MARTA Y DOMINGO, CANILLITAS CRUZDELEJEÑOS

LOCALES

"Repartiremos diarios hasta el último día de nuestra vida"


Por Walter R. Quinteros

(Algo para recordar...)

El día que no veamos a Domingo Pérez pedalear su bicicleta con alas repartiendo el diario, agarrate. El día que no veamos a Marta Ocampo atender por la ventana de su mágico mundo, agarrate. Diosito nos habrá cambiado el paisaje, y ya nada será igual. El centro del universo habrá desaparecido.

Aunque vos no lo creas, Marta y Domingo son los canillitas de este lugar en el mundo que bautizaron Cruz del Eje.

El kiosco de diarios y revistas emblemático de esta ciudad es conocido como "El Kiosco de Marta". Está ubicado en Calle Rivadavia esquina Pellegrini, desde allí comienzan a girar las agujas del reloj de Cruz del Eje y, desde 1962 pertenece a Marta Ocampo. Toda una vida.

—Domingo ¿Cuántos años llevas repartiendo diarios?

—Toda una vida, prácticamente.

—¿Qué hacias antes de dedicarte a la venta de diarios y revistas?

—Trabajaba en el Ferrocarril, hasta el año 1977, cuando cierran los talleres, y de ahí me dediqué a ayudarla a ella. (Ella es Marta, toda una reina)

—Y repartiendo diarios en tu bicicleta, yendo y viniendo por los barrios... ¿Cuántos kilómetros hacés por día?

—Y más o menos 20 km diarios...

—Aunque llueva, caiga nieve, haga calor, frío ¿Siempre?

—Es que hay que estar presente siempre, en esto es así. Es un compromiso.

—Esa actitud es lo que más valoran tus clientes, esa constancia de andar y andar te deben haber dejado alguna anécdota a través de tantos años ¿Verdad?

—¿Anécdotas? tengo para escribir tres libros... He conocido tanta gente, ricos, pobres, clientes de toda la vida. Muy buenos clientes.

—¿Hay algún barrio en que no hayas entrado?

—Yo conozco bien todo Cruz del Eje. Pero para el lado del Matadero, no. Esa parte no anduve mucho.

—¿Qué es lo que más repartiste, el diario o las revistas?

—El diario, todos los días, de lunes a lunes. Por ahí si, colocamos algunas revistas.

—¿Internet ha matado un poco la actividad?

—Si, la redujo bastante.

—Has andado tanto por toda la ciudad, conocés tanto sus calles como a los habitantes y sus costumbres. ¿Qué es lo que más vas a extrañar cuando digas hoy me jubilo?

—Es que no me pienso jubilar. El día que no me vean más es por que saqué el boleto.

—¿Y vas a seguir pedaleando hasta ése día?

—Si, la bicicleta es lo mejor y lo más cómodo que hay.

—Esto de ser repartidor de diarios ¿Lo sigue el hijo?

—Esperemos que si, en eso estamos la madre y yo, por eso él atiende de lunes a viernes.

—Para no quitarte tanto tiempo ¿querés decir algo más?

—Nosotros tenemos un trabajo que no se compara con nada. Un compromiso.

—¿Y vos Marta, desde el año 1962 acá?

—Si, ya hace 61 años que estoy en este lugar, en este kiosco, que es parte de mi vida.

—¿Cómo fue que te iniciaste en este negocio?

—Yo me quería ir a probar suerte al sur, por aquellos años en que era muy joven, pero fue mi madre quién cuando se enteró que el kiosco, que estaba allá al frente, y que era de madera, lo iban a vender, hizo todo lo posible para juntar el dinero y comprármelo. De no haber ocurrido eso, no se cuál hubiese sido mi destino. Luego nos dieron un préstamo y con eso hicimos este de material aquí, cruzando la calle.

—Te hago la misma pregunta que a Domingo, ¿has pensado en jubilarte del kiosco?

—No, para nada. Estaré aquí hasta que Dios me diga que hasta aquí llegué.

Un día, daremos vueltas y vueltas buscando el centro del universo. Es probable, que la afirmación con la cual escribo esta frase sea un poco fatalista. Como también es probable que acierte al decirte, amigo lector, que el día que no veas a Domingo pedalear su bicicleta repartiendo el diario por estas calles, de la misma manera en que los ángeles se mueven entre las nubes, a vos se te va a piantar un lagrimón. El día que no veas a Marta con su enorme sonrisa en el país de los sueños —que es su kiosco—, agradecerte la visita, es por que has quedado huerfanito. Todos habremos quedado huerfanitos de una parte de la historia de esta ciudad.

Estás a tiempo —te digo amigo lector—, de ir a saludarlos de ir a agradecerles su tiempo, su honradez, su responsabilidad para con todos nosotros, de demostrarle algo de cariño y por esa cosa que solo consiguen las buenas personas, esas que están comprometidas a nunca fallarte. Ésas que siempre estuvieron.

Ellos son los portadores de esa luminosidad sobre sus cabezas que los hace inolvidables.

¿Cómo que dónde queda el Norte?
Del kiosco de Marta para allá.

¿Cómo qué dónde queda el sur?
Del kiosco de Marta para acá.

¿Qué por dónde pasa la vía láctea?
Por arriba, justo por arriba del kiosco de Marta.

Sepan todos, que Cruz del Eje gira, alrededor del kiosco de Marta.


(Nota original publicada el 7 de noviembre de 2021)


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