VOLVER AL GOLPE DEL FUTURO

OPINIÓN

Y estarán también los cagatintas de las revistas progresistas con la mayor cantidad de esdrújulas por renglón, escritas así para que nadie entienda que son los mismos elogios que tienen los jingles de cumbia ante el caudillo feudal

Por Osvaldo Bazán

Todavía se siente como un logro que el gobierno de Cambiemos haya terminado su ciclo democrático de cuatro años por el que fue elegido. Con orgullo infantil, la oposición dice aún: “Macri es el primer presidente democrático no peronista que terminó su mandato desde la vuelta a la democracia”.

Lo dicen y se aplauden y se felicitan y “¡qué bien!”, “¡qué maravilla!”, “¡qué up grade democrático!”

¡Qué increíble! ¡Un gobierno no peronista pudo terminar su mandato!

Claro, como todo está corrido al infinito en este país del fin del mundo; como todo es efímero, tan precipitado como banal; tan raudo como explosivo, vaya y pase.

Ya está, ya fue, ya se imprimió.

Y se normaliza otra extravagancia argentina y como todo en este país del fin de los tiempos, se convierte en chiste.

Se celebra que un gobierno -¡UNO!- haya llegado al final de su mandato.

Lo que debería ser básico y común, porque eso es la democracia, se celebra como excepcional y único.

Claro, se festeja que el gobierno no peronista haya llegado al final porque eso es lo raro. Sin embargo, del ’83 para acá, dos veces Carlos Menem, una vez Néstor Kirchner, dos veces Cristina Fernández de Kirchner y una vez Alberto Fernández terminaron los mandatos para los que fueron elegidos sin ningún inconveniente.

Los gobiernos peronistas no tienen problemas.

¿No hay algo para pensar ahí?

Sí, pero siguiendo con la duda de la semana pasada, todavía no sabemos si los alemanes tienen o no una palabra para designar esto que nos pasa, esta imposibilidad de ver lo que tenemos frente a los ojos.

Entonces, habrá que decir cosas básicas.

Los gobiernos no peronistas no terminan su mandato por una sencilla razón: tienen al peronismo en la oposición.

Los gobiernos peronistas no tienen ese problema por una sencilla razón: tienen una oposición democrática.

¿Así o con un dibujito, como dice el ex ministro de seguridad Aníbal Fernández cuando quiere apretar a alguien?

El gobierno de Cambiemos 2015/2019 sufrió, a lo largo de los cuatro años, la amenaza permanente del helicóptero.

Todo esto ya fue contado en estas páginas.

El 16 de febrero de 2016, cuando el gobierno que había asumido dos meses antes intentó ver qué pasaba con el descalabro de contratados que habían entrado al hospital Posadas de la mano de Martín Sabatella y su sello k, Nuevo Encuentro, manos anónimas dañaron con una silla de ruedas el resonador nuclear magnético del hospital, que costó 800 mil dólares. La semana anterior se habían “descompuesto” todos los ascensores juntos, se rompieron las heladeras del vacunatorio (que años después usarían para vacunar a los vip del nuevo kirchnerismo) y dejaron sin refrigeración las oficinas de los directores.

El 17 de marzo del ‘17, el entonces titular del Indec, Jorge Todesca tuvo que enfrentar a los gritos a maleducadísimos representantes de la Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) que apagaron los servidores del organismo.Un grupo de delegados de UPCN violentó el sistema de acceso al edificio y estuvieron recorriéndolo durante todo el día. El Indec había intentado desplazar del organismo a 80 personas, entre ellos, algunos que tenían hasta 103 días de inasistencias, sin enfermedades, licencias o embarazos.

En junio del ’17 un jubilado se suicidó en la sede de ANSES en Mar del Plata. ATE lanzó un paro nacional: “Esto no da para más. Mañana paro general en Anses. Ya basta. Esto es un genocidio. No vamos a ser testigos silenciosos. No vamos a ser cómplices de este plan de exterminio de nuestros viejos. Asambleas hoy y paro mañana”, dijo a C5N el gremialista Leonardo Fabré. Finalmente las sobrinas contaron que el señor estaba deprimido por la muerte de su esposa y de su mejor amigo y que no tenía problemas económicos. Mientras tanto, ATE hizo un paro nacional.

El 12 de septiembre del ’18 la docente Corina de Bonis denunció que la obligaron a subir a un auto en Moreno, la golpearon, la torturaron y le escribieron con un punzón sobre el abdomen “ollas no”. Le pegaron y la dejaron tirada. Roberto Baradel, titular del Sindicato único de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires la acompañó en conferencia de prensa. La justicia determinó que todo fue falso, inventado por Corina de Bonis junto con la vicedirectora del Establecimiento, María Fuentes. Las procesaron por falso testimonio.

Una señora llegó a autoflagelarse con un solo fin: culpar al gobierno, intentando su deslegitimación. Socavar la confianza pública en las autoridades democráticamente elegidas. Llevarle una ramita seca a la hoguera del golpismo. Y como ya se dijo alguna vez, no es un militante partidario quien llega a autolesionarse para culpar a su adversario. Es un fanático de secta dispuesto a todo.

Pese a que la justicia ya determinó que todo fue un ardid antidemocrático aún figuran en las redes los repudios de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, Abuelas y Plazas de Mayo, la Universidad de las Artes; en la página oficial del Conicet figura el trabajo de la Doctora en Estudios de Género Gabriela Bard Wigdor y Maximiliano Konig: “Ollas no”: la historia corporal de una herida social, en donde se estudia la agresión y los discursos de odio de los medios hegemónicos “durante el conflicto por el desfinanciamiento de la educación pública argentina en 2018”. La deshonestidad intelectual al palo.

No importa que haya sido mentira.

Ahí queda para siempre en la memoria de internet, en la memoria del CONICET.

El 9 de julio de 2018 el elenco estable de los actores adictos al régimen convocó “todos al obelisco contra el FMI” porque “La Patria está en peligro”.

En 2018 y 2019, el ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, no pudo dar su discurso inaugural en la Feria del Libro por protestas en contra de la universidad de formación docente, el reconocimiento de los bachilleratos populares y hasta por materiales de limpieza para las escuelas. A los distinguidos escritores presentes no les molestó la interrupción, dieron por sentado que estaba bien gritar para impedir un discurso institucional.

En julio del ’19, en plena carrera electoral hacía frío, como en todos los julios. El ex prestigioso Juan Carr decidió que nunca había habido tantos pobres con tanto frío, y armó unas mediáticas jornadas solidarias en la cancha de River (porque, se sabe, los días gélidos sólo son porteños). Fue la única vez. Por suerte, cada vez que hay frío, las redes sociales recuerdan la mentira del solidario peronista.

Hubo mediocres actores gritando micromilitancia en los subtes, con los primos que se quedaron sin trabajo y los asados que ya no se comían. La perfumada colonia artística funcionó, como siempre, como bufones de una obra que no entienden. Todos pidieron cámara para contar la miseria en la que el gobierno no peronista los agobiaba.

Paola Krum no podía pedir sushi una vez por semana.

Florencia Peña se quejaba del precio de las galletitas.

Rodolfo Ranni tenía que tomar por colectora porque no podía pagar el peaje.

Luli Salazar sólo podía salir a comer afuera si la invitaban.

Comensal habitual en la mesa peronista, la iglesia católica no se quedó atrás en eso de hacer una hoguera con la democracia.

El 15 de septiembre del ’19 cuando el ex presidente Mauricio Macri fue a la misa del Triduo invitado por el arzobispo salteño Mario Cargnello, tuvo que aguantar que el cura lo amonestase desde el atrio: “Cuando usted empezó dijo que iba a luchar por la pobreza cero. ¿Qué le puede decir a Salta ahora? Llévate el rostro de la pobreza”.

La Universidad Católica Argentina quiso marcar a fuego la experiencia no peronista en el poder, por eso difundió en diciembre del ’19 que el gobierno de Cambiemos terminaba con un 40,8% de pobres, la cifra más alta de la década. Después se desdijo, y bajó 7 puntos, pero ya el daño quedaba en la historia.

Todas y cada una de estas acciones fueron golpistas.

Y por supuesto las dos frutillas golpistas del peronismo en el período: el intento de endilgarle a un gobierno democrático la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado y la rebelión de los diputados peronistas amenazando en el Congreso, mientras afuera sus seguidores tiraban 14 toneladas de piedras.

En el caso Maldonado la presión fue tan fuerte que si no te sacabas una foto con el cartelito o preguntabas donde estaba el muchacho el clima de época lo determinaba: eras facho. Fue con esa extorsión progresista que se manejaron.

La verdad nunca importó.

Maldonado nunca les importó. Por eso no dijeron una sola palabra sobre la masacre que el peronismo prohijó en cuarentena. Esos muertos no tienen nombre, no preguntaron por ellos.

Fueron cuatro años de intentos golpistas peronistas, con una voluntad que si la pusieran para algo bueno, seríamos Australia + Finlandia + Disneylandia.

En una inédita práctica, ahora no se conforman con el golpe al presente, ya lo hacen al futuro.

Fue lo que pasó el fin de semana largo, con militantes peronistas y de izquierda quemando la legislatura de Jujuy.

Y éste es el único y verdadero tema.

En el intento golpista de v hubo mano de obra desocupada. Aquellos presos sueltos alegremente con la excusa de la pandemia hoy están pagando su libertad haciéndole favores a quienes los sacaron de la cárcel. Así, Nahuel Tomás Herrera, con causas desde 2017 hasta junio de ’23 por hurtos en banda, robo calificado, amenazas, resistencia a la autoridad y lesiones. O Aldo Darío Gareca, condenado en 2013 por abuso sexual y antecedes de robo, hurto y atentado a la autoridad. O José Luciano Salazar que tiene causas que van de 2005 al 2017 por lesiones agravadas por el vínculo, amenazas y daños. O Pablo Horacio Brandan, con 11 antecedentes de delitos graves, en donde entra la variada gama de robo calificado, lesiones, daños, exhibición obscena y hurto. (Quienes nos trataron de “exagerados alarmistas” a quienes anunciamos que esto iba a ocurrir, en enero del ’20, este besito es para ellos).

Estos ciudadanos ejemplares, con bendición de sindicatos, agrupaciones de actores, intelectuales fueron a encender la primera mecha.

Que la constitución hubiese sido aprobada por mayoría abrumadora con integrantes de varios partidos, que el gobierno provincial haya revalidado recientemente sus títulos en elecciones limpias, que los derechos de los pueblos originarios fuesen especialmente cuidados, nada de eso importó.

Otra vez, la ecuación es transparente: “O se hace lo que el peronismo quiere o se incendia”.

Sin vergüenza el diputado peronista Eduardo Valdes lo dijo clarito, clarito, clarito: “Si la oposición toma el gobierno, habrá convulsión social como hoy existe en Jujuy”.

Por supuesto, en el medio, todos los disfraces.

Ahora, sin ir más lejos, después del papelón del fin de semana con las candidaturas, se va a escuchar a un montón de colegas de esos ansiosos por cambiar el coche, hablar de la independencia de Sergio Massa. Elogiarán que “sólo” tiene más de 100% de inflación, que frenó el cataclismo (andá a chequearlo donde quieras), que tiene tan buenísimos y acertadísimos y aceitadísimos contactos en todo el mundo, que puede pasar la gorra en cualquier lado. Después, que no le den un mango, es otra cosa. Hablarán maravillas de quien, ahora sí, puede encarrillar al peronismo racional. Y en el medio, alegría para empresarios que saben que con Sergio no corren riesgos de cuadernos indiscretos ni medidas transparentes. Siempre habrá una habitación en algún hotel de Puerto Madero con Tombolini parado en la puerta.

Es así, el peronismo se disfraza y vuelve a ser lo que siempre fue, una máquina de poder sin programa de país.

El desprecio por los propios que fue toda la comedieta de las candidaturas debería encender alguna luz roja no sólo en aquellos que fueron primero forzados a admitir que votarían a quien detestan (el celeste Manzur, amo y señor de la canilla que une al peronismo con las compañías farmacéuticas) para después ser forzados a admitir que votarían a quien detestan (Sergio Massa, amo y señor de la canilla que une al peronismo con casi cualquier empresario de los que pueblan la obra pública, la energía, los medios de comunicación).

Sabiendo que cuando se pelean, en realidad se están reproduciendo, la bolsa de gatos que es el peronismo saca uno para cada ocasión y allá van, los fanáticos de la secta dispuestos a grabarse con un pinzón en la panza el nombre que le digan.

No hay una sola regla que el peronismo respete.

No hay una sola institución que no desangren.

No sólo las estatales, claro.

Por eso salen a defender al peronismo los actores que cobran en euros sus participaciones en las series de las plataformas extranjeras; los escritores que viven pendiente del viajecito; los teatreros y músicos que se siguen llamando “independientes” aunque esperan ansiosos el subsidio peronista. Y si el subsidio no es peronista, es subsidio igual porque la conciencia progre de la oposición, no descansa; lo usan para denostar a aquellos que se lo dieron, justamente, porque no son peronistas. Y estarán también los cagatintas de las revistas progresistas con la mayor cantidad de esdrújulas por renglón, escritas así para que nadie entienda que son los mismos elogios que tienen los jingles de cumbia ante el caudillo feudal. El Tula que pasó por Puán, podría decirse. Es el mismo nivel de zalamería. Siempre claro, cualquier cosa, antes de que “gobierne la derecha”.

Lo que viene es un golpe de estado de cuatro años.

El peronismo no quiere un país.

Quiere peronismo.

Si para eso hay que llevarse puesto un país, y bueno.

Todo totalitarismo es así.

(Osvaldo Bazán / El Sol)

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