EL KIRCHNERISMO, LA VARIANTE MÁS SOFISTICADA DEL ANTIPERONISMO

OPINIÓN

Los Kirchner nos llevaron a una guerra contra el sentido común que vamos perdiendo sin siquiera la dignidad de hacerlo con nuestras banderas

Por Julio Bárbaro

El General Perón nos dejó con el 62% de los votos y fue despedido por el representante mayoritario del resto. Había retornado a pacificar y la vida se lo llevó cuando lo estaba logrando. Su peor enemigo fue la guerrilla, esa deformación infantil que Cuba había sembrado en el continente y que nunca dejó de cuestionarlo.

Perón les entregó un enorme espacio de poder para integrarlos a la democracia. Sin embargo, en su demencia volvieron a las armas. Al peronismo lo derrocaron en el ‘55: luego harán lo mismo con Arturo Frondizi, Arturo Illia y finalmente con Isabel Perón.

Con el golpe de Juan Carlos Onganía se inicia la destrucción de la Universidad, su consecuencia será el nacimiento de la guerrilla y un estudiantado politizado pero pacifico es expulsado con violencia junto con docentes que nunca más lograríamos recuperar con ese nivel intelectual.

Onganía no destruye la estructura económica, sólo inicia la desintegración nacional. Ese golpe termina con la decisión de tener una ciencia propia, de puros brutos. Imaginan que los científicos son comunistas y en ese sentido fue una copia fiel del Franquismo.

Durante veinte años, hasta el ‘76, nadie se anima o no tiene la voluntad de terminar con el proyecto nacional. Los descendientes parásitos de la vieja clase dirigente, encabezados por el mediocre que parecía talentoso de Martínez de Hoz, deciden dejar de ser Europa y pasar a asumirse como una asociación de enamorados de Miami. Asesinan y endeudan sólo para impulsar a los grandes bancos a sustituir el desarrollo industrial que les exigía talento propio, en su ausencia prefirieron terminar siendo empleados de lo ajeno. Eran tan rústicos que se imaginaban “vanguardia de occidente”, cuando solo eran cadetes del imperio de turno.

Malvinas es el lugar donde esa clase social parasitaria muestra no entender las leyes del imperio, así como el sueño de dolarizar desnuda que desprecian el valor de ser patria. Costa Méndez parecía inteligente pero era como ellos: básico, elegante y pretencioso. Volviendo al comienzo, el General había echado a los “imberbes” de la Plaza que demostraron ser tan limitados mentalmente como el anterior grupo mencionado.

Néstor Kirchner los recupera y durante veinte años les devuelve el prestigio y los votos a los supuestos progresistas que habían destruido nuestra esencia nacional. En la confrontación entre los militares y la guerrilla se expresan los dos pilares de la decadencia. No asumimos la estupidez de la supuesta y pretenciosa “teoría de los dos demonios”, intento de condenar solo a los que dependían del Estado, cosa que tiene su valor, pero lejos está de justificar la mediocridad de la guerrilla. Hasta se animan a reivindicar esa mezcla de delación y suicidio a la que pomposamente llamaron “contraofensiva”.

El marxismo que aparentaba ser imparable agoniza en el tétrico personaje de Putin, en Cuba y en Corea del Norte, ejemplos patéticos de autoritarismos con justificación ideológica. El peronismo expresaba a los obreros, la Cámpora es un desarrollo de universitarios y empleados públicos. El kirchnerismo terminó siendo la variante más sofisticada del anti peronismo, del gorilismo de los sectarios y excluyentes.

Las derrotas electorales no se detienen y eso que la oposición no se anima a deslumbrar a nadie, se podría decir que se derrotan solos. Los Kirchner nos llevaron a una guerra contra el sentido común que vamos perdiendo sin siquiera la dignidad de hacerlo con nuestras banderas. Los peronistas éramos los dueños de una causa, los kirchneristas son creadores solo de un odio, hijos del resentimiento de las viejas izquierdas y otras deformaciones de la política. Solo les queda el sueño de triunfar en la provincia de Buenos Aires, donde la impronta cultural —además de la pobreza— difícilmente se reencuentre con una experiencia que ya padecieron. No es que esta gestión sea brillante, solo que al menos ese gobierno no cayó en las acusaciones de corrupción que acompañaron a la mayoría de las restantes.

Necesitamos recuperar la política y que sea como proyecto superador de las codicias de los grandes grupos, esos que nos vendieron el cuento de que si desregulábamos ganarían más y traería el “derrame”, olvidaron avisarnos que hasta sus gestores lo mismo que sus ganancias se radicarían fuera del país. Se acaba el tiempo de las acusaciones y se adviene el de las propuestas. Las burocracias se están atomizando, surgen grupos que recuperan lo esencial de la política que es la rebeldía, hoy aplastada por la complicidad. Nace un nuevo ciclo histórico, se irá consolidando con el tiempo, pero sin duda las próximas elecciones confrontan ideas y no como ahora, una mayoritaria puja de negociados. Cuando logremos que el pensamiento se imponga a los intereses, habremos recuperado la esencia y el derecho a ser una Nación. Mi generación de revolucionarios que fracasaron, la actual nos aplasto de economistas y egoístas que nos siguen hundiendo. Ya asoma una generación de estadistas que nos devolverá la dignidad de ser patria.

(Infobae)


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