DESPUÉS DE LOS ANUNCIOS

OPINIÓN

López Murphy: "Cuando yo era ministro había 2 millones de empleados públicos y 4 millones de jubilados. Ahora hay 4 millones de empleados públicos, 10 millones de jubilados y 5 millones de planes sociales”

Por Carlos Mira

Los primeros metros en el mar del último gomón salvavidas al que se subió la Argentina han mostrado en todo su esplendor la dimensión de la tempestad.

Las medidas anunciadas por el ministro Caputo han tenido la virtualidad de hacer ver los primeros trazos del tamaño de los problemas que se enfrentan pero no han conformado a los que esperaban más.

Una especie de debut con lo peor de los dos mundos: críticas de los que calculan el impacto de las medidas en sus propios bolsillos y críticas de los que esperaban una piña de nocaut contra los problemas.

Es verdad que había que actuar, que no se podía esperar más. Y también es verdad que a los anuncios les faltó esa redondez que hubieran tornado, no sólo justificadas las medidas, sino que habría dado esa noción esperanzada de un horizonte mejor. “Palos porque bogas y palos porque no bogas”.

Eran los riesgos obvios de hacerse cargo de un desbarajuste estremecedor. Ahora, con el diario del lunes, es fácil advertir el torbellino que envolvió a los equipos del presidente cuando tomaron conocimiento verdadero del tamaño del desastre. Es más, quizás aquellos equipos iniciales trabajaron sobre hipótesis que, luego, con el rodar de los acontecimientos se entendieron como imposibles de implementar.

Ricardo López Murphy fue muy claro al traer al debate algunos datos relevantes que demuestran la altura que tienen las olas que enfrenta el gomón: “Yo escuchaba durante estos días una minimización de la crisis. Yo creo que no. Si algo yo diría es que la crisis es más grave aún de la que el Presidente menciona. La situación cuando yo era ministro era muy delicada. Imagínese lo que es ahora. Cuando yo era ministro había 2 millones de empleados públicos y 4 millones de jubilados. Ahora hay 4 millones de empleados públicos, 10 millones de jubilados y 5 millones de planes sociales”.

En cuanto al déficit, Lopez Murphy dijo: “Todo el mundo habla del déficit de EE.UU. El país viene creciendo muy bien, esa economía tiene una robustez tremenda y sin embargo tiene un déficit que preocupa a todo el mundo. ¿Cuánto es el déficit de EE.UU.? Es 0,5 del producto. ¿Cuál es nuestro déficit con respecto a la circulación monetaria? Es aproximadamente 7 veces. Es decir, nuestro problema es 14 veces más grave que el problema que conmociona al mundo que es el déficit fiscal de EE.UU., un país que tiene mercado de capitales, una moneda creíble, cosas que no nosotros no tenemos. La situación argentina es extraordinariamente grave”.

Frente a esto, el capitán dispuso lanzar el gomón al agua porque el barco se hundía sin remedio: había que evacuarlo, subirse a ese chinchorro frágil y lanzarse a la bravura del mar.

El procedimiento de evacuación no puede ser prolijo. Hay gente que pide ayuda; gente que propone alternativas mejores para abordar el gomón; gente que grita desesperada que el gomón aún necesita mejor acondicionamiento para enfrentar la tormenta… No hay tiempo. El daño producido por los misilazos que el buque “Argentina” recibió del populismo durante 80 largos años -con un bombardeo multiplicado e inmisericorde en los últimos 20- ha sido de tal magnitud que hay que meterse en esa embarcación salvavidas (la última que queda) para intentar salvar a los pasajeros.

No hay dudas de que el apoyo al presidente depende de que el principio “esto lo va a pagar esencialmente la clase política y no la gente” baje a las medidas concretas que el gobierno tome.

El primer paso dado ayer tuvo algo de eso (la estructura del Estado se redujo a 9 ministerios y a 54 secretarias, cuando antes había 18 y 106 respectivamente; se pusieron en disponibilidad todos los empleos públicos del último año [que en su mayoría corresponden a militantes kirchneristas]; se suspendió la pauta a medios por un año; se duplica la AUH y se aumenta 50% el programa de la tarjeta Alimentar)

Pero también tuvo algo de lo otro: los subsidios a las energía y al transporte se redujeron y el peso se devaluó contra el dólar oficial, lo que seguramente impactará en los precios.

Luego hay casos en donde una misma medida podría, al mismo tiempo, ser interpretada como “contra el Estado” y “contra la gente”. Por ejemplo, el achicamiento de la estructura pública y la revisión de los contratos de personal del último año, impactan en “gente”. El pequeño detalle es que esa gente vivió hasta ahora una situación irreal, fácil y privilegiada fondeada por todo el resto de los argentinos. Está bien: no son “políticos” pero son un subproducto de esa especie y, en algunos a casos, son “incrustaciones” directas que los políticos hicieron en la estructura estatal para asegurarse, a su vez, privilegios aún mayores para ellos.

¿Cómo es posible, en ese orden de ideas, que una persona que recién ingresa a trabajar en la ANSES, por ejemplo, tenga un salario de $1300000 mensuales? ¿De dónde salían los fondos para pagar esos sueldos? Respuesta: de los bolsillos de otros argentinos que pagaban impuestos que, de no haber sido por ese y otros dislates semejantes, no habrían existido.

Otro tanto podría decirse de los cientos de “medios” que vivieron de la pauta pública y que gozaron de ingresos extraordinarios que periodistas, productores y técnicos que trabajan en medios hasta ahora discriminados, no tenían ni por asomo.

Luego está la no menos importante cuestión de la verdad y de cómo ella debe ser justipreciada cuando las advertencias se transforman en realidad.

Está claro que Milei es el primer presidente que llega al gobierno diciendo lo que era necesario hacer. Nadie puede decir hoy que el presidente no advirtió -cuando era candidato- lo que sería necesario hacer para poner las cuentas en orden y volver a una senda de prosperidad. Eso está claro.

Ahora, eso no torna menos dolorosas las medidas cuando las medidas se toman y, en ese momento, muchos pueden verse tentados a olvidar la advertencia. ¿Cómo debe valorarse, entonces, que el presidente haya adelantado lo que se venía? Ese también es un debate interesante que no debería soslayarse.

Pero el punto que creo más debería analizarse es el que tiene que ver con las expectativas. Frente a lo que se esperaba del capitán, ¿lo que se anunció hasta ahora conforma o no conforma; llena ese costado inasible del alma que no es reducible a números pero que uno lo siente muy dentro de su espíritu? No lo sé. Es posible también que haya tantas “almas” como personas y que mientras unos crean que ha sido un buen comienzo, otros lo consideren incompleto o directamente decepcionante. No lo sé…

Pero una cosa es segura: el gomón ya está entre las aguas embravecidas de un océano al que no eligió ir y del que deberá salir con decisiones valientes del capitán pero también con una fuerte dosis de templanza, paciencia y comprensión de aquellos que no solo pueden salvarse, sino que deben hacerlo.

(The Post)


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