LOS ACUERDOS COMERCIALES INTERNACIONALES

OPINIÓN

En un momento de crucial transformación económica, la Nación se enfrenta a la oportunidad de adoptar una política que promete estabilidad y crecimiento en sectores clave como el litio, el petróleo, gas y agro


Por Daiana Fernández Molero

La mejor política sectorial es la que ningún sector pide: acuerdos comerciales. Es curiosa la poca prensa que tienen los acuerdos comerciales. Todavía más curioso es el hecho que los sectores productivos que más se beneficiarían de exportar e importar con normalidad no salen abiertamente a abogar por la integración al mundo. Parecería que el “vivir con lo nuestro” caló demasiado hondo. Hace unas semanas fui invitada a participar de un panel titulado “Sectores estratégicos para el desarrollo económico argentino”, junto con representantes de los sectores de litio, petróleo y gas y agro. Naturalmente, una de las preguntas nos llevó a pensar acerca de cuáles eran las políticas públicas necesarias para que esos sectores pudieran desplegar todo su potencial. La macroeconomía ordenada es fundamental e innegociable pero la firma de más acuerdos comerciales internacionales es la mejor política sectorial que se podría demandar.

Que sin la macro ordenada no podemos resolver la micro debería ser una obviedad para todos pero, lamentablemente, todavía no es así. Las medidas sectoriales o de corto plazo muchas veces funcionan como parches que no solucionan los problemas de fondo. A veces, incluso, provocan más dificultades a largo plazo. Hoy parece haber un gobierno decidido a hacer las reformas macroeconómicas necesarias para que la Argentina tenga una economía sana. Apoyar ese camino revolucionario hacia la normalidad no puede ser otra cosa que el objetivo central de todos los sectores productivos de nuestro país.

La macro ordenada es nuestro punto de partida, pero no lo es todo. Los acuerdos comerciales funcionan como un complemento ideal, no sólo por sus beneficios estrictamente económicos, sino también institucionales. Los acuerdos traen consigo una serie de normas a las que los países se comprometen a través del tiempo, restándole discrecionalidad a los funcionarios de turno. Limitaría, por ejemplo, esas regulaciones arbitrarias con las que el boletín oficial sorprende cada mañana a los que tienen que despachar una exportación o los que ya no pueden recibir un insumo en tiempo y forma por una nueva normativa de aduana. ¿Qué mejor política sectorial que la estabilidad?

Argentina está atravesando fuertes reformas y tiene por delante la posibilidad de tomar las medidas necesarias para mejorar el desastre económico que dejó el gobierno anterior, y encaminar al país hacia la estabilidad. Son medidas que en el corto plazo pueden resultar antipáticas y costosas para los políticos. Por eso es fundamental que quienes creemos en que van por el buen camino nos organicemos igual de bien que quienes se oponen. Los amigos de la anormalidad económica están con su cuchillo y tenedor, o bombos y platillos, listos para ganar la batalla. No podemos permitir que las mismas dirigencias de políticas cortoplacistas y sectoriales de siempre nos condenen a todos los que vivimos en Argentina. Ya no más.

(Infobae)




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