OPINIÓN
Cuando alguien me pregunta cómo es hacer periodismo en el Chaco, me remito a una charla de más de veinte años atrás con un médico del Hospital de Castelli
Era 2002, el país había volado por los aires y los pedazos seguían cayendo. En aquel centro de atención no hacía falta que alguien avisara que las condiciones para brindar el servicio eran pésimas. El edificio estaba muy deteriorado, las camas que ocupaban los pacientes internados eran vergonzantes, la precariedad de la inversión por parte del Estado se notaba ruidosamente en cada detalle.
Trabajando en un informe sobre las prestaciones sanitarias en aquel rincón del oeste provincial, un médico de guardia accedió a hablar. Se lo veía cansado y se sonrió con una mueca cuando escuchó la pregunta sobre las condiciones en que estaban desempeñándose él y el resto del personal sanitario.
Habló de la carencia de medicamentos e insumos, de la recarga horaria con la que atendían a los pacientes (con un elevado porcentaje de personas pertenecientes a pueblos originarios), de cómo la crisis desde bastante tiempo antes los empujaba a atender cada vez a más gente con recursos que se iban volviendo más y más escasos.
Una encrucijada
Para ejemplificarlo, contó una anécdota de poco tiempo antes. Era la historia de una mujer Qom que había llegado al hospital en la noche con dolores que la atormentaban. Los médicos no tardaron en determinar que era una apendicitis que posiblemente ya había derivado en un cuadro de peritonitis. Había que operar cuanto antes.
La mujer fue llevada al quirófano, se conformó rápidamente el equipo que se ocuparía de la intervención, y la operación comenzó. Cuando promediaba el procedimiento, un imprevisto devastador: se cortó el suministro eléctrico. Todo ese sector de Castelli había quedado a oscuras. No se sabía por cuánto tiempo, pero la experiencia local en materia de cortes de luz no permitía ser optimistas.
El hospital contaba con un viejo equipo generador para casos así, pero lo que no tenía era fondos como para comprar el combustible que requería ponerlo en funcionamiento. El destino parecía dictar sentencia.
En medio de la impotencia y el desconcierto, una enfermera salió apresuradamente del quirófano y regresó haciendo avanzar pesadamente a su lado una pequeña moto. Era el ciclomotor con el que llegaba cada día al hospital y con el que regresaba a su casa. Lo encendió. El sonido estridente del vehículo y el humo comenzaron a llenar el ambiente. Era transgredir todo lo que dicen los manuales de medicina. Pero fue con la luz de esa motito que la cirugía se pudo concluir. La paciente se acabaría recuperando.
Intersecciones y paralelas
El ejercicio periodístico en países como la Argentina y en provincias como el Chaco se asemeja mucho a esas condiciones en las que debían desenvolverse los profesionales y demás trabajadores de los servicios sanitarios públicos en aquellos tiempos (que los actuales imitan cada vez mejor). También en nuestra actividad, los manuales, las leyes, la propia Constitución, hablan de principios, valores y resguardos que luego, en el día a día, se confirman como lo que son: construcciones ideales que a veces van por el mismo camino que la realidad y otras muchas avanzan por rumbos paralelos.
La libertad de expresión -y la libertad de prensa, que deriva de ella- no debería ser discutida, pero se discute. No debería estar sujeta a debate, pero siempre lo está, generalmente intramuros. La libertad es libertad o no es. Cualquier excusa o justificación para recortarla o modelarla puede llevar la pretensión de ser legítimamente discutible, pero en los hechos mata en ese mismo instante lo que en teoría busca custodiar.
En sus 55 años de vida, NORTE se ha topado con diversos intentos y actos de condicionamiento de sus criterios editoriales, siempre ejecutados bajo el concepto de que unas personas pueden -y deben- tener la potestad de decidir qué pueden saber, pensar, conocer, leer, escuchar y ver las otras.
Esas prácticas, profundamente antidemocráticas, desmantelan por sí solas los discursos que enarbolan una pluralidad y una tolerancia que se declaman pero no se practican. Como esa gente que acude a misa los domingos y el resto de la semana se dedica a hacer todo lo contrario de lo que predicaba Cristo. Quizá ni siquiera da para dramatizarlo. Finalmente, actividad de la prensa en contextos de intolerancia también consiste en seguir adelante pese a todo. Como diría Benedetti, aprovechando el sol y los eclipses.
Un orgullo peculiar
Este aniversario nos llega con un orgullo singular: hay militantes del oficialismo que nos consideran un órgano de la oposición y militantes de la oposición que nos consideran una propaladora al servicio del oficialismo. En el medio está el reconocimiento de una ciudadanía que varias décadas atrás nos dio el liderazgo entre los diarios de papel y que hoy nos permite agregar a ese galardón el de ser el medio periodístico digital más consultado del Chaco. Lo recibimos como una distinción a la ecuanimidad y a la credibilidad de nuestro medio.
Agradecemos profundamente a nuestros lectores esa confianza. La recibimos con el compromiso de no defraudarla y el de continuar evolucionando para brindar mañana más que lo que damos hoy.
No son las mejores condiciones. El contexto político y económico obliga permanentemente a renunciar a lo ideal para hacer al menos lo posible. Y si bien hay batallas que se pierden también hay otras que se ganan aunque haya que meter la moto en el quirófano.
(NORTE)
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