EN PLENA DESORIENTACIÓN

OPINIÓN

La incertidumbre general y la desorientación de los principales candidatos a presidente han producido errores insólitos de campaña

Por Sergio Crivelli

Para ganar votos Sergio Massa destrozó la moneda llevándola al umbral de la híper, Javier Milei hizo otro tanto con el futuro económico, anticipando que va a incendiar el peso para imponer la dolarización y Patricia Bullrich se asoció con el perdedor Horacio Rodríguez Larreta para conservar algún el voto pacato de la UCR, que duda ante las perspectivas de mano dura y ajuste monumental. Tres balazos en los pies.

Hay un par de factores que explican tanta extravagancia: el electorado dividido en tres dio cifras muy parejas para los candidatos con chances reales de llegar a la Casa Rosada y la ausencia de polarización le prendió fuego al manual de los “campaigners” criollos que nunca salieron del estado de perplejidad. Los políticos son conscientes de lo que se avecina, pero no pueden cambiar nada, porque son los que diseñaron el actual modelo de ineficacia, corrupción y miseria creciente.

Hay sin embargo cosas claras. La del domingo será una nueva batalla entre el peronismo y el antiperonismo, aunque los bandos no estén nítidamente alineados. Con Massa no existen dudas: es el peronismo que confía en la fidelidad del voto de los más pobres, a pesar de que son los más castigados por la inflación provocada por el gobierno que votaron en 2019.

A lo que hay que sumar que los escándalos de corrupción no constituyen un problema para estos votantes; no hay Chocolate ni Insaurralde que los espante. La grieta es cultural. La General Paz no separa sólo dos distritos electorales; separa dos visiones antagónicas de la ética pública tan persistentes como inconciliables.

Bullrich, por su parte, encabeza el antiperonismo que en 2015 tenía un líder/candidato, Mauricio Macri, y hoy está atado con alambre. El domingo se juega la supervivencia: el tercer puesto llevaría a Juntos por el Cambio a la desaparición o una completa reconfiguración.

Milei, en tanto, es un híbrido que favoreció al peronismo al romper el frente antipopulista. Agita una ideología liberal que siempre ha sido minoritaria y cree que puede imponerla con la colaboración del peronismo. Es un economista teórico que pretende jugar al poder con los profesionales más curtidos en la materia. Lo siguen votantes en general jóvenes, resentidos con los políticos a los que acusan de enfiestarse en Marbella sin invitar. Los mueve un ánimo vindicativo más que ideológico y representan una base extremadamente inestable sobre la cual fundar cualquier proyecto sólido de cambio.

En consecuencia, a cuatro días de la elección el escenario es opaco y el panorama poco alentador. La decisión está en manos de votantes que tienen objetivos diferentes: castigar a los políticos, volver a la racionalidad económica o seguir recibiendo del estado lo que sea, aunque se trate de migajas.

Si este panorama no se despeja el domingo, la crisis adquirirá una velocidad de vértigo.

(LA PRENSA)


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