HABLÓ DESDE EL OLIMPO

OPINIÓN

Estamos frente a una cínica que no tiene el más mínimo pudor de refregarte por la cara como si fueran errores tuyos lo que no fueron otra cosa más que groserías de su propia impericia



Por Carlos Mira

La condenada por robarle al pueblo argentino 1000 millones de dólares (técnicamente la condena fue por “administración fraudulenta” pero esa “administración” fue el medio usado para robar dinero público que los argentinos le aportan -con muchísimo sacrificio y, en muchos casos, a costa de hambre y muerte- al fisco) emitió, como si fuera un dios del Olimpo un “documento” de 33 páginas en donde se da el lujo de criticar al gobierno de Javier Milei sin hacerse cargo de un solo miligramo del oceánico desastre que dejaron 20 años de kirchnerismo explícito.

Para completar el sarcasmo al que tan afecta fue siempre la delincuente Cristina Fernández de Kirchner (digo “delincuente” en el sentido técnico que tiene la palabra cuando se refiere a personas respecto de las cuales la Justicia verificó la comisión de delitos dolosos) el panfleto titulado “Argentina en su tercera crisis de deuda” comienza con una cita de Juan Bautista Alberdi, que dice: “Tomar capitales a préstamo para reemplazar los capitales destruidos por la crisis, no es remediar la pobreza, sino agravarla; la riqueza de otro no es la riqueza del país. La deuda representa más la pobreza que la riqueza. Endeudarse no es enriquecerse, sino exponerse a empobrecerse por la facilidad con que siempre se gasta lo ajeno”.

Que la que presidió y vicepresidió por dos veces los gobiernos que, por lejos, más endeudaron al país desde 1810 hasta hoy comience su presentación con esas palabras confirman el hecho de que estamos frente a una cínica que no tiene el más mínimo pudor de refregarte por la cara como si fueran errores tuyos lo que no fueron otra cosa más que groserías de su propia impericia.

También tiene el tupé de señalar como fracasados a Luis Caputo y Federico Sturzenegger cuando ella se cansó de ubicar en el gobierno no solo a funcionarios ostensiblemente fracasados sino a verdaderos ladrones, desde Boudou hasta López, que no fueron otra más que secuaces de una banda de saqueadores.

Todo el palabrerío vertido por quien ocupara la vicepresidencia de un gobierno que hundió a medio país en la miseria, no sirve para otra cosa más que para confirmar la profunda ignorancia que padece alguien que no ha dedicado su vida a la formación intelectual sino a la rosca política con fines pecuniariamente personales.

El escrito es un dechado de errores y de manos de teflón con las que pretende cubrirse de la culpa que la inunda. Quien desajustó las cuentas públicas (para que justamente ahora se haga necesario ajustarlas [a menos que su ignorancia le haga creer que una economía puede vivir eternamente “desajustada”]) no fue otra que ella que creyó que el Estado podía hacer demagogia con el dinero de todos para comprar voluntades electorales que dejaran a su familia (por sí o por interpósita persona) para siempre en el poder.

Cuando el dinero público genuino (proveniente de circunstancias internacionales que es muy difícil que vuelvan a repetirse) se acabó (porque el plan ordenado por su esposo lo robó y lo despilfarró) Cristina Fernández de Kirchner recurrió a tomar deuda (la misma que ahora le parece repugnante) de todas las fuentes que pudo (el Banco Mundial, el Club de París, China, Venezuela -en turbias operaciones denunciadas por el propio embajador argentino en Caracas que fue destituido por eso-), y cuando eso se terminó también (porque la Argentina kirchnerista estafó a la comunidad internacional) emitió dinero falso para licuar los bolsillos de los argentinos más pobres, de los jubilados y de la clase media.

Si con toda esta parrafada inútil Kirchner quiere insinuar que el problema del país es la deuda que tomó Macri con el Fondo Monetario, habría que decirle que dos terceras partes de ese dinero se utilizó para cancelar deuda por vencer tomada por ella (que, a su vez, había sido tomada para saciar los barriles sin fondo de un Estado fallido creado por su esposo y continuado por ella, para hacer demagogia, comprar votos, subsidiar una realidad inventada y sostener parasitos improductivos -todo lo cual llevó el gasto a más del 40% del producto-) y que el tercio restante fue usado para cerrar la brecha fiscal también producida por la irresponsabilidad de haber creado una estructura estatal impagable que, obcecadamente, siempre, se han negado a reducir porque la usan para colocar acólitos y militantes que sostienen desde adentro sus planes de colonización del poder.

Es desde este lugar del que tenemos que aguantar que ésta delincuente nos dé lecciones sobre deuda, fracasos y buena administración.

El gobierno elegido por el pueblo el 19 de noviembre está intentando equilibrar el desbarajuste dejado por el kirchnerismo de la manera más urgente posible. Consciente de los efectos colaterales que esa ineludible puesta en orden implicaba, presentó dos piezas jurídicas -un DNU y un proyecto de ley- para que reformas profundas en el ordenamiento económico, social, político, laboral, tributario, previsional, administrativo, comercial y cultural del país proveyeran un efecto expansivo de corto, mediano y largo plazo que compensara los efectos del ineludible ajuste fiscal.

El kirchnerismo no hizo otra cosa más que -con fuerzas propias y aliados estratégicos- impedir que esas reformas fueran aprobadas.

Esa irresponsabilidad política provocó que, del paquete completo para enfrentar el pantano de pobreza peronista, quedara en pie solo el ajuste fiscal. En un éxtasis de hipocresía, cinismo y demagogia, ahora el kirchnerismo -presidido para la delincuente que lo engendró junto a su esposo- pretende echarle la culpa de esos efectos al nuevo gobierno, en una clásica postura explicada por la metáfora del paciente que se niega a tomar la medicación y, al mismo tiempo, culpa de su muerte al médico que quería suministrársela.

Kirchner llamó “showman” al Presidente, olvidando quizás los montajes especiales a los que condenó a los argerntinos durante 20 años con ella como estrella exclusiva, en donde la estela de creerse una diva nunca faltó. Ver la paja en el ojo ajeno pero no el bosque el el propio es típico de los megalómanos.

Para terminar de completar su delirio la jefa de la banda dedica un capítulo a los medios de comunicación y a las redes, a los que señala como los responsables de que Milei haya ganado.

Quizás su innata ignorancia le impida advertir que detrás de las pantallas de televisión, de los parlantes de las radios, de los likes de las redes y de la tinta de los diarios, hay gente que decide ver, escuchar o leer lo que allí se dice. Si lo que allí se dice cuenta con el apoyo popular debe ser porque la gente que mira, escucha y lee se encuentra identificada con lo que esos medios transmiten. De lo contrario le gente decidiría ver, escuchar o leer otra cosa. A pesar del tiempo y el dinero público que invirtió en conseguir una red de medios y de periodistas propios nunca logró que fueran lo suficientemente mentirosos como para cambiar la realidad de modo completo.

Sí hay que reconocerle que, pese a todo, logró mucho en ese terreno. Es, quizás, el aspecto más “eficiente” de su paso por el poder: la idea de invertir una torta multimillonaria de recursos públicos para inventar una realidad paralela que mucha gente creyó y aún cree. Sin ese relato inventado la performance peronista sería aún mucho peor de lo que es.

Que luego de un silencio estratégico (que suele usar cuando la taba viene dada vuelta [Cromagnon, Once, Salta, La Plata, 2015, 2017, 2021, etcétera]) iba a llegar la voz del Olimpo, no cabían dudas.

La pregunta del millón consiste en saber si lo que dice esta mujer aún tiene la capacidad de engañar idiotas. Porque si la respuesta es sí, es muy difícil que un país de idiotas supere sus problemas, avance hacia el futuro y encuentre la modernidad que decidió perder cuando le entregó su vida al fascismo.

(The Post)


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