"LOS HICE VENIR AL PEDO"

EDITORIAL

Como sea, se trata de una derrota más para el análisis 

Por Walter R. Quinteros

CÓRDOBA- Ponele que se llame Juntos por el Cambio, ponele. Pero se trata del partido Radical, y al frente estaba Rodrigo de Loredo, el que buscaba ser elegido intendente de la ciudad.

Como sea, se trata de una derrota más para el análisis y, de nuevo a manos del peronismo cordobés, o cordobesismo, o partido "cooordobé", ponele.

Si nos fijamos en los números —cosa aburrida si las hay—, veremos que Rodrigo De Loredo sacó menos votos que su socio Luis Juez hace unas semanas atrás. 

Y se suma a la larga lista que también integran radicales como Ramón Mestre, Mario Negri y Oscar Aguad. Ponele que me haya olvidado de alguien más. Pero... ¿Cuántas derrotas van?

Ahora nos fijemos en la foto trunca, la de Rodríguez Larreta, con Patricia Bullrich, con Mauricio Macri, con Martín Losteau, con Gerardo Morales y con Emilio Yacobetti saltando y festejando. Iba a ser una fotaza, de ésas que sirven para colgar en un cuadro, ponele.

Pero no, no se dio.

Y ya que estamos vamos a recordar un poco más, a Rodrigo De Loredo no le faltó nada. Tuvo cartelería, tuvo espacios en radios y en la televisión, en fin, apoyo de toda la oposición.

Pero algo salió mal.

Si lo analizamos en una mesa de bar encontraremos que el hijo de la poeta Mauvecín y del contador De Loredo cometió algunos pecados. A saber: 

Algunos analistas dicen que no estuvo bien asesorado.

Que no recorrió los barrios populares.

Que mantuvo en sus filas a candidatos a concejales cuyos familiares eran investigados por narcotráfico.

Que dejó al radicalismo sin líderes.

Porque hablaba más de "Evolución" que de "Juntos por el Cambio".

Y ahora viene el "mortal combat" —como siempre—, para ver quién agarra la posta. O quién la tiene más larga, ponele.

Pero lo bueno es que la hizo corta. 

No eran ni las 21:30, cuando De Loredo miró a los viajeros, a los que llegaron a Córdoba esperanzados, lindos y perfumados. O sea, a la cúpula de JxC y les dijo: 

"Los hice venir al pedo".

Nadie había dicho nada. Ni los vencedores, ni la Justicia Electoral.

Cuando todos salieron, alguien, no se quién, desenchufaba los equipos de música, otros subían las sillas a las mesas para pasar la escoba, bajaban las cortinas, apagaban la luz del búnker y hacían girar dos vueltas a la llave en la cerradura.

Ponele que un poco tristes, ponele.



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