ENTREVISTA A EMILIO DEL GUERCIO

OPINIÓN

“Muchos piensan como yo pero no lo dicen”


Por Osvaldo Bazán

Bastante antes formar parte de Almendra -una las piedras sobre la que se basó el rock argentino-, al tiempo que compartía banco en el colegio San Román con Luis Alberto Spinetta, Emilio del Guercio se hizo peronista.

El muchachito iba arremolinado ahí, en el ojo del huracán que por izquierda -Abelardo Ramos, Hernández Arregui- empujaba a la juventud a lo que aseguraban sería un mundo distinto, con libertad y justicia.

Sin embargo, pese a la efervescencia generalizada, había cosas que al muchacho no le cerraban. Si bien al comienzo apoyó la idea de Montoneros, al poco tiempo eso de que un grupo de iluminados –“cinco amigos, mi prima, el amigo de mi prima” dice ahora- se adjudicase ser “el pueblo” y decidiera quién era enemigo y debía ser ajusticiado después de un juicio exprés, no le parecía bien.

Sin embargo, con la sola excepción de su hermano Ángel que nunca fue peronista no tenía con quien hablar sobre esa incomodidad. Tampoco quería porque era un cuestionamiento que en el fondo no deseaba hacerse. Como una relación amorosa en la que uno se niega a ver las señales del final. El clima de época como corset conceptual era demasiado ajustado. ¿Cómo decir que “no” ahí donde todos decían “sí”?

La primera vez que no votó al peronismo fue en 1983. Como a tantos, lo convenció Herminio Iglesias quemando un cajón. Votó a Alende. Volvió a apoyar al peronismo en el primer gobierno de Menem, “pero como que se me iban moviendo las placas tectónicas por dentro” reconoce ahora.

Ese proceso de muchacho joven que se va convirtiendo en adulto agregando elementos de juicio con lecturas y experiencia de vida hizo eclosión ahí en el nacimiento del kirchnerismo.

“Lo conozco a Alberto Fernández desde hace varios años; es fanático de Aquelarre (nota para algún marciano: la banda que Del Guercio armó después de Almendra) y el rock. En algún momento me habló de Néstor Kirchner y me invitó a una presentación que se hizo por el Once y la verdad que no me gustó. Era un acto de poca gente, 200 personas. Confío bastante en mi intuición y no me gustó, tenía una cosa medio torva…extraña. He estado en muchos actos políticos y aprendés a ver qué recursos se usan en un discurso. No era creíble para mí. Además, amigos míos de Río Gallego ya me habían dicho lo tremendo que eran los Kirchner”.

– No todos tuvieron aquellas dudas sobre la violencia de Montoneros. Muchos en el gobierno los siguen reivindicando aún hoy.

– El pertenecer a un grupo y sentirse referenciado en los demás y “yo pienso igual que vos y vos igual que yo”…son lazos muy fuertes, pero además tenemos temores de sentirnos boludos por habernos equivocado. Pasé por esa sensación interna de decir “¡uy, la puta madre!, ¿Cómo puede ser que me haya equivocado de esta manera y tomé esa decisión?”. Pero siempre me guie por la impronta nuestra en el rock argentino, cuando digo “nuestra” me estoy refiriendo a Almendra y a Aquelarre aunque varios de ellos no pensaban igual que yo, pero había ese espíritu de crítica, de libertad, de perseguir siempre la verdad, aunque fuera una cosa que va en contra de tu propio negocio. Soy consciente de que hay gente que pensaba que yo era de tal cosa y ahora no va a escuchar un disco o comprar una entrada. No puedo decir “no me importa”, pero sigo fiel a los ideales que tuve con el arte. Son las mismas directrices internas que tengo, entonces, bueno, tomé esa decisión que me llevó muchos años y fue doloroso también porque imaginate la cantidad de amigos y conocidos que tengo en el peronismo. Muchos piensan como yo, pero no lo dicen. He recibido mensajes de compañeros de otras épocas que me mandan un abrazo, etc. ¿por qué ellos no se animan a decirlo? ¡Qué sé yo! Cada uno tiene sus prevenciones y maneras de protegerse.

– Aún existe el miedo a decir “no soy peronista”.

– Por un lado, he recibido muchas adhesiones con este tema de la candidatura (nota: es candidato al Parlasur por la lista de Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio), por otro lado, los talibanes no sabés las cosas que me ponen. ¡Bestialidades!

– ¿Qué cosas?

– “Te has convertido en una escoria humana”. Me río, pero no es que no me importe. Tengo la fuerza suficiente para que eso no me deteriore internamente, pero sería más lindo que fuera de otra manera. ¿Por qué? Porque revela algo. No son muchos, son algunos pero si hoy estuviéramos bajo un gobierno de Franco por ejemplo, serían muchachos falangistas sin dudas. Y ellos no se dan cuenta de eso, no se dan cuenta que ese tipo de estructura mental con respecto al mundo y a respetar la palabra del otro y tener una visión amplia del mundo tiene que ser un trabajo activo constante. El deseo de callar la boca del que no piensa como yo, está presente siempre. Y es paradojal porque ese silencio buscado del otro es una forma de hacerlo desaparecer, que desaparezca su voz y empleo a propósito la palabra “desaparecer”.

– Evidentemente esa gente que te apoya en privado no tiene ganas o fuerza para enfrentarse a todo eso.

– Seguramente que no, pero no los juzgo, cada uno hace lo que puede con su vida, toda la vida nuestra es un transcurrir de aprendizajes. Algunas personas valoran que sigás pensando lo mismo que cuando tenías 18 años. Es exactamente al revés. Si a los ‘50, ’60, ‘70 seguís pensando lo que pensabas a los 20 sos un boludo y te convertiste en conservador. La vida es un hecho orgánico que todo el tiempo va cambiando; eso no quiere decir que cambiés tus principios, sino que vas incorporando a lo largo de la vida muchos otros más y revisás tus adhesiones. Poder absorber los distintos procesos históricos, internalizar la plasticidad que tiene el mundo y la vida es necesario porque si no te cristalizás.

– Entre las reacciones de apoyos tuviste una muy fuerte de Andrés Calamaro, ¿hablaste con él?

– Sí, él está de gira. Le agradecí mucho y él también de alguna manera en España me dice “yo sufro un poquito de esa cosa, ese hostigamiento”. No soy amigo personal, lo conozco hace mil años, pero es un pibe muy inteligente.

– ¿Hay algún ataque que te duela particularmente?

– Me duele cuando son muy agresivos, no podría decirte una persona en particular. Hay algunos militantes dentro del peronismo que piensan que soy un pavote, un ingenuo, que creo que no lo soy. Trato de que eso no me afecte. Me dicen “¡Qué lamentable!”, estableciendo que la mirada de ellos es la correcta. Evidentemente ese trabajo cultural la izquierda lo ha hecho muy bien mundialmente, encaramándose como un sujeto social y político fiscal de la historia, la ética y la moral. Los otros días en Página 12 me pusieron de “ultraderecha”. Es una exageración que si se ponen a pensar seriamente no tiene pies ni cabeza. Esas categorías en este momento son sumamente endebles, no explican las cosas salvo que vos quieras que todo quede muy cristalizado en buenos y malos. Gente mala y buena hay en todos los sectores políticos de la vida; me interesa qué visión tiene sobre el mundo y ante que todo si humanamente es una persona buena y honesta. Por ejemplo, Rodolfo García (baterista de Almendra) que ya no está con nosotros, nunca fue peronista pero sí muy kirchnerista. Alguna vez discutí, pero tanto él como yo sabíamos quiénes éramos

– En esa nota de “Página/12” se te condenó por “camaleonismo” y “conveniencia política”. ¿Cómo te cayó?

– Y, me cayó mal, pero yo no voy a sufrir por eso. Lo escribió Eduardo Fabregat que me hizo muchas notas halagüeñas sobre mi trabajo artístico. ¡Qué loco que ese supuesto prestigio y respeto que podía tener por mi obra y trayectoria se deshace en un segundo cuando digo que apoyo a Patricia Bullrich! En realidad, si tienen respeto por lo que hice en mi vida podrían decir “si Emilio apoya esta mujer, revisemos porque quizás esta mujer pueda ser diferente a lo que pensamos nosotros”. Sin embargo, en un segundo toda mi trayectoria, mi vida, todo lo que saben de mí, todos los lugares donde he estado desaparecen y desaparece mi obra, en algunas notas he visto que utilizan letras de mis canciones para resignificarlas y que abonen sus posturas.

– “…que el viento borró tus manos…”

– Sí, sí, qué sé yo. Quisiera que no fuera así porque ver que mucha gente que ama tu música al otro día que vos decís “apoyo a tal” tu música empiece a ser horrible es muy loco. No se entiende cuál es el mecanismo que relaciona una cosa con la otra.

Por lo pronto, en pocos días, el 20 de julio sale en plataformas “Sólo por tu amor”, primer single de su nuevo disco “Un día antes del futuro” que irá desgranando en la red. El primer trabajo integral solista después de aquella maravilla que fue “Pintada” (y del que podría el lector salir corriendo a escuchar esa belleza que es “Trabajo de pintor”). La política, por suerte, no impide la música.

Su cercanía con Alberto Fernández fue grande, aunque ahora estén distanciados. Tan cercano era que cuando la pareja de Fabiola fue ungido candidato por CFK, mantuvo charla por wasap con el ex presidente y le dijo que no pensaba acompañarlo de ninguna manera porque creía que el peronismo no le había dado repuestas a los argentinos, entre otras cosas, por los desastres de corrupción. Lamenta que le hayan robado el celular en donde mantuvo esas conversaciones porque ahí figura la última comunicación, donde el músico le envió al ex presidente un listado de cosas que Del Guercio creía que iban a pasar.

– ¿Qué le decías, por ejemplo?

– Le decía que íbamos a estar cuatro años en la telenovela que ella lo iba a limar, a vaciar de poder, le decía que en algún momento Máximo va a renunciar.

– No sos mago, eso estaba a la vista ¿no?

– ¡Pero por supuesto! Lo loco es que mucha gente incluso grande de la militancia ¿cómo es que no se dan cuenta? ¿Cómo es que es tan fuerte la cosa de decir “si me corro de esto pierdo amistades, pierdo partes de mi historia”? Porque es verdad, los lazos son muy fuertes, y para tomar esa decisión hay que tener demasiada convicción.

No es la primera vez que Emilio Del Guercio figura en una boleta electoral. Ya ocurrió en el 2000, cuando desde el PJ se sumó a la lista de Juliana Marino que apoyaba a Aníbal Ibarra para Jefe de la Ciudad. En aquél momento no fue elegido diputado pero lo llamó Jorge Telerman y le ofreció ser Director General de Música de la ciudad de Buenos Aires. Hoy recuerda esa experiencia como brava y enriquecedora. Por un lado rescata un montón de gente con la que pudo trabajar bien pero por el otro recuerda dos anécdotas que le aclararon rápidamente el panorama estatal.

Estaba recorriendo el séptimo piso del Teatro San Martín, sede donde trabajaba. En ese lugar enorme encontró unas habitaciones, unos cuartitos tabicados de 1 por 2 donde algunos empleados se escondían a tomar mate por horas. Algo así como la sala de mapas del secundario, donde los chicos se escondían para fumar. El otro momento que descubrió qué quería decir “burocracia estatal argentina” fue cuando, como Director Musical, iba a los shows de la ciudad y escuchaba acoples horribles. Se acercaba entonces al sonidista y le decía “‘hay un acople, solucionalo’ y el tipo me miraba como si yo fuera un marciano. Después el sindicato se acerca y me dice ‘mirá el sonidista no tiene obligación de buen sonido, alcanza con que haga sonido’

– El ambiente general es un ambiente de mediocridad, y eso hay que cambiarlo. Lo comprobé en carne propia poque el 12 % faltaba todos los días, por diferentes motivos, uno porque la mamá se había hecho caca, otro porque tenía una uña encarnada. No quiero ahondar porque había muy buena gente trabajando. Pero pude comprobar muchas cosas de la visión que tenía sobre lo que debería ser el Estado en contraposición de la concepción del kirchnerismo del Estado. Tenía 280 personas y muchas no laburaban. Y me esforcé para cambiar eso y empezaron los sindicatos a meterme presión. No quiero ser cruel porque había muy buena gente trabajando, pero el ambiente es una ambiente gris que va achatando la cabeza a las personas porque la cultura del Estado en la actualidad es una cultura de “Vamos todo para atrás”, no importa lo meritorio. Si te esforzás, los demás te empiezan a socavar porque “éste se quiere hacer el astro y nos está perjudicando a todos”.

– Marcás un estado de situación estatal que es uno de los problemas.

– Gravísimo. Es la razón por la que al ex presidente Macri desde el día uno lo empezaron a socavar en todas las oficinas públicas. Lo vi. Me acuerdo haber ido a Cultura de la Nación y era tremendo porque en la última época del gobierno de CFK habían incorporado cantidad de gente impresionante como lo están haciendo ahora. Estaban puestos ahí para hacer lo que hicieron. Enloquecer al gobierno y eso se transmitió un poco a la población. Es verdad que hubo problemas económicos eso no se puede negar, pero desde el punto de vista político el gobierno de Macri abrió una mirada diferente sobre la administración del Estado que en ese momento quizás no permeó lo suficiente pero ahora sí más entendido por la gente.

– Sin embargo se instaló que el gobierno de Macri fue un fracaso.

– Si el gobierno de Macri fue un fracaso, el de Cristina, el otro y el otro y el otro anterior también lo fueron; terminaron con alta inflación y deuda y ahora la inflación está subiendo cada vez más. Desde el punto de vista político no fue un fracaso. Y creo que justamente los cambios profundos se producen política y culturalmente. La economía se va a ir adaptando, mejorando, enfocando mejor, pero el cambio tiene que ser cultural y político.

– ¿Por qué no ocurriría lo mismo en un próximo gobierno hipotético de Juntos por el Cambio?

– Bueno, no te lo puedo asegurar porque no soy vocero de Patricia, pero hay una experiencia que no había. En el gobierno anterior hubo mucha ingenuidad, falta de comunicación que yo se los dije a gente que estaba en la comunicación de Mauricio, en ese momento y te decían “no te preocupes, la gestión, la gestión va a generar esa comunicación” y no era tan así. ¡Hay mucha gente que cree que no hubo gestión en el gobierno de Macri y se hicieron una cantidad de obras impresionantes! Ahora están publicando mucho lo del gasoducto, ése es un proyecto de Macri que este gobierno paró.

– Una vez me dijo el filósofo peronista José Pablo Feinman que hay dos cosas que por más que uno abandone, nunca deja de ser, cura y peronista ¿vos dejaste de ser peronista?

– Lo que dice Feinman no es del todo errado, pero te lo contesto de la siguiente manera. La mayoría de las ideas fundacionales del peronismo, las básicas, como la libertad, la justicia social, la independencia económica, son ideas que ya han permeado en toda la cultura política del país; en cambio el peronismo ha ido en una situación de decadencia mayor y se ha vaciado de contenido. Es una marca de supermercado donde, bueno, ya sabés que esto vende y detrás de eso se agrupan los tipos que tienen puestos de dirección.

– ¿Peronismo y kirchnerismo, son lo mismo?

– Difícil de responder. Creo que el peronismo se fue encalleciendo con los años, una deriva que fue por el río de la historia, golpeándose con la costa. En algunos momentos quedó trabado, en otros momentos siguió flotando y ahora arriba a una playa desértica, plagada de basura como lo que se ve en los mares repletos de plástico. Eso se llama kirchnerismo. El peronismo en ese endurecimiento no fue entendiendo los tiempos históricos, ni que la vida y la historia son hechos orgánicos protagonizados por personas. Pero en esa playa, esa basura está expresada de manera más contundente en lo que es La Matanza. Los resultados del peronismo a tantos años de esa deriva, son un espanto. El ideal de sacar a la gente de la pobreza no se realizó sino que hay más gente pobre que antes, entonces evidentemente esa herramienta política que en los comienzos fundacionales del peronismo y de acuerdo al contexto de la historia tuvieron razón de ser, la realidad prueba que no funcionó, que fue cada vez deteriorándose más. Hoy el peronismo es el kirchnerismo en su estado de degradación. Y no solo es peronismo degradado, sino perverso. El kirchnerismo tiene una práctica de perversión que es una mutación maligna de la política y del peronismo en particular.

– ¿Por qué apoyás a Patricia Bullrich?

– La conozco hace muchos años, no soy amigo personal de ella. La aprecio mucho y vi rasgos en ella desde chica, cuando estaba todavía en la JP, rasgos que tienen mucho que ver con el espíritu rock de nuestros inicios. Es una mina valiente, audaz, es una mujer que lleva su pensamiento y no lo negocia; eso no quiere decir que sea inflexible, sino que sus ideales no se negocian por guita o un puesto. Lo mismo que hicimos nosotros, cuando empezamos a tocar con Almendra, cuando nuestra situación era completamente en contra del negocio musical. Para mí es una especie de rocker de la política, una mujer que va al frente, no se come ninguna, se banca lo que haya que bancarse, además de lo que es el contenido de su pensamiento con el que comparto muchas cosas.

– ¿Por ejemplo?

– Básicamente, cómo debería ser la administración del Estado. Eso me ha llevado a apoyarla, cuando Fernando Iglesias me llamó para proponerme ser candidato al Parlasur lo pensé un poquito y le dije que sí.

– El Parlasur tiene muchas críticas porque no ha sido útil hasta aquí.

– Es cierto. El kirchnerismo lo ha usado como campana de resonancia de un mundo bolivariano, no le dio su real importancia.

– ¿Qué se puede hacer desde el Parlasur?

-Si bien por supuesto si accedo a ese lugar no es solamente para hablar de música, tengo un montón de intereses sobre la realidad del país y la región, pero desde que se armó el Mercosur en los ’90 tengo la idea de armar una orquesta con integrantes de todos los Estados parte y los asociados. Una especie de vínculo de fraternidad e imagen de identidad regional que permita acceder por otros vehículos al conocimiento de la región en los diferentes lugares del mundo y en Estados o mercados donde potencialmente podamos ofrecer nuestros productos.

Funcionaría como una punta de lanza, embajadores de la región.

Termina la entrevista que fue por zoom, ya que el músico político está en Córdoba en estos días. Sin embargo, manda por wasap un último pensamiento, generado caminando por las sierras cordobesas: “Más allá de que si votaste o no a esta gente, que estemos gobernados 20 años por gente que no está bien de la cabeza…hay algo ahí que habla de nosotros, de las diferentes direcciones que toman los pueblos en su historia. Es muy loco. Me impresiona”.

Como dice en “Trabajo de Pintor”: “Yo sé que el tiempo que pase me cambiará/ pero todo lo que fui vuelve siempre a dar en mí”.

También como país el tiempo que pase nos cambiará.

Habrá que ver qué hacemos con todo lo que fuimos.

(El Sol)


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