SORETES

 EDITORIAL

Diccionario de americanismos: sorete.
cerote, porción de excremento. Persona, cosa, o situación desagradable 


Por Walter R. Quinteros

Parece ser que el término "sorete" proviene del lunfardo, y es ampliamente usado por millones de personas, en especial en Argentina y Uruguay.

Pero no les voy a hablar de la porción de excremento humano, no. Quisiera hablarles de las personas que consideramos son un sorete.

La lista es interminable y, para colmo de males, cada vez más larga.

A la cabeza aparecen ciertos políticos que se enriquecieron con la tuya, con la guita del Estado, que en definitiva es la tuya, y te hicieron militar para su partido al pedo. Seguí participando.

Y seguimos con los mentirosos, con los desleales, falsos, hipócritas y la lista sigue. Vas a gastar la tinta de 3 mil lapiceras y te quedás corto.

Para hombres y mujeres por igual. No se salva nadie. Por los siglos de los siglos.

Con títulos o de profesión, colegiados o no. Soretes hay en todos lados, abundan.

Yo soy un sorete. 

Para la hinchada de Boca soy un sorete. Me les cago de risa.

Para los kirchneristas soy un sorete. Conmigo no pueden.

Para ciertos "periodistas" partidarios de no se quién porque nunca se sabe con los mercenarios estos que deambulan por acá, soy un sorete enorme y repugnante por preguntarle al candidato oficialista "¿que día es hoy, qué hora es?" Así podía creerle algo de todas sus mentiras. 

Y para los ingleses y rusos y chinos también lo soy.

Para los funcionarios locales soy nieto, hijo y padre de soretes porque les señalo sus cagadas, una tras otra, por la falta de transparencia al no mostrar números. Por esto y por esto otro señalados en fojas de expedientes que duermen vaya a saber por qué sorete.

Porque dije cien mil veces que la vereda de la calle Rivadavia está mal hecha, hasta perdieron el dibujo original en la colocación de los mosaicos. ¡Dejá de sacar fotos, sorete!

Por cualquier cosa, soy un sorete.

Porque cuando veo un quilombo en las tribunas en un partido de fútbol digo que dejen que se maten, que la policía no intervenga, total, ya cobraron de las arcas del local el adicional y son tan vivos que están de este lado del alambrado y no del otro. La vida del "nueve" o del árbitro vale más que la del gordo Fanfurria y su nieto respirando gas pimienta.

Porque cuando me baño, dejo que el agua enjabonada corra por mi cuerpo el tiempo que sea, cuando hay otros soretes como yo que cobran sueldos suculentos para llevarle el agua que yo tiro, a millones de personas en el mundo con sed y no lo hacen. O se hacen que lo hacen y lo único que hacen es pasar por el cajero, todos los meses.

Somos soretes. 

Porque decimos pobre gente y nada más que eso, a aquellas personas que el tsunami, les llevó media familia y la casa. Algunos especialistas en soretería dirán, que se jodan, para que viven al lado del mar. O cerca del río que crece cuando llueve.

Pobre gente, los mató el alud de barro y piedras. Qué se jodan, para que viven al pie de un cerro. Tremendos soretes.

Y los muertos inocentes que también se jodan, si ellos empezaron, ahora que aprendan a esquivar misiles, para qué se meten en guerra, soretes.

Al que chocó, al que se dio vuelta. Qué se joda, para que tomó. Qué necesidad esa de andar rápido de noche y sin escape, sorete. Que se cague, para qué se droga. Para que sale a afanar, Dejalo, ya viene la ambulancia, no me gastés el crédito del celular, sorete.

Y somos tan soretes que nos molestan aquellas escasas personas que siempre actúan correctamente, que nunca critican a nadie, que tienen una familia maravillosa, que nunca insultan, que siempre pronuncian palabras de fe y esperanza y hasta nos molestan porque piensan en positivo. ¡Ay ellos! ¿De qué se la dan manga de soretes? Narices paradas.

¿Cuántos enfermos visitaste hoy, sorete?

¿Te arrimaste a leer uno de tus cuentos a los ancianos del Hogar de Día, sorete?

¿Le diste ése billete pedorro que tenés en el bolsillo al chiquillo que lo necesita, sorete?

¿Por qué escribo esto? 

Porque no somos lo que decimos ser. Porque yo se cosas no porque me "dijeron que dicen que me las dijeran", sino porque las vi. Soretes.

Para cerrar.

Al salir del bar y caminando por la vereda me encontré con July, una niña que debe andar entre los 17 o 18 años que me dijo "cuídese señor, qué hace en la calle con semejante calor, me parece que no le anda haciendo caso al médico usted".

Nos dimos el besito común que nos damos siempre los vecinitos de por acá cuando nos saludamos. Y siguió su camino, enfrescada en su frescura, ensoñada en sus sueños. 

Ché, tachen a la July de la lista que encabezan los políticos. 

Por ahora.





Comentarios