POR AHORA

EDITORIAL

No venimos a cambiar nada. Pero ya estamos preparados para hacerlo

Por Walter R. Quinteros

Caras extrañas.

En la última semana y, como estaba previsto en nombre de la democracia, una enorme cantidad de buscavidas políticos salieron a buscar las sillas que quedarán vacantes por el cambio de gobierno. Javier Milei, hace dos años atrás, dijo algo parecido a: "No importa de dónde vienen sino hasta dónde nos acompañen". Esto trajo consecuencias inmediatas, aparecieron caras extrañas, oportunistas, ambiciosos, descamisados, azules, colorados, ultraderechistas y zurdos escribiendo con la mano derecha, teniendo como toda consigna y, a cómo de lugar, demostrar dudosas experiencias que podían aportar. La cuestión entre otras cosas es que había que aceptarlos para decir que venían a sumar, y ellos tenían que demostrar sus fervientes adhesiones a una causa que, hasta hace unos meses atrás, combatieron encarnizadamente en cada elección anterior y, porque se la veían venir. Nuestro líder crecía y nosostros éramos cada vez más. A pesar de las limitaciones y riesgos que eso conlleva, una alianza se iba formando. Hacé de cuenta hermano, que hasta corazón de pollo le agregás al locro.

Hablemos de los comienzos. 

El gobierno que decía volvía más mejor que los mejores no pegaba una, le echaba la culpa a la Pandemia, alardeaba cosas insólitas como eso de mandar un vuelo para traer 200 compatriotas "varados" en el exterior, cuando por distintas razones, teníamos más de 50.000 en ésas condiciones. "Quedate en casa", nos decían y nos aplicaban horarios similares a los "toques de queda", y lograban que persianas de comercio se cerrasen para siempre. No se les caía una triste idea. Ni quiero repasar ciertas fechorías. Porque ante cualquier cosa respondían ¡"Lawfare"! y seguían sin dar ninguna señal de gobernabilidad. Mostraron siempre un total desprecio hasta por la misma frase por ellos acuñada, "Primero la Gente". Mamadera hermano, todo mal. Y después culparon de sus estupideces a la guerra en Ucrania, como si las bombas rusas cayeran en nuestra pampa húmeda. Es decir todo recontra mal. Bueno traslademos todo ése quilombo económico y social que el equipo de malandras que se percibían "científicos" y que estaba gobernando no supo o no quiso desarticular. Lo llevemos a una tribuna.

Lo llevemos al fútbol hermano.

Vos sos el que está sentado en la tribuna alta del estadio del club de tus amores, y ves que los tipos no juegan a nada. Primero te convertís en técnico y exigís que saquen a Fulano. Te convertís en insultador serial, y los mandás a esa cosa maravillosa que tienen sus madres y hermanas, de repente se despierta el maldito engendro asesino que llevás adentro y que quiere descuartizarlos a todos. La muchachada te calma y te dice, que parés un poco, que aguantés un poco, que resistas un poco más. Porque ése tiempo de malos juegos, los aprovecha el libertario Javier Milei y —les cuento un secreto—, es en medio de aquellas situaciones espantosas cargadas de desaciertos gubernamentales que con él, aparecemos entre los escombros y nos vamos identificando los seguidores de López Murphy, Espert y, por qué no, algunos de Gómez Centurión. Y esto hizo que —muchas veces propiciadas por las mismas provocaciones del Gobierno y por su cabal demostración de inutilidad explícita ante cada obstáculo que se les presentaba—, que decidimos agruparnos. Y así nacieron partidos pequeños y agrupaciones. Primero tímidamente, de bajo perfil y casi siempre, desconfiados de la dudosa "experiencia" del que se arrimaba. Pero algo nos hacía llevar la conversacion a cada mesa, a cada lugar. El "Esto no va más" y el líder natural que se asomaba con más peso nos marcaba con una frase: "La Casta nos tiene miedo".

Hablemos de "La casta", hermano.

Ahí estaba nuestro enemigo común, el causante de nuestras desgracias se llamaba "la casta", sentada en el banco sin dar más indicaciones al equipo que preguntar por la recaudación de la jornada. Es así, hermano, que "la casta", fue la expresión que abrió nuestras ganas de ser partícipes de algo distinto. Fue también el motivo para que abracemos los principios y las ideologías libertarias de una apertura al mundo, el que incentivó los valores de pensadores y estadistas como nuestro Juan Bautista Alberdi. Y así, de a poquito en poco, en forma lenta pero sin pausa, gran parte de la ciudadanía fue adhiriendo. Como cuando el silbido de la tribuna al equipo de científicos se iba generalizando en cada tribuna.

Los mete miedos contra la esperanza.

Estábamos ante una concepción novedosa que encajaba sin fisuras en creer ciegamente, en confiar. En desplazar a los miedos por la esperanza. A los brutos bolsones de mercadería de cuarta en canje por un miserable voto, contra el simple valor de la palabra. Y es por eso que al final, a pesar de todo y en esta ciudad, ganamos en las PASO, nosotros, los libertarios solos, en la más absoluta soledad. Lo hicimos después de soportar lapidaciones de los oficialistas y de los futuros "socios" también. Porque éramos pocos y encima pobres. 

Pobres pero buenos.

Así nacimos los libertarios en esta ciudad, hermano. Por culpa del jetón que estaba en la tribuna alta y quería entrar a la cancha para matar a todos. Y nos metimos en la primera línea de una batalla que se sabía, estaba perdida de antemano. Pero la teníamos que pelear para que nos conozcan, para ganar un espacio en los comentarios de propios, ajenos e indecisos. Para llegar a la madurez de decir esta frase que no recuerdo dónde la escuché o leí "nosotros no vamos a cambiar nada, por ahora". Pero ya estamos preparados para hacerlo. 

Cuando Javier Milei habla de "estanflación" también se refiere a eso. 

Ni un mago en dos días de laburo completos y sin dormir, puede acomodar semejante desbarajuste económico y social que nos deja este gobierno que gracias Dios se va. Los fuimos. Fijate hermano que China con sus "yuanes" nos estaba pagando los préstamos, capitales e intereses. China nos abandona, y se lleva oscuros contratos que de eso nadie sabe nada. Y te tiro otro dato, hermano. No queda ni un cospel en el Banco Central. El "por ahora", nos va llevar —calculo—, entre seis y ocho meses de temblores, llantos y peripecias lastimosas. Pero la herida va a curar, vamos a sanar, cuando venzamos la "estanflación" que estamos soportando.

Hice referencia a una batalla.

En ésa batalla hermano, los pocos libertarios quedamos relegados a un lugar chiquito. Pero lo supimos disimular. Porque teníamos la ilusión de que podíamos ahora conciliar nuestros sueños de ver a Javier Milei presidente. Y se nos presentaba una nueva disyuntiva, como si tuviésemos menos drama que novela mexicana. Era la de seguir en el Partido Libertario que ya no integraba La Libertad Avanza, o ser parte del Partido Unión Celeste y Blanco que nos abría la puerta y hasta nos ofrecía un paraguas protector en agradecimiento y reconocimiento. 

Al final, la historia es conocida y fresca.

Es una época hermano, en que tenemos una nueva oportunidad de reinventarnos y de avanzar hacia la integración global, de resistir y movernos con libertad. De abrazar los principios libertarios. De trabajar por la Patria que nos legaron nuestros próceres, de nuestra industria, del libre comercio, de vivir sin imposiciones del Estado. De ser dueños absolutos de elegir. Y, al jetón solitario de la tribuna alta, ahora lo reemplaza una bulliciosa juventud libertaria, estudiosa, emprendedora, trabajadora y preparada. Que sabe que no va a ser para nada fácil, cambiar tantos años de desidia anormal. Por ahora. Pero ya están preparados para hacerlo.

Mantengamos las banderas en lo más alto.

(Walter R. Quinteros / LA GACETA LIBERAL)



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