UNA TEORÍA LOCA... ¿LOCA?

OPINIÓN

YPF: el tachín, tachín nacionalista siempre dándole resultados a la ladri-demagogia peronista

Por Carlos Mira

-¿Y si el dinero del juicio por la confiscación de YPF terminara en realidad en manos de los Kirchner y de la runfla de corruptos que armaron el plan por el cual la Argentina deberá pagar 16 mil millones de dólares?

-¿Cómo?

– Lo que escucharon: ¿si en realidad esa montaña de dinero tuviera como destino final el bolsillo de los Kirchner…?

Recordemos los hechos simplemente para ponerle un contexto a esta teoría.

El gobierno de Cristina Kirchner la emprendió contra la propiedad mayoritaria de YPF en manos de Repsol en 2012. Pero antes, en 2008, se había producido el ingreso, como accionista minoritario, de la familia Eskenazi. Todo el mundo sabía que detrás de los Eskenazi estaba Néstor Kirchner, que, como siempre fue el cerebro del mal que urdió el plan integral de saqueo del Estado. (En 2019 esta teoría del hombre de paja se vio reforzada por las propias declaraciones que el contador de los Kirchner, Víctor Manzaneres, hizo en sede judicial delante del fiscal Carlos Stornelli a quien le confesó como Kirchner le derivaba dinero a los Eskenazi que, en realidad, le pertenecía a él)

Ustedes recuerdan que la llegada de la familia argentina Eskenazi -a través de Petersen Energía- a la propiedad accionaria de YPF se completó a través de un sistema bastante llamativo. La española Repsol vendió hasta un 25% de las acciones de la mayor empresa del país sin que los Eskenazi tuvieran que poner mucho dinero.

La operación se hizo a través de un “préstamo del vendedor”: Repsol le prestó plata a Petersen Energía para que esta firma argentina se quede con acciones que eran de la española.

En 2008, Petersen Energía -una sociedad conformada en España- recibió un préstamo de US$ 1.018 millones de un grupo de bancos integrado por Credit Suisse, Goldman Sachs, BNP Paribas y Banco Itaú Europa, y otro de 1.015 millones de Repsol para adquirir 14.9% de YPF. Para pagarlo, Repsol le permitió que fuera usando las utilidades de la petrolera.

Toda esa primera pantalla fue vendida públicamente como un proceso de “argentinización” de YPF: el tachín, tachín nacionalista siempre dándole resultados a la ladri-demagogia peronista.

En su carácter de socios minoritarios, cuando el dúo Fernández de Kircher-Kicillof confiscó el 51% de las acciones de YPF a Repsol, los Eskenazi deberían haber tenido el derecho a liquidar su parte bajo las mismas condiciones que el gobierno le ofreció a Repsol. Eso es lo que surgía de los estatutos de YPF y lo que debería haberse hecho. Cualquier otra opción pondría a la Argentina frente a los tribunales.

Ese es el punto nodal de esta puesta en escena que hace un par de meses terminó con el fallo de la juez Loreta Preska en New York.

El primer papel de esa actuación le correspondió a Kicillof que, públicamente, salió a cacarear y a hacer gala de la ilegalidad de llevar adelante la operación sin cumplir expresamente con lo dispuesto por los estatutos (porque, según él, si el Estado hubiera cumplido con esas disposiciones “habría sido un estúpido”).

Según mi teoría esa aparición pública de Kicillof haciéndose el guapo nacionalista fue montada a propósito. ¿Para qué? Pues para que quedara grabado un testimonio público de mala praxis lo suficientemente grosero como para que, luego, fuera imposible para cualquier juzgado no tomarlo en cuenta -poco menos que como una confesión de parte- el día en que el reclamo llegara a los tribunales.

Kicillof, a su vez, podría quedarse tranquilo en lo personal porque en la Argentina esas cosas nunca se le reclaman a un funcionario: llegado el caso nadie le pediría a él que reparara de su bolsillo el daño causado y menos aun estando Kicillof arropado por el nacionalsocialismo peronista.

El segundo papel lo cumplió la mayoría kirchnerista que aprobó la operación y que significó pagar en bonos soberanos 5000 millones de dólares a Repsol.

Repsol vendió esos bonos que a su vez le generaron al Estado argentino otros 5000 millones de dólares de deuda en concepto de intereses.

Hasta allí entonces el chiste de sacarle a Repsol el 51% de las acciones costó 10000 millones de dólares. Bien. Pero eso no es lo peor.

Lo detallado hasta aquí no tiene que ver pecuniariamente con los Kirchner, aunque haya servido de pantalla “nacionalista” para venderle a una opinión pública idiota una epopeya detrás de la que se escondía una fortuna que, como fruta madura, caería en los propios bolsillos de los Kirchner un tiempo más tarde.

El avasallamiento de los derechos de la minoría fue tan grotesco que obviamente generó una demanda en los tribunales competentes de New York.

El pequeño detalle es que esa “minoría” litigante no es otra que la familia Kirchner, utilizando interpósitas personas, algunas de las cuales les permitirían seguir usando, incluso, el verso del “nacionalismo”, de “los buitres” y de “los fondos norteamericanos” que quieren destruir a la Argentina.

El grupo Petersen Energía (de propiedad de la familia Eskenazi, que no es otra cosa que testaferros de los Kirchner) cedió sus derechos de juicio al Fondo de Inversión Burford.

Este fondo inició la demanda contra la Argentina que terminó en el fallo de Preska por el cual el país deberá pagar una indemnización de 16000 millones de dólares.

En 2019 el gobierno de Mauricio Macri le pidió al juzgado de New York abrir la información total de YPF, de Repsol y del Estado Argentino para que se conocieran todos los emails, las comunicaciones internas y los intercambios entre los negociadores, una técnica que, en las prácticas de investigación de causas, se conoce como “discovery”.

Si esa información se conociera saldría a la luz que el Fondo Burford en realidad representa a la familia Eskenazi y que esta no es otra cosa que un testaferro de los Kirchner.

Entonces, lo primero que hizo el cuarto gobierno de los Kirchner -por la vía del Procurador del Tesoro (que es el abogado del Estado y que no es otro que Carlos Zannini)- fue desistir de esa presentación de Macri porque eso habría significado destapar la corrupción asociada a los Eskenazi-Kirchner.

En suma, los 16000 millones de dólares que en teoría los Kirchner y Kicillof te quieren hacer creer que se los va a llevar un “fondo buitre del imperialismo norteamericano”, van a terminar en realidad en sus propios bolsillos por esta ingeniosa puesta en escena que, más allá de que si uno la estudia y la mira es burda y grosera, fue suficiente para que el robo continúe mientras un cúmulo de idiotas sigue gritando “¡Argentina, Argentina!”… “Wine, wine (sic), situation”, diria la señora que heredó todo.

(The Post)




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