NO ES OTRA COSA QUE LA LIBERTAD

EDITORIAL

Vivir nuestra vida, sin hacer ruido, sin molestar, sin protestar

Por Walter R. Quinteros

Hace unos días atrás, publicamos un artículo sobre la película Gabriela, clavo y canela, basada en el genial libro de Jorge Amado. Y es en ése libro donde nos encontramos con el placer de conocer como era Ilhéus, Brasil, allá por 1925. 

Jorge Amado nos lleva, nos la hace imaginar, y nos mete de cabeza en esa sociedad sumida a cierto feudalismo, donde aquellos terratenientes de las plantaciones de cacao lo dominan todo, gobiernan y someten al pueblo bajo sus leyes. 

Amigo lector, vaya imaginando a lo que quiero llegar.

Nos cuenta Amado, y tras una historia de amor entre Gabriela y Nacib, que allá, el hombre rico era libre de hacer lo que quisiera, tener esposa y amantes como su cargo y economía le permitía, andar por los cabarets, bares y divertirse con sus amigos. Mientras la pobre mujer debía casarse en lo posible, con un hombre rico que la mantenga, y quedarse en casa para el cuidado de los hijos y el hogar. Sino, fuiste, perdiste. Era una sociedad llena de prejuicios, violencia, muerte y pecado. Algo parecido a lo que sucede por aquí cerca, nomás.

¿Va imaginando a lo que quiero llegar?

Pero el autor Jorge Amado hace aparecer a Gabriela, criatura dulce, sensual, morena como la canela, ingenua, sin nada de maldad, que solo quería ser feliz haciendo lo que le venga en gana. Tome. 

¿Sabe por qué?

Porque su manera de ver la vida no es otra cosa que la libertad,  pero para ella —que escapó de las torpezas del campo hacia la ciudad—, la libertad no debía tener límites, ni prejuicios, ni las etiquetas como la de "loca" que algunas personas se dedican a ponerle a las demás. Gabriela, no se preocupaba por lo que piensen, se casa con un comerciante llamado Nacib. Pero ella es libre por naturaleza y así vive su vida, sin hacer ruido, sin molestar, sin protestar.

Jorge Amado hace que la historia de Gabriela y Nacib se desarrolle en una ciudad donde el progreso se hace sentir gracias a personas valientes y rebeldes que no se conforman con seguir haciendo las cosas que siempre se han hecho. 

Tenemos entonces que el mensaje es que el progreso se hace sentir con personas que entienden que los cambios son positivos y que estos cambios nos brindan la esperanza para todos nosotros, que seguimos anclados en las costumbres del pasado. 

Por eso los valientes argentinos votaron a Javier Milei. Cómo en el libro de Jorge Amado, votaron a Mundinho Falcão en Ilhéus, representante del liberalismo progresista. No es  otra cosa que la libertad, amigos míos.

Ahora, ¿va entendiendo hacia dónde voy?

Lo que quiero decirles es que el progreso no viene con miedosos a lo desconocido en cuanto a libertades. No viene con los cobardes por lo que creen diferente, ni con los costumbristas y conformistas de siempre, o con los viles militantes —a veces disfrazados de docentes—, de estas basuras políticas, que solo quieren poder para enriquecerse ellos, nada más, metiéndoles miedo a los alumnos y al que cruzan por ahí, como también lo hace el ministro de in-Seguridad Aníbal Fernández que habla de sangre y tapado en una manta tejida a puro odio.

Así, por el progreso, por la esperanza, nuestra sociedad en las últimas elecciones, hizo un paso hacia la ideología libertaria, y un alto porcentaje de votantes argentinos se inclinó a repudiar este modelo autoritario del kirchnerismo decadente. 

El modelo del "que se caguen comiendo barro por no votarnos", como manifestó la candidata a concejal en la localidad de Virrey del Pino, la kirchnerista Florencia González. Así son.

No hablamos de otra cosa que no sea nuestra libertad para elegir qué queremos.

Aquí, el progreso que representa Javier Milei, viene de la mano de los votantes, quienes le hicieron sufrir al peronismo una enorme derrota y creo, la peor desde hace 80 años. Y viene haciéndoles notar a los de la otra mal llamada "oposición" —que no pueden superar sus antigüos porcentajes—, por sus amagues e inconsistencias, por ésa rara mezcla que son.

Final feliz para quien quiera escribir un libro parecido al de Jorge Amado.

"Hasta que un día, empieza la retirada de los señores feudales regaladores de chapas, colchones, choripanes y prebendas a cambio de un voto maloliente. Se van los pagadores de falsas encuestas, los de las sonrisas hipócritas. Los sospechados y los imputados que decían, se bañaban en agua bendita. Los vientos que soplan, no es otra cosa que la libertad".



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