CRUZ DEL EJE Y LOS TURISTAS IMAGINARIOS

EDITORIAL

Los papás del "fulbito" no pagan hoteles

Por Walter R. Quinteros

Fantasear que una simple carrera de rally puede atraer turismo a una ciudad es poseer una ingenuidad tal, que escandalizaría a los creadores de cuentos de Hadas. La realidad caería rendida, avasallada ante tal argumento. Las entelequias se sabrían victoriosas.

La misma ensoñación sucedería cuando juegan al fútbol los pibes categoría "cebollitas" y un club de los nuestros de repente es invadido por mariposas de colores y caras extrañas que se ubican expectantes detrás de un arco, solo por lo que dura un partido, y que quizás nunca más volvamos a ver.

Presten atención a este parangón; Si viene un equipo de fútbol infantil categoría 2016 de Villa María —pongamos—, porque así lo dispone el calendario de la Liga Cordobesa de Fútbol, a jugar contra un club de esta ciudad, ¿puede decir el presidente del club local que se llenó de turistas su cancha, para ver como dominan el balón, la táctica, dinámica y estrategia de juego que tienen nuestros pibes? 

La hinchada que traen estos pibitos visitantes, son mamá, papá, hermanitos, primos, tíos, abuelos y algún padrino, como mucho. Sumadas todas las familias, dirigentes y cuerpo técnico del equipo, probablemente lleguen a 80 personas. Con suerte.

Dios es grande, entonces posiblemente el vendedor de gorras, banderas y vinchas venda algo. Los otros vendedores de tutuca, choripán, panchos y gaseosas, quizás salven el día. El club que hace de local cobra entrada, pero tiene que pagar adicionales, servicio médico, permisos, árbitros colegiados, planillas, botiquín y otras hierbas.

En este contexto, un señor que pregunte dónde queda la calle López Jordán no debe ser tomado como turista, hasta saber si es un vendedor de calmantes para el dolor de muelas, o vaya uno a saber.

¿Eso es turismo?

Turismo sería si la hinchada o barra brava del equipo visitante compuesta por mamá, papá, hermanos, primos, abuelos y padrinos del centrohalf, back y wines, decidieran pasear por la ciudad, conocer los lugares exparadisíacos, absorver los aromas de la desconocida "ruta de sabores" —que nadie sabe de qué se trata—, alojarse en hoteles, visitar restaurantes, bares, kioscos, plazas, parques, teatros, comercios de artículos regionales o esas cositas que hacemos cuando vamos a una ciudad preparada para eso. Vamos de nuevo; Preparada para eso.

¿Quién vende llaveros alusivos del dique? ¿Estampitas de la estación? ¿Por dónde regala flores el cantor que los debiera esperar con la zamba de Cruz del Eje? ¿Dónde se consiguen los planos de nuestros baches que soportan estoicos el paso de tibios intendentes? ¿Y los visores de diapositivas con fotos de 7° grado de la escuela Marcos Sastre del año '68? ¿Y un centro de eventos para ejecutivos? ¿Qué les ofrecemos? ¿Qué sonrisa nos identifica? ¿Qué nos creemos que somos?

Las ideas tienen ©. Consta en actas.

En el fútbol infantil, lo más probable es que cuando el árbitro pite el final del encuentro, las mamis llamen desesperadas a los futuros cracks del fútbol argentino para abrigarlos y, que los flashes impertinentes de los celulares guarden en su memoria al futuro goleador de la selección nacional en el 2038, secándose los mocos con la manga de la camiseta. 

El rally en cambio, es una disciplina automovilística que se diferencia con respecto a las carreras en circuitos. Veamos por qué: En primer lugar, se disputan en vías públicas convenientemente cerradas al tránsito. En segundo lugar, el tipo de vehículos utilizados deben ser aptos para circular por carreteras públicas por lo que deben estar matriculados y dotados de los mismos elementos obligatorios que el resto de los coches. En tercer lugar, los equipos que compiten en rally tienen piloto y copiloto. En Cuarto y último lugar, largan de un auto por vez, con un tiempo de un minuto entre ellos. En ningún lado habla de escapes anti siesta.​

Con certeza, los pilotos y copilotos de la caravana de vehículos que regresan con los  pequeños futbolistas a su querida ciudad vayan contando las monedas para el peaje, y sin tener los escapes parranderos de los autos de rally, porque la caminera mete multas bravas.

No seamos ingenuos.

En el "debe" —hijitos de Dios—, se hace referencia a los ingresos que recibe una empresa o negocio. En el "haber" —hijitos de Dios—, se hace referencia a las salidas que sufre la empresa o negocio. Que se sepa: El rally es "sponsoreado", y eso no es atraer turismo. Sin necesidad de rally alguno La Cumbre, Yacanto y Villa General Belgrano tienen turismo todo el año.

Pequeñas diferencias en la ciudad de hombres sin luces espirituales

1°) Al rally se le mete publicidad. Les hacen entrevistas, los medios pauteros se desesperan por difundir notas y hablar del tema. Rugen los motores, sordos ruidos oir se dejan.

2°) Los papás del "fulbito" no pagan hoteles.

¡Doña, eh, doña! ¿Me alcanza la pelota?

La Usina de Ideas de LA GACETA LIBERAL, los saluda y desea un Felíz Día de la Patria.

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