LOS MUJERIEGOS

SOCIEDAD

La cara los vende

Por Consultora Liberatore

Aqui yo, frente al hombre que tiene respuestas para todo.

—Un hombre mujeriego es aquel que suele pasar de una pareja a otra sin pensarlo demasiado, ¿es así señor Walter?

—Digamos que no soy quién para afirmar eso, siempre hay motivos, creo. Lo que resulta de eso es no se si con ésa acción un mujeriego puede medir si causa o nó dolor ya sea en su pareja, novia, familia. 

—Me dice que siempre cree que hay motivos, ¿defiende al mujeriego?

—No, en absoluto. Esto me recuerda a algo que leí por ahí y refiere a un zapatero que, como creyente que es, va a la iglesia y le confiesa al cura que se quiere separar de su mujer. El cura sorprendido le dice que tiene conocimiento que la mujer del zapatero es una mujer linda, hacendosa, buena esposa, y buena madre. Entonces el zapatero se quita un zapato y se lo muestra al cura, el cura toma el zapato en sus manos, lo examina y le dice, mire señor, este zapato es hermoso, es cómodo de muy buena calidad. Si, le dice el zapatero, pero usted no sabe dónde me aprieta.

—Sigue defendiendo al hombre.

—No, en absoluto, para nada, lo que quiero decir es que no estamos en los zapatos de ése hombre que se comporta así. Tal vez el tipo nació con esa naturaleza, ego. No se. No todos los hombres son mujeriegos.

—Encontramos que la definición de un hombre mujeriego es "aficionado a las mujeres". Sin embargo, existen algunos otros rasgos o características de su personalidad y forma de comportarse que pueden evidenciar aún más cuando un hombre es mujeriego. ¿Sabe qué otras características podemos agregar?

—Niña, usted sabe que tengo conocidos, si me cortan las manos aun así me sobran los dedos para contar los amigos, pero entre la gente que conozco, si. Veamos, babosos, atrevidos, impulsivos, acosadores, impresentables del levante y los que se la dan de galantes solo en ocasiones especiales, uf, la cara los vende.

—Me dijo que hay "atrevidos", ¿cómo es el hombre atrevido?

—No he pasado ni por la vereda de la Facultad de Psicología y me hace cada pregunta cómo si fuese licenciado, pero creo que es el insistidor, el que no está acostumbrado a los rechazos, el que no quiere perder, por eso su atrevimiento. Creo. Que me disculpen los profesionales.

—Bien, como hombre común, ¿qué es eso de baboso?

—El que practica el deporte de coquetearle a las mujeres, a cualquiera, sin contemplaciones, estilos, figuras, nada, insiste y va.

—¿Y de los galantes?

—Antes que me clave el puñal con otra pregunta déjeme sacarle un poco de filo, así no sufro tanto. Los hombres galantes ya nacen así. Yo trato de ser galante, pero eso no quiere decir que sea mujeriego, uno es galante con su madre, esposa y con las mujeres de su familia, en la mayoría de los casos, es galante con las cajeras del supermercado, con vecinas, compañeras de trabajo, en fin. Pero para ir al fondo de la pregunta, están los que se la dan de galantes, esto de galantear lo hacen con el solo fin de lograr seducir a una dama. Y, veamos, en ése supuesto galanteo, casi insistidor, acosador diría, es porque se trata de una obra ensayada, que ha practicado demasiado, o que una vez le dio resultado, pero galante no lo es.

—¿Sería lo que se llama "el langa"?

—Claro. Algo así. Como yo les digo a los trepadores en política, ambiciosos, oportunistas y otras calificaciones. Quieren ser lo que no son. Carecen de códigos, de ideales. Digamos que son seductores para lograr algo, nada más.

—¿El mujeriego se compromete?

—Si. Si encontró la horma de su zapato, si. Pero, siempre hay un pero, cuando un hombre evita tocar ése tema de comprometerse, bueno, yo diría que puede ser una señal de que esa persona tiene otras intenciones, otros vínculos que no quiere perder, es pícaro.

—Todos esos datos que usted me da lógicamente que generan desconfianza en la mujer.

—No, para nada, estamos tratando de descubrir —más o menos—, desde mi punto de vista a un mujeriego. Pero, hay un detalle, eso se soluciona con una conversación de entrada basada en la honestidad. Tanto del hombre como de la mujer o, entre dos personas, bah.

—Esta pregunta le va a parecer interesante, ¿hay parejas que generen ambientes de cierta desconfianza y por eso el hombre se hace mujeriego?

—Si, claro, pero eso no justifica al mujeriego. El mujeriego creo, no precisa de esas excusas. 

— ¿El mujeriego manipula los hechos para hacer sentir culpable a la mujer?

—Es probable, porque es su naturaleza de mujeriego, pero nos estamos olvidando que la mujer también lo hace. También manipula, se victimiza.

—¿Y cuándo podemos decir que un hombre no es mujeriego?

—Niña, en todo este tiempo no hemos hablado, no hemos nombrado la palabra amor. Me recuerda creo, al escritor y guionista de historietas Carlos Grillo, que dijo una vez que el amor es una palabra compuesta de dos vocales, dos consonantes y dos boludos. (Risas) Si, entre esos dos boludos no hay un vínculo fuerte, no hay honestidad, y los pensamientos entre ellos son distintos, si hay palabras o acontecimientos que generen discordia, desconfianza, es que ya no hay amor, y ahí siempre es fácil etiquetar al hombre de mujeriego.

— Insisto, ¿y por eso nace un mujeriego? 

—No, nace una persona dolida, un sueño destruído, algo roto, un hombre en situación de calle, y eso es irreparable si la culpa de eso no es del hombre. Ahora pensemos sino hemos hecho —con mentiras o dudas—, que haya nacido un hombre indescriptible. Que lo tidaron de un "supuesto" por ser amable o galante o bien educado. Y ¿sabe que? Después nadie se hace cargo de su contención.

—Cerramos la nota y sigue defendiendo al hombre, Walter.

—La que entró a la Facu es usted, niña. Yo ni siquiera pisé la vereda.

(Colaboración especial / Dibujo: Ángel Boligán)





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