamos en el momento más tenso y violento desde los años 70 del siglo pasado, con vecinos que se matan por sus ideas políticas o radicales que abren fuego en manifestaciones, como ocurrió en 2022 en Portland, con un muerto y cuatro heridos. O los 10 afroamericanos que murieron a manos de un supremacista en Buffalo, Nueva York, ese mismo año.
La violencia política aumentó durante casi una década a partir de finales de la década de 1960; sólo en 1970 se produjeron más de 450 casos, según académicos. Desde 1980 fue a menos, a pesar del intento de asesinato de Reagan. En los 90 hubo algunos picos, especialmente el salvaje atentado con bomba en un edificio federal de la ciudad de Oklahoma, en 1995, que mató a 168 personas, el peor acto de terrorismo local del país. La violencia política empezó a aumentar de nuevo en 2016, según los expertos consultados por Reuters, y "no parece que hayamos llegado a la cima de la ola todavía".
(EL MUNDO)
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