¿QUÉ PUEDE FALLAR?

OPINIÓN

Entonces el tipo me dijo que no veía mucha ciencia en lo que hace un gasista matriculado y se puso a reparar la pérdida de gas de su departamento

Por Nicolás Lucca

Ahí estamos, llevamos seis meses sin gas. Y sin doña Gertrudis, Dios la tenga en la gloria y disculpe que se la mandamos con cuerpo y todo cuando voló a la mierda su departamento.

Es eso tan argentino lo que me rompe las guindas, ¿me explico, Licenciado? No hay mayor argentineada que el “qué tan difícil puede ser” sin tener la más puta idea de nada. Imagine una pelea entre arquitectos, ingenieros, gasistas, electricistas y plomeros por el desarrollo de un edificio que termina con un contador a cargo del proyecto por decisión de los inversionistas.

Resulta que el tipo dice que no necesita saber nada de los otros forros que arruinaron todo, que los arquitectos son todos jugadores de Lego insuflados, que los plomeros tienen problemas fálicos no resueltos, que los electricistas son unos sádicos y que los ingenieros son tragalibros con buenos lobbistas. Obviamente, no piensa llamar a nadie. Él sabe que todo es una cuestión meramente económica, que con plata se construye, se contrata y se hace, y que nadie sabe de guita tanto como él.

Aparece un amigo que una vez le cambió una bombita y lo pone a cargo del desarrollo eléctrico del emprendimiento. El hermano sabe cambiar cueritos. O tirar el cuerito. O tirar las cartas, curar el empacho, qué sé yo: va de plomero, ya fue.

¿Cómo “qué tiene que ver” con mis problemas de terapia? Mire, Licenciado, cuando yo le pregunté “cómo anda” al inicio de la sesión, se despachó con un llanto de 45 minutos, así que permítame esquivar su interrupción. Le pregunté cómo andaba como formalismo, tampoco era para que usted se ponga a hacer catarsis, que al final de la hora el que paga soy yo.

Tiene que ver porque me dijeron que los jubilados no iban a sufrir el ajuste del gobierno y ahora resulta que es más humano organizar unos Juegos del Hambre entre ellos que hacerlos esperar el aumento jubilatorio. ¿Nos contaron que el ajuste iba a ser brutal? No, dijeron que era más grande que el pedido por el FMI, pero que no iba a recaer sobre nosotros.

Es como que tengo los gobelinos al plato con eso de “es lo que votó la gente” o “es la primera vez que un presidente cumple con” etcétera. La comunicación en campaña es emocional, siempre lo fue desde que existen las elecciones. Al momento de registrarse para competir, el actual oficialismo presentó ante la Cámara Electoral una plataforma con 144 puntos a llevar a cabo. Dudo mucho cuántos de los 14.5 millones de votantes de Milei en el balotaje optaron por los 144 puntos y cuántos lo hicieron por el muchísimo más efectivo “casta y motosierra”. Conceptos sencillos y difusos. ¿Qué es casta? Lo que el Presi decida.

Tengo más ejemplos para tirar al techo de gente que puede suponer cómo funciona algo y creer que lo arregla en dos patadas. Y las dos patadas terminan con todo roto. Es muy de estos tiempos oscuros del todo da igual. ¿Nunca vio cómo se resuelve un crimen en redes sociales en dos minutos o lo que tarde en llegar la teoría más delirante? Hasta usted tiene competencia con los Influencers de la buena onda. Todavía se ríe de los que se juntan a hacer “tapping” en las plazas porque no vio los baños de vapor vaginales de la medicina alternativa con perspectiva holística de profesionales recibidos en la Universidad del Curro.

Pero no quiero desviarme. Banque, que pierdo el hilo de los temas que quiero charlar. Para mí el “qué puede ser tan difícil” tiene un lado oscuro que es el que va de la mano de la empatía. De la carencia de empatía. Un tipo que está tirado en la calle puede ser un esquizofrénico sin atención ni parientes que cuiden de él, un fumapaco o un flamante producto de los alquileres por encima del salario promedio en el país que no conoce un crédito hipotecario hace casi una década. Sin embargo, no vemos ninguna chance de ponernos en el lugar del otro.

Hay demasiadas personas carentes de toda empatía que se auto perciben buenas. Es como le dice Fermín Pelassi a Fontana en La noche de la Usina, de Sacheri, ¿lo tiene? “Los hijos de puta no saben que son hijos de puta. Mejor dicho: se creen que no. Que son buena gente. O gente común, por lo menos. El hijo de puta tiene siempre cincuenta razones que lo justifican. Cincuenta motivos que lo cubren, que lo escudan, que lo limpian.”

Yo podré decir un montón de barbaridades en mis textos, pero jamás se me ocurriría ir a un deudo a decirle «tu viejo, tu hijo o tu hermano era un hijo de puta y bien muerto está». Pero hay casos muchos más imperceptibles, como el que dice que “el que nada oculta, nada teme”, que es la hermana democrática del “algo habrá hecho”. ¿Y yo qué sé qué de la vida de otra persona a la que no conozco?

Usted me dice que la empatía es siempre es un gran tema pero que la gente no le da bola. Y puede ser por eso mismo: porque nadie quiere sentirse mal. Hace años que decimos “Fulanito dice tal cosa sobre alguien porque no le pasó”, o que “opinan así porque no tienen hijos”, o “porque tienen plata” o “porque no tienen plata”. Y para mí eso es resignarme a que cualquiera se comporte como un psicópata porque no tiene por qué sentir empatía por algo que no tiene o por una situación que no le podría pasar.

El «podría pasarme a mí» como mecanismo de práctica de la empatía es una patraña, licenciado. Y en eso se tienen que hacer cargo usted y todos los que dicen “hagamos el ejercicio de pensar que”… Es egoísmo puro. Si solo pienso en el otro porque me podría pasar a mí, estoy dentro del egoísmo total. El ejercicio debería ser otro, el de la simulación. Porque un tipo que nada en riqueza puede que jamás pueda sentir qué le pasa a otra persona con pesares económicos. Salvo que se lo imagine. Una persona sin hijos puede nunca saber qué significa vivir con miedo el resto de su vida, pero puede empatizar si se coloca en el lugar del otro. Es lo que nos hace humanos, en definitiva.

Párese en una esquina, mire al que está tirado en el piso con el perro y una frazada como todo sinónimo de civilización. Imagínese en ese lugar y dígame cómo se siente. Eso es empatía. Y si dice «no puedo imaginarme en ese lugar porque no he hecho nada para estar así» estamos ante el primer indicio de psicopatía.
No porque no te vaya a tocar nunca en toda tu vida, sino porque, a pesar de que nunca te va a tocar en toda tu vida, podés ponerte en el lugar del otro y darte cuenta que vive un horror.

¿Ya hablamos de los jubilados? Ah, ok. Pero, ¿cómo van a decir que “siempre estuvieron mal” aunque sea cierto? ¿No se te ocurre otra respuesta, papi?

Sí, ya sé que hablo desde un lugar de padre e hijo de jubilados. Pero no soy de la cole y me aterra el antisemitismo, ¿me entiende? ¿Acaso alguna vez yo podría sufrir un acto antisemita en medio de una misa? No, y me aterra igual.

Y qué le digo del ministro de Justicia. Otra que “te lo arreglo en dos patadas”. Resulta que la culpa de que el Presidente insista con la propuesta de Ariel Lijo para la Corte Suprema es de “la casta que no lo ayuda”. El Presi vivió en la Argentina los últimos 52 años de su vida. ¿Tiene la obligación de saber quién es Lijo? No. Salvo que lo vaya a elegir entre las decenas de miles de abogados que hay en el país.

Así y todo, supongamos que fue engañado por haber vivido en un termo los últimos veinte años: la última semana le tiramos con todo como para que sepa quién es Lijo. O para que sepa que sabemos quién es Lijo. Y ahí va y lo propone igual. ¿Y de quién es la culpa? Nuestra, claro. De iluminado celestial a idiota mundano en lo que tardan en inventar una justificación.

¿Y yo soy el que gasta en terapia? No, no tengo nada en contra suyo, licenciado, pero usted me entiende.

No sé bien qué decir con el tema del empleo público porque a veces siento que me paso de boludo buenista. Pero cuando veo a flamantes empleados públicos celebrar que se recorta en empleo público, no sé si lo hacen de psicópatas, de pelotudos o ambas opciones. Y nada más triste que un psicópata pelotudo.

Todavía recuerdo las clases del profe Espert, cuando explicaba que el empleo público se reduce con incentivos laborales en el sector privado. Si se gana más, para qué quedarte. Obviamente, ese planteo choca con qué clase de empleado público pretendemos, porque con esa apuesta también se llega al esquema de que sólo aspire al empleo público el que no puede ir a ningún otro lado.

¿Que cómo entra la empatía en este planteo? No sé. Yo fui empleado público durante doce años y pasé por todos las situaciones: meritorio, locación de servicios, planta transitoria y planta permanente. Y renuncié para irme al sector privado. Tanto en el sector público como en el privado han tenido la delicadeza de avisar con varias semanas de anticipación cuando un empleo no seguiría su curso. Leo a cientos, miles decir que “en el sector privado es así” cuando pasa alguien angustiado porque le notificaron el despido en el acto. No sé dónde habrán laburado, pero si creen que está bien dar de baja un laburo sin avisar y con los jefes cagándose de risa en público, después no lloremos los juicios laborales, sean a la empresa o al Estado. ¿Pasa? Sí, ocurre todo el tiempo. Que no me digan que es defendible aunque les haya pasado.

En cuanto al “no se renovó el contrato”, también conozco el paño: se llama fraude laboral, cuando se obliga a la locación de servicio a un empleado que cumple las mismas funciones que el de al lado. Y el mayor autor es el propio Estado desde que se inventó el Monotributo. ¿Querés achicar la planta? Dale para adelante, campeón, pero como corresponde.

Quisiera saber de qué lado estaría mi empatía, cuando muchos de los que se mofan de los despidos en el Estado estrenaron una cuenta sueldo. En diciembre de 2023. En el Estado.

Ya que hablamos del Profe, la verdad que el Presi le podría haber consultado a Espert, egresado de la UBA, si efectivamente la Escuela Austríaca estaba fuera de análisis del programa académico marxista que formó a Espert. Digo, ¿no? Porque es increíble la cantidad de dolores de cabeza que uno se ahorra con tal solo preguntar.

El presi fue a exponer al Foro Económico Internacional de las Américas durante una hora. Todos los expositores más escuchados hablaron del futuro del trabajo en el mundo de la Inteligencia Artificial, la sustentabilidad de las economías y la transición energética. Milei habló de Marx.

Muchas veces las cosas salen bien de recontra pedo y la gente se envalentona, como cuando a alguien le pareció que Sampaoli podría hacernos ganar un Mundial. ¿Qué tan difícil puede ser con Messi en su mejor momento físico y mental más la base que dejó Alejandro Sabella? Esa salió como salió, pero uno no pierde la esperanza de que el tapado sea un genio, que el gritón sea un genio de la táctica. ¿Por qué? Porque vivo acá, porque pago alquiler, porque no quiero caerme del sistema, porque no quiero salir a la calle y ver a otros seres humanos como parte del mobiliario urbano.

¿Qué tiene que ver la prensa, Licenciado? Mire, partamos de una base y es que todas esas notas que muestran cómo Milei arrasa en las encuestas tienen razón. Pero las estadísticas son números carentes de interpretación. Todos se olvidan o ni se dan cuenta de un factor fundamental y elemental en cualquier crisis: ¿qué otro nombre hay?

Lo que han hecho con los jubilados no tiene perdón. Y todavía tengo que fumarme a todos los que, por si fuera poco, meten eso dentro de “eh, querés que arreglen todo en tres meses” y el infaltable “son los mismos que”. ¿Conoce el mecanismo? Es el de la anulación del emisor por decir algo que tiene puntos de conexión con lo expresado por otro indeseable. “Tuvieron 16 años para darle jubilaciones dignas a los jubilados y ahora se rasgan las vestiduras exigiendo al gobierno que llegó hace 3 meses” es una versión. “Los que le reclaman al gobierno por las jubilaciones a tres meses de asumir son los mismos que callaron durante 16 años”, es la otra opción. Y lo más loco es que los 16 años de kirchnerismo no fueron de corrido, pero ¿a quién carajo la importa la obviedad, no?

Dicen que no se hace periodismo de periodistas, pero como ex editor, no entiendo el criterio editorial de selección de temas e impulso a cada uno. Se le ha dado pantalla completa al cambio de nombre del edificio del ex Correo Central. ¿El aumento miserable a los jubilados? Quinto scroll de la columna lateral derecha. ¿Alquileres versus salarios promedios? No están cubiertos en las noticias. ¿Quién puede pagar un alquiler y comer?

Pero la posta está ahí, en todos los días plantear un quilombo nuevo bajo el paraguas de dar la batalla cultural. Me levanto un día a la espera de que haya bajado un impuesto: eliminan el Salón de las Mujeres un 8 de marzo para romper las pelotas. Fue intrascendente cuando se abrió, fue intrascendente mientras duró. El que lo convirtió en tema de conversación fue el gobierno.

Despierto otro día a la espera de que hayan puesto el ganchito y colocado a Hamas en el listado de agrupaciones terroristas. Me dicen que le van a cambiar el nombre al Centro Cultural que nadie llama Kirchner. No es que no esté bien, por mí que le pongan el nombre del Dippy, pero no puede haber una acto épico en cada medida administrativa. Y ni que hablar de que se presente con el escudo de que la gente aceptó un cambio cultural.

Lo importante es que se anunció el mismo día en el que se comunicó cuánto sería el aumento de bolsillo por la quita de subsidios al gas. Jamás podría estar en contra de esa medida. Pero, para variar, jugamos con reglamentos distintos, vio. Los impuestos no se tocan, con lo que el componente tributario de la factura será recaudación jugosita para el gobierno. En la forma de quitar los subsidios decidieron hacerlo de modo progresivo y le quitarán el 100% del subsidio a los hogares de ingresos altos. ¿Cómo oponerme a eso?

Bueno, en la Argentina de este bonito 2024, un salario de 476 dólares coloca a su afortunado poseedor en el decil de ingresos más altos del país. Sí, junto a los Bulgheroni, los Pérez-Companc, los Eurnekián y los Constantini. Y no sé cuántas Pymes podrán sobrevivir, cuando la actualización de tarifas eléctricas llevó el promedio de 600 mil pesos a 3.5 millones de un mes al otro.

Esta semana, el Presidente compartió, entre los 2.635 tuits que faveó, un cuadro en el que se plasmaba la “Recuperación en V” de la economía, según la cual ya tocamos fondo y a partir de ahora viene la recuperación del salario. Y todo es presentado como un esfuerzo enorme del Gobierno Nacional. Ninguno de mis colegas de esos que trabajan de panelistas de Hola Javier cada domingo por la noche le consulta cuál sería la parte del esfuerzo, si recaudan más en impuestos mientras gastan menos en subsidios y sueldos.

No sé si lo hacen por ignorancia o por complicidad. Tiendo a creer que es la primera opción, porque el sacudón económico no puede pasarles por alto. Y yo entiendo que nadie quiere quedar como que lima al gobierno nacional, pero pueden relajarse, que nadie tiene memoria. De todo se vuelve, como se puede chequear con los periodistas que más limaron a Macri y hoy dicen que estamos así por los que limaron a Macri.

Sí, le redondeo, espere. Le decía que se imagine un edificio en obra en el que todos fueron ninguneados porque “qué tan difícil puede ser hacer eso”. Hasta que sólo quedó el contador. Siempre se está a tiempo de que el edificio no se caiga a pedazos porque el contador sabrá encontrar a las personas necesarias y evaluar la viabilidad económica del proyecto. Después de todo, de eso sí sabe el contador. Porque sabe, ¿no?

Yo quiero que le vaya bien. En lo económico, claro. Y vaya que quiero que le vaya bien.

Con lo que usted me viene aumentando… Sí, ahí le transfiero.

(Relato del PRESENTE)


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