DISCURSOS DE ODIO

SOCIEDAD

Habitar un nuevo mundo supone tener que hacer mayores esfuerzos para fomentar más habilidades sociales como la de saber convivir y evitar las inequidades. Siempre es más lo que tenemos en común que las diferencias que nos separan




Por Gabriela Renault

Desde la biología, sabemos que las células diversas y diferentes se suman y forman un tejido. Los organismos pluricelulares son el resultado de la unión de individuos unicelulares a través de formación de colonias, filamentos o agregación, que son diferentes y que cada uno debe aportar al conjunto.

Desde la historia sabemos que la división de territorios, genera más guerra que paz, estar en la calle con un clima hostil, hace que tengamos un mal día.

En el lenguaje, sabemos que una dicotomía puede ser un pensamiento, una idea, que aparentemente ofrece visiones opuestas pero que a su vez pueden ser complementarias, como por ejemplo la dicotomía entre el cielo y el infierno, que podría ser el bien y el mal, pero que a la vez existen simultáneamente en la naturaleza humana.

En el discurso común, la expresión “discurso del odio” hace referencia a un discurso ofensivo dirigido a un grupo o un individuo y que se basa en características inherentes (como son la etnia, la religión, el género), y que puede poner en peligro la paz social.

Es delito incitar al odio o a la violencia, por motivo de origen, religión o por pensar diferente ya sea en ideas políticas o costumbres, sin embargo, parecería que hay una confusión entre expresarme y atacar al otro que piensa diferente a mí.

La libre expresión, la libertad de religión, las costumbres diferentes, la multiculturalidad deben enriquecer, deben ser escuchadas para comprender o tan solo para encontrar entre todo lo que implica buscar el bienestar o el bien común.
La intención es sumar

No podemos seguir creciendo en polarización, discriminación y violencia, sabemos que esto está relacionado a un mundo que incita cada vez más al odio que a la paz.

Consideremos entonces que debemos, entender que lo humano es lo diferente, cada ser vivo es una unidad, un individuo que no se repite, no hay gemelos iguales, aunque compartan tantos caracteres, los dedos de la mano son muy diferentes, sino preguntémoslo a los terapistas ocupacionales que se ocupan de rehabilitar cada dedo, si hubo un accidente y les explicará la función que cada uno tiene, como una misión distinta, pero también sabemos, que todos conforman la mano.

Son tiempos complejos, habitar un nuevo mundo, una nueva era, un nuevo paradigma supone tener que hacer mayores esfuerzos para fomentar más las habilidades sociales, tenemos que saber convivir, tenemos que aceptarnos, aunque no pensemos igual, aunque nuestros objetivos sean diametralmente distintos, siempre es más lo que tenemos en común que las diferencias que nos alteran.

Ninguna religión puede pensar en el mal de la humanidad, ninguna puede tener un Dios que le pida muerte al adversario, ese pensamiento es humano, no es divino.

Si las diferencias son las que suman, si la violencia no conduce a ningún lado, ¿por qué entonces el odio se apodera de nuestras calles, de nuestros hogares, de nuestra historia?

Quizás porque solo vemos una parte, que es a la que ataco, quizás porque no me siento representado y es lo que voy a tener que tratar de aprender a saber cómo llegar, a saber, cómo expresarme sin violencia y sin carga en mi discurso, porque sino sólo lo único que conseguiré es sumar más bronca, y no ser escuchado en mi propuesta.

Esto no quiere decir, en absoluto que no se pueda protestar, enojar o no compartir, al contrario, lo rico será que si veo que algo no está bien, si veo que el otro se va a equivocar o amenaza a algo o alguien, que sepa cómo expresarme para llegar y ser escuchado, no se trata de pasividad, sino de ser activos en propuestas, se trata de entender que el otro por más diferente que sea en mi pensar es otro.

Obvio que hay diferencias, puede ser de River (¡qué pena!), pero no por eso porque yo sea de Boca seré su enemigo, si todos sabemos que la rivalidad es parte del show del futbol.

Entender que al discurso del odio se lo cultiva, se lo incentiva, que la propuesta no es solo de unidad, porque tal vez para ello nos falte, lo que quizás se trate sea al menos de espacios de escucha, de tolerancia a lo diferente, a sostener lo que implica una democracia, un conjunto de ideas diferente que busca un bien común, pero donde todos tienen que estar representados.

Somos parte de la sociedad, no estamos solos, de lo que hagamos, será, la cultura que mereceremos, de lo que haga, habrá otro que responderá, el mal no necesita ser contestado con un mal mayor, al contrario, el bien es el bien y no es el opuesto del mal, no se es bueno porque no hago el mal, se es bueno porque hago el bien.

Las instituciones de salud y de educación tienen un gran potencial para fomentar la cultura de la escucha y estar tratando de disminuir la incitación, la participación a los discursos del odio.

Es de suma importancia desarrollar habilidades de ciudadanía digital, fortalecer los componentes de aprendizaje social y emocional, así como abordar las desigualdades e inequidades históricas y contemporáneas.

Tenemos que desarrollar herramientas para la identificación del discurso discriminatorio, la promoción de la sensibilidad de género, la inclusión de programas relevantes en el desarrollo profesional y la formación de los educadores y líderes escolares y de sanitarios.

Debemos lograr la cohesión social, la equidad y la erradicación de toda forma de odio y discriminación.

Hoy tenemos la responsabilidad de sumar esfuerzos, de reconocer los pasos que nos faltan. Desde el lugar que ocupemos cada uno en el mundo tenemos que darnos la oportunidad de construir un futuro libre de discursos que incitan al odio y la discriminación.

Hoy podemos generar puentes para el diálogo pacífico que permitan que todos, pero sobre todo niños, niñas y jóvenes sean defensores de la paz.

La responsabilidad es nuestra, desde los roles que ocupamos podemos hacer la diferencia.

(Gabriela Ranault / Imagen: Pablo Temes / PERFIL)


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