DECILO COMO PARA QUE LA GENTE LO ENTIENDA

OPINIÓN

El periodista, correcto e incisivo, transmite desde un tren que atraviesa el conurbano bonaerense


Por Osvaldo Bazán

No está en la sala VIP de una tarjeta black en el Aeropuerto, con empresarios de multinacionales, modelos curvilíneas y nenes de papá.

No.

Está rodeado de gente con gesto adusto, personas cansadas de regreso de largas jornadas laborales, que llevan encima el peso de Argentina, país poco generoso para quien trabaja, no roba y cumple como puede con sus obligaciones. La intención de la nota es clara: encontrar decenas de argentinos enojados con el nuevo gobierno a tres días de su asunción.

Los videographs durante todo el tiempo que dura el segmento no sólo son claros y direccionados, sino que además, funcionan como un editorial; no están ahí para reflejar lo que dicen los entrevistados sino para reforzar lo que se espera que los encuestados digan, a saber: “El megaajuste ya está en marcha”; “más impuestos, menos subsidios y recorte a jubilados”; “los precios vuelan después del anuncio de Caputo”; “Las naftas aumentaron más de 35%”; “Combustibles a más de $600 en estaciones de servicio”; “Alimentos y medicamentos, al tope de aumentos”; “¿No era que los precios ya estaban al dólar ‘blue’?”; “CGT: ‘El ajuste lo paga el pueblo, no la casta.’”; “El plan ‘Motosierra’ llega a todos menos a la política”; “Los dólares financieros, casi a la par del oficial”; “Chau precios justos, llegan los precios liberados”, en encadenamiento científico, coalicional, social en un modelo discursivo-decisional bastante poco novedoso y que C5N usa desde sus comienzos.

Buscan sangre, y a decir verdad, los números le dan la razón: así no se puede vivir y esto todavía no empezó.

Un kilo de naranjas ronda los $700, un paquete de queso rallado de 120 gramos puede llegar a los $1.000 y un paquete de manteca de 200 gramos, a los $1.400. (Me corro un segundo de lo que iba a contar y recuerdo que en la hiperinflación de 1989, porque ya las pasamos, una de las cosas que más me llamaba la atención era que no había otro tema de conversación más que el precio de las cosas. Las charlas siempre eran “¿viste lo que sale la cebolla?” o “¿sabés cuánto me quisieron cobrar hoy por un alfajor?”. Cuando se te achica la billetera, se te achica la vida entera…me salió un versito horrible pero que toda tu cabeza esté ocupada en cuánto aumentó un kilo de papas reduce tu existencia a eso, al precio de una cabeza de ajo. Es el peor recuerdo que tengo de la hiperinflación. Cuando noté que estaba escribiendo sobre el precio de un paquete de queso rallado, percibí peligrosamente la pulverización de nuestra vida interior, nuestros anhelos y sueños. Continúo)

El periodista, decía, transmite en directo para la unidad básica con cámaras, que eso es C5N y nadie se horroriza porque se da por sentado que el partido que manejó el país por décadas tenga su propio canal -y que sea igual que el peronismo, prebendario, soberbio, poco afecto a la verdad, con manejos de dinero poco claro- donde su relato es la verdad y las puertas están blindadas contra la realidad.

Durante todos estos años los medios oficiales fueron una burbuja de bienestar. Por no pasar, ni pasó la explosión de pobreza y miseria que durante cuatro años se paseó por todos los rincones del país. Y como los mejores días siempre fueron peronistas, según la orden que baja la ideología oficial, acompañada con una foto sepia de Evita regalando una bicicleta que por supuesto, jamás pagó porque si hay una reina histórica de “la casta” es ella y en ese sentido es lógico ese mamotreto atroz que cuelga del Ministerio de Bienestar Social afeando la ciudad de Buenos Aires (ese retrato que los turistas brasileños confunden con una Carmen Miranda comiéndose una hamburguesa). La reina de la casta obliga a sus súbditos a saludarla cada día.

Perdón, hoy estoy que me voy por las ramas porque sigo en shock.

Vuelvo al tren y al periodista que tenía una misión: meter en un solo día las quejas de todos los ciudadanos que no sacaron al aire durante cuatro años.

Primer intento: nada, una señora dice “peor que antes no podemos estar. Cualquier cosa mejor es de lo que estaba. El modelo anterior era no sustentable y lo no sustentable se consume hasta desaparecer”.

Mal tiro.

Segunda señora, periodista pregunta: “¿Usted va a poder pagar un boleto a $700, $800”? Respuesta: “No sé si vamos a poder, pero vamos a tratar”. Nada de la bronca esperable, caramba.

Tercer tiro: un jubilado, viajando parado en el tren, “papita’pal loro” piensa el periodista, “este se queja seguro” y pregunta: “Caballero, ¿cómo ve la situación del país?”, después de un diagnóstico pesimista, el señor responde: “Creo que va a mejorar la situación, porque lo anterior fue horrible, lo peor, lo peor, a mí no me gusta la corrupción, nada de eso y lo que pasamos fue todo eso, los cuatro años que estuvo el kirchnerismo, un desastre, a nivel económico, Massa pésimo. A este gobierno no lo conozco”. El periodista, resignado, dice “gracias, gracias” y el señor jubilado mira a cámara y apostrofa: “Pásenlo, eh, mire que ustedes…”. Risitas nerviosas desde el piso central y la conductora, condescendiente y soberbia a la vez, reclama: “¡Decile que lo estamos viendo!¡Que lo están viendo en su casa en directo!”Otro intento que salió mal.

El periodista encara a un muchacho que sigue enfrascado en su celular y no tiene ganas de opinar.

A ver, vamos por otro, última oportunidad.

Un morocho con pinta de haber trabajado todo el día, gorrita, tatuajes, mochila. Un “laburante” como le gusta decir a quienes creen que decir “laburante” los hace empáticos. El muchacho dice que trabaja en instalaciones de cámaras, a lo que el periodista reflexiona “instalaciones de cámaras, está de moda ahora” (otra digresión, no es “moda” la instalación de cámaras, es epidemia la inseguridad, a veces alcanza con unir los puntos). Y acá sí, para coronar la mala suerte del cronista, el muchacho habla de la situación general: “una bomba lo que estaba pasando, como en mi país, Venezuela, lo mismo, era una olla que estaba tapada y lo que se viene es fuerte. Milei prefirió hablar con la verdad, y duele, todo lo que se viene va a ser fuerte y va a ser para mejor. Pero entre todos poniendo un granito de arena y todos trabajando podemos sacar un país adelante”.

Es cierto, no ocurrió sólo en C5N, los medios en general no se privaron de salir a ver “qué dice la calle”, pero ahí no sólo es una nota circunstancial.

Es el mensaje 24 x 7.

Si uno fuera paranoico -y hay motivos para serlo- pensaría en un plan sistemático, el famoso encadenamiento científico social. Instalan desde ya un clima de “incendiemos todo”, “la calle ya no aguanta más” y el presidente nuevo se tiene que ir porque no me gusta y porque como todo gobierno no peronista, es un “accidente de la democracia”, como dijo el democrático Agustín Rossi sobre el gobierno de Cambiemos. Puede ser, no digo que no haya perfume golpista en el ambiente, pero creo que hay algo más, ese algo más que quedó explícito en el desconcierto general después de las PASO.

El periodismo en general y no sólo el periodismo, lo ampliaría a todo lo que es clase dirigente del país (desde los empresarios a los gremialistas, desde los académicos a los políticos, desde los influencers a los artistas), o sea, todo el que es una palabra escuchada en Argentina, pasó todo el kirchnerismo en Narnia.

No escuchó, no entendió, no supo.

Hay una frase que dicen los periodistas de manera reiterada y es “para que la gente entienda”. Siempre hay un “explicalo para que la gente entienda” o el más obvio y explícito “bájelo para la gente en su casa”. Porque, se sabe, los periodistas están arriba de “la gente en su casa”. (Otra digresión, porque ahora que sé que se escribe “digresión” y no “disgresión” lo quiero usar). Digo “los periodistas dicen” y no “los periodistas decimos” porque cuando me di cuenta que dos o tres veces cometí el error, me juré no hacerlo nunca más).

Pero qué pasa ahora, cuando “la gente de la calle”, “el hombre de a pie”, “la gente en su casa”, entiende más que el periodismo y la clase dirigente y es quien debe explicarle la situación a los esclarecidos.

El ajuste es brutal y nos toca a todos. Aquella señora sacará el mango y los arándanos de su dieta y aquél jubilado comprará una papa y una manzana, pasará por las obras en construcción buscando el olorcito a asado y no encontrará nada, porque el sándwich de salchichón no tiene olor a tira.

No hay alegría y no la habrá porque en la miseria no se festeja, claro. Todo este dolor que nos baña y nos corroe no se irá tan pronto. Se profundizará y no lo comentaremos en los bares porque ¿vos viste el precio del café?

Pero lo que sí se entiende es que acá no llegamos porque sí.

Hay responsables que, lamentablemente, parece que no pagarán sus culpas.

No estoy de acuerdo con el concepto “tabula rasa” del presidente. Tabula rasa es “pizarrón limpio”, se puede escribir como en un cuaderno nuevo como si acá no hubiera pasado nada.

Y no.

Acá pasó de todo.

Hubo robo descarado, hubo asesinatos, hubo encubrimiento, hubo estafas, hubo corrupción para hacer dulce.

¿Por qué habría que hacer “tabula rasa”?

¿De verdad “no me importan de dónde vengan sino hacia dónde vamos”, como dijo Milei en su discurso inaugural?

¿Entonces los currículums no valen?; ¿el mérito sigue siendo un bien descartable?

Pero cuidado, una cosa es criticar -y de eso no te puede privar nadie- y otra lanzarse a lo bestia contra las dolorosas medidas necesarias. No, los precios no pueden ser sólo variable política porque eso es falso. El pollo cuesta lo que cuesta y vale lo que se paga, no lo que Tombolini y sus curros digan. Porque haber dicho durante años que en el inventado AMBA las tarifas del transporte público y el gas y la electricidad tenían que ser prácticamente regaladas hizo que en el resto del país no pudieran contar con red de agua o de gas.Salía más caro un litro de agua que un litro de nafta ¿cómo se puede pensar que eso era lógico, que estaba bien?

Si ahora hay que “sincerar” es porque antes se mintió a mansalva.

¿Y por qué haríamos “tabula rasa” con los que nos jodieron la vida a varias generaciones de argentinos?

Volviendo al tren y a C5N, supongo que de verdad esperaban que todos los entrevistados -un tren cruzando el conurbano bonaerense, trabajadores al final de la jornadas- convalidarían a los gritos y puteadas cada uno de los dichos del videograph. Estaban convencidos del amor del pueblo, no entienden como después de tantos años de “Estado Presente” las clases más desprotegidas no los amen. Se creyeron de verdad cada uno de los brulotes engendrados por el trío CFK/AF/SM. Se creyeron que Kicillof es un joven brillante; Atilio Borón, un pensador esclarecido e Ignacio Copani, un artista de primera línea. Ven elegante a Mayra Mendoza y eficaz a Florencia Carignano. Lo sienten así. O quizás no, pero es lo que defienden con uñas y dientes, es lo que los define, es lo que los justifica en el mundo. “Estado Presente”; “Donde hay una necesidad hay un derecho”; “La patria es el otro”.

Ninguno de esos slogans dramáticos y sobreactuados dice nada ni tienen relación con realidad alguna.

Así viven.

Todo es trágico, dramático, histórico.

Por eso salen a la calle y se encuentran con una respuesta inesperada.

Aún hoy no entienden que la mayoría del país pidió a los gritos un cambio y que es capaz de intentar ver cómo se lo banca.

Por supuesto que a este gobierno, como a todos, hay cosas que criticarle y hacerlo es, de buena leche, mejorarlo.

No quedan claros los méritos de “el jefe” para conseguir tan importante cargo en el Estado.

No se entiende más que por rosca de casta la permanencia de Scioli; el rumor de que Fabián Perechodnik (quien todavía debe dar explicaciones, entre otras cosas, por el Caso Chocolate Rigau ya que fue vicepresidente de la legislatura bonaerense en todo el período cuestionado. No dijo una sola palabra del asunto y por eso mismo fue eyectado tanto de la cercanía de María Eugenia Vidal como de Julio Garro) pueda llegar a ser Jefe de Gabinete del Ministerio de Capital Humano;las idas y vueltas con la anulación finalmente no concretada del decreto de AF sobre la custodia en el extranjero; la ausencia de nombramientos vitales para el funcionamiento del Estado que deberían estar pensados desde la campaña porque hay cosas que no pueden esperar lo cual demuestra cierta irresponsabilidad y desconocimiento.

Hablar de todo esto es jugar dentro de las reglas democráticas e institucionales y es lo que tenemos que seguir haciendo.

Como recordar que los diputados no representan a las provincias por eso no deberían votar de acuerdo a lo que los gobernadores le indiquen, que para eso está el senado. ¿Es menor? Y, depende de lo que se piense sobre la institucionalidad. Pero la rosca de la casta, finalmente, todo lo contamina.

Ahora bien, eso es una cosa.

Otra muy distinta es salir a la calle para que “la gente entienda” que la gente está enojada.

Quizás haya llegado la hora de cambiar el “para que la gente entienda” por “para que los periodistas entiendan”.

Ya podemos imaginar a Fantino diciéndole a una señora en la calle: “Explicalo como para que el Gato Sylvestre en su cómoda oficina con aire acondicionado y café en cápsulas lo entienda”.

Será justicia.

(El Sol)




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