EN BUSCA DE LA FELICIDAD

OPINIÓN

El comentario de hoy difiere un poco de lo habitual, pero creo que la novedad vale la pena


Por Carlos Mira

La revista inglesa “Gentleman’s Journal” publicó hace poco un artículo (que voy a transcribir aquí) con cinco casos de lo que en inglés se conoce como casos de “from rags to riches” algo así como “de los harapos a la riqueza”.

Solo agregaré un comentario final para relacionar estas realidades con uno de los versos populistas, clasistas y resentidos que nuestra cultura ha prohijado y que aún cultiva con ahínco: la idea de que solo los ricos de cuna pueden hacerse un lugar en la vida.

Este es el artículo de “Gentleman’s Journal”: (la traducción libre es mía)

La mente emprendedora: algunos la tienen, otros no. Se necesita un cierto tipo de persona para poner todo en juego solo por seguir un sueño. Esa persona es valiente y no tiene miedo de ir contra la corriente. Pero uno de los mayores conceptos erróneos sobre los que triunfan es que les dieron todo en bandeja de plata, que la vida les ha sido fácil porque vienen del dinero. Estamos aquí para tirar esa teoría por la ventana con algunas de las mejores historias de transición de la pobreza a la riqueza en los negocios.

Phillip Green

Aunque Phillip Green ha recibido un poco de atención por los malos motivos en los últimos tiempos debido al colapso de BHS, nadie puede negar que se trata de un hombre de negocios inteligente y valiente con la misión de triunfar. Puede que ahora sea un multimillonario hecho a sí mismo, con un valor aproximado de 6.200 millones de dólares, pero no siempre fue así.

Después de dejar la escuela a la edad de 15 años, Green comenzó a importar jeans del Lejano Oriente que nadie en Inglaterra podía conseguir y posteriormente los vendió a los minoristas británicos. Para empezar, con sólo 20.000 libras en el banco, su sencilla idea empezó a funcionar y empezó a hacerse un nombre como “el rey de la calle principal”. Adquirió Arcadia en 2002, y el resto es historia.

Oprah Winfrey

Oprah Winfrey es una de esas raras celebridades que son realmente buenas en los negocios, pero tuvo una infancia tan dura como pocos podrían imaginar. Nacida en una pobreza extrema de una madre adolescente soltera en la zona rural de Mississippi, más tarde la trasladaron a un barrio del centro de la ciudad de Milwaukee. Fue brutalmente violada dos veces cuando tenía 9 y 14 años, y abusada física y emocionalmente durante años. Quedó embarazada después de ser violada, pero su hijo murió recién nacido.

Después de conseguir un trabajo en la radio local a los 14 años, Winfrey finalmente encontró su vocación. En 1983, se mudó a Chicago para presentar un programa de entrevistas matutino, AM Chicago, e instantáneamente saltó a la fama. El público la quiso y en 1986, apenas tres años después, emitió el primer episodio de The Oprah Winfrey Show. Ahora es una de las caras más famosas de Estados Unidos y tiene un valor estimado de 3.100 millones de dólares.

Charles Dunstone

Estar ligeramente a la vanguardia es algo que todo emprendedor debe tener: darse cuenta de cuándo una tendencia es una tendencia y cuándo aferrarse a algo para salvar la vida. Y eso es exactamente lo que hizo Charles Dunstone en 1989, cuando empezó a vender móviles desde su departamento de Marylebone, Londres. Los teléfonos entonces no eran como son ahora; eran voluminosos y enormes, y relativamente difíciles de conseguir para las pequeñas empresas y los individuos.

Dunstone, con solo 6.000 libras en su bolsillo, vio una enorme brecha en el mercado y predijo que en el futuro, todos iban a querer tener fácil acceso a un teléfono móvil. Su sala de estar se convirtió en una tienda, que a su vez se convirtió en más tiendas, y hoy Carphone Warehouse gana aproximadamente 10 millones de libras al año, y Dunstone tiene un valor estimado de 2,5 mil millones de libras.

Richard Branson

Quizás una de las historias empresariales más famosas de la pobreza a la riqueza sea la de Richard Branson, el empresario más célebre del mundo. Un hecho poco conocido sobre este magnate increíblemente sincero es que estuvo en quiebra dos veces antes de comenzar a ganar dinero.

Después de haber obtenido malos resultados en la escuela, con sólo 16 años, Branson abandonó los estudios y comenzó su primera revista. Poco después, creó un negocio de venta de discos por correo, que rápidamente se trasladó a él abriendo tiendas, con sólo 300 libras en su cuenta bancaria. En 1971, fue arrestado y acusado de vender en sus tiendas discos que ya habían sido declarados stock de exportación. Como era tan temprano en sus días comerciales, no había forma de que Branson pudiera pagar las deudas y los cargos llevaron a que su madre tuviera que volver a hipotecar la casa familiar.

Varios años e innumerables negocios exitosos después, Branson es ahora uno de los empresarios británicos más elogiados de todos los tiempos, con un valor estimado de 5.500 millones de dólares.

Mike Ashley

Después de dejar la escuela a los 16 años, el deporte siempre estuvo presente para Mike Ashley. Su destreza en el squash lo llevó a alcanzar el mejor nivel en Gran Bretaña. Sin embargo, una lesión le arrebató ese sueño y quedó abandonado, sin dinero en efectivo, pero con una fuerte mentalidad empresarial.

En 1982, Ashley abrió su primera tienda de deportes y esquí en Maidenhead, y su éxito fue seguido poco después por la apertura de más tiendas en Londres con un préstamo de 10,000 libras de su familia. El dinero privado mantuvo la marca a flote y, en 1990, Ashley cambió su nombre a Sports Soccer y abrió 100 tiendas en todo el país, y la empresa obtuvo su marca registrada en 1999.

Sin embargo, se dice que Ashley ha hecho la mayor parte de su fortuna comprando marcas deportivas. Es propietario de Donnay, Karrimor y Kangol, por nombrar algunos. Quizás el más notable sea Dunlop Slazenger, que compró por 40 millones de libras. Ashley es ahora una de las personas más poderosas en los negocios británicos, con un valor estimado de 6,600 millones de libras.

Fin del artículo.

Estos son apenas 5 ejemplos que derriban por completo la teoría que dice que las condiciones de origen limitan el techo y las posibilidades de las personas. Esas son teorías nacidas de la lucha de clase y del descreimiento en el comportamiento sano y en la vocación de trabajo de los individuos de bien.

Todos recordarán el caso de Chris Gardner el muchacho negro norteamericano que, con un hijo por cuidar, vivía en las estaciones de subte y peregrinaba por las calles tratando de vender equipos médicos. La historia de su vida fue tan reveladora que llegó al cine con el nombre de “En Busca de la Felicidad”, protagonizada por Will Smith.

Como esos son millones de casos los que demuestran que el origen no marca el destino de las personas. O tal vez haya que decir que lo que no las marca es el aspecto visual de su origen sino los valores de decencia que les dieron sus padres.

Es la suma del marco institucional y la ambición lícita por triunfar lo que eleva a los hombres social, económica y culturalmente. La idea de que el Estado debe intervenir para igualar las condiciones de partida es una idea esencialmente falsa, solo construida para que, quienes se eleven, sean un grupo de parásitos privilegiados que venden un verso clasista y demagogo para infundir resentimiento en la gente y para hacerle creer a algunos que no pueden avanzar en la vida porque otros les ponen el pie en la cabeza.

El Estado debe proveer infraestructura (lo cual incluye esencialmente una educación que trasmita los valores de la libertad, de la dignidad individual y de la valoración propia) y un orden juridico igualitario junto a una Justicia equidistante. Lo demás es demagogia y su objetivo principal es poner a unos en contra de otros para que, en la división, reine un determinado grupo de poder. No es ni sensibilidad, ni justicia social ni solidaridad: es una táctica para ganar el poder.

El mundo desarrollado está inundado de ejemplos como los apenas 6 que dimos aquí. Los que les prestan el oído a los mercaderes del odio, lamentablemente se convierten en esclavos dependientes de las migajas que les arrojan los que se roban todo.

Tal como Mandela repetía -en los escasos metros cuadrados de su celda- los versos de William Ernest Henley “Soy el amo de mi destino. Soy el capitán de mi alma”, está en nuestras manos alcanzar nuestros sueños. Siempre, claro está, que el marco jurídico del país en el que nos toque vivir no esté armado para robar sino para triunfar.

(The Post)


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