ARROJE LA PRIMERA PIEDRA

OPINIÓN

La inflación con la que convivimos hace 21 años ahora llega a 3 dígitos anuales

Por Nicolás Lucca

A valores actualizados, el salario mínimo de este 2023 es, en dólares, menos de la mitad del salario mínimo de diciembre de 2001.

Y por contener al dólar, no se lo contiene. No hay verdes ni para importaciones, mientras el ministro de Economía y semi presidente anunció una baja de aranceles a las automotrices para producir autos nuevos. Y para que no se le incendie el pago chico, que la mayoría de las fábricas están en el partido del que fue intendente. ¿Y cómo van a fabricar autos sin poder importar los insumos que no producimos? ¿Sale una nueva versión del Ford Taunus? ¿Un Volkswagen 1500?

Tampoco hay dólares para sostener al peso, ni para pagar deuda, ni para contener al dólar. No hay exportaciones por el capricho de contener al dólar y dejarlo libre nos arruinaría aún más. Son el espacio político surgido de un programa industrialista y no dejaron industria sin detonar en las últimas décadas. Ni una.

No hay un verde en el Gobierno que administra el país con mayor cantidad de dólares en manos privadas por fuera de los Estados Unidos. No, no es joda. Es un hecho. ¿Dónde están todos esos billetines? Huyen del Estado que despilfarró la mayor cantidad de dólares de ingresos extraordinarios y, en vez de dejarnos el paraíso de la infraestructura, dispararon un nuevo ejemplo de Mal Holandés.

Hemos alcanzado el triste récord inédito de la historia de la Argentina de acostumbrarnos a tener una tasa de empleo que compite con la de la pobreza: cada vez son más los trabajadores pobres. El trabajo dignifica, pero parece que nos gusta más comer cuatro veces al día, pagar un techo y llegar a fin de mes.

Murió el acceso al crédito. ¿Viste que muchas cosas parecen carísimas por la cantidad de ceros que acumulamos en los precios? Si las pasás a dólares están regaladas. Pero de remate, eh. Nuestro poder adquisitivo desapareció junto con las cuotas. Está barato, pero inaccesible. ¿Se te rompió el lavarropas o la heladera? Andá a mirar precios. Regalados. ¿Cuotas? Un pago. No podés comprarlo. Y ahí tenés a todos los services de reparaciones colapsados.

Otro muerto que falleció hace tanto que ya lo hemos olvidado es el crédito hipotecario. Hoy las familias no sueñan con la casa propia; sueñan con poder pagar el alquiler. La gente no sueña con poder cambiar el auto; sueña con poder pagar el service, que no aumente mucho el seguro o que las cubiertas tiren un cachito más.

Ya no hay marchas ciudadanas masivas. ¿Recordás que se llegó a marchar hasta en contra de la impunidad?

Estas semanas vivimos los máximos actos de impunidad de los últimos 40 años y no pasó nada. Primero el fiscal Marijuán se retira de la Ruta del Dinero. Nadie fue. La guita era contada, pesada y filmada para hacer documentales ficticios, no más. Luego, los titulares dijeron que “Casación anuló la causa contra Cristina Kirchner por usar el avión presidencial con fines personales”.

Lo usaba de flete, para mover muebles en una mudanza. Una mudanza en avión pagada con la nuestra en el país de los muertos de hambre. En realidad deberían haber titulado “Dos jueces más kirchneristas que militar la pobreza anularon la causa de la Jefa” pero, quizá, resultaba una falta de decoro. Es que hay mucho loufer, vio.

La inseguridad, la de verdad, ha llegado a niveles que asustarían a cualquier argentino de hace un par de lustros, y no pasa nada.

Lo primero que se me ocurre es que, ante este panorama, estamos todos en modo supervivencia, en modo alerta, con otras prioridades urgentes que tapan lo importante.

Con un escenario así, tras 130 mil muertos oficiales de una pandemia pésimamente administrada y que dejó secuelas nefastas, es de esperar que el gobierno tenga el boleto picado. De hecho, lo tenía. Y digo que lo tenía porque la dispersión del otro es más importante que el voto propio.

Del otro lado están todos con un medidor de peronismo en sangre del que no zafa casi nadie. Si nos ponemos a hilar fino, todos hemos metido a algún peronista perdido en alguna lista sábana sin importar el espacio al que votamos.

Claudio Poggi ganó en San Luis. Titulamos como “Histórico” que se le haya ganado a los Rodríguez Saá por primera vez. Adolfo fue a saludar al ganador. Denserio. Y Poggi pasó de ser ministro de Economía peronista de la gobernadora peronista Alicia Lemme a Jefe de Gabinete peronista del gobernador peronista Alberto Rodiguez Saá. Luego fue Gobernador Peronista hasta 2015. Ahora es de Juntos por el Cambio. ¿Desde cuándo? Desde 2016.

Es como cuando se dijo “Histórico, por primera vez pierde el MPN en Neuquén” y el ganador fue del MPN hasta tres minutos antes. Entiendo las ganas de los cambios de era, pero no hacemos nada solo con la voluntad oral.

En Mendoza se impuso Alfredo Cornejo, armador fundamental junto a Alberto Fernández del delirio de Néstor Kirchner y Julio Cobos para ese esperpento llamado Concertación Plural y que terminó con Cristina en la Presidencia. La ex opositora a Macri hasta 2013, Patricia Bullrich, se acercó a saludar el triunfo. ¿Larreta? Con Poggi.

No me gusta juzgar a las personas por sus cambios de pensamientos. Quien piense a los 40 exactamente lo mismo en todo lo que pensaba a los 30, desperdició una década. El que piense a los 60 exactamente lo mismo en todo lo que pensaba a los 20, desperdició una vida. Somos seres adaptativos. De hecho no somos siquiera los más fuertes de nuestra familia homínida, y acá estamos, en el dominio del mundo gracias a la mayor capacidad de adaptación del universo vivo. Adaptarse es cambiar, adaptarse es ceder, adaptarse es crecer, adaptarse es sobrevivir o morir.

Todos tenemos derecho a cambiar. Yo mismo pensaba de una forma radicalmente opuesta en determinados puntos de la sociedad a los 19 o 20 años. O hace tan solo una década. Pero leo, leo a más no poder incluso las cosas con las que no coincido. Y nunca jamás pedí un carnet de afiliación a una persona antes de trabar una amistad. En esos cambios uno comienza a aceptar cosas que le resultaban inconcebibles y a rechazar otras que eran parte del way of life.

Pero siempre me prometí no juzgar a otros por aún hacer lo que yo dejé cinco minutos antes. Cuando abandoné el tabaco no me puse a mirar con cara de desprecio a los fumadores, por poner un ejemplo sencillo. Yo lo dejé, fue mi elección. ¿Por qué castigar a los que son como era yo hasta ayer?

Sin embargo entramos en una era en la que el carpetazo está a la orden del día. Permanentemente. Personas que no resisten un mínimo archivo –como todos– le revolean fotos y frases a otros. No fotos de ayer, fotos de hace diez o quince años. Hay candidatos de Milei multimediáticos que militaron para Cristina y para Massa. ¿A quién van a correr con un archivo? Hay personas dentro de Juntos por el Cambio que calificaron de kirchnerismo de buenos modales al macrismo y otros que se opusieron a la quita de fueros de Cristina Fernández.

Ni siquiera Carrió se salva. No hace falta recordar que cuando se levantó del acto de Pino Solanas es porque, antes, estaba rosqueando con Pino Solanas. Desde 2003 dice que conoce a los Kirchner desde siempre por lo que era Santa Cruz. Pero en 1999 tenía una mesa compartida con Kirchner y Aníbal Ibarra. ¿Cómo puede contarle las costillas a otros?

No me pongo en guardián moral. A mí me revisan el historial de este mismo blog y seguramente encontrarán brutales inconsistencias. Y sí, van quince años. ¿Qué esperaban? Comencé con 26 años. Tengo 41. Era un millennial a la espera de un futuro, soy un cuarentón a la espera de un milagro. En mi adolescencia viví leyendo historia y ficción. En mis veinti me volqué a los ensayos políticos. Hoy no puedo vivir sin devorar libros de filosofía. Cambiamos, mutamos. Cosas que nos gustaban dejan de gustarnos y viceversa. Aprendemos a vivir viviendo.

Precisamente por eso es que estaría bueno abandonar el piedrazo y reservarlo para los que buscan destruir las vidas de otras personas con cuestiones privadas, con asuntos reales o inventados, con operetas. Eso no quiere decir que se acepte a cualquiera sin ningún tipo de problema.

Hace poco me preguntaba cuál es la diferencia entre que Juntos por el Cambio sume a Pichetto o sume a Schiaretti. ¿Es el peronismo? Desde el sector cercano a Larreta me dieron una explicación que disipó todas mis dudas: “Frente a las reformas necesarias a encarar en los primeros días de gobierno, necesitamos la mayor cantidad de votos a nuestro favor”. O sea que si Schiaretti no se suma, no les da los votos. Extorsión pura y dura disfrazada de ampliación del espacio. Si tan de acuerdo está Schiaretti con las reformas ¿no las puede votar igual? ¿Tiene sentido tamaño toma y daca?

A veces me pregunto si podemos darnos el lujo de la democracia en un país tan, pero tan detonado. Soy un hijo de la democracia, me crié en democracia, toda mi vida transcurrió en democracia. Y entiendo más que nadie a todos esos que en las encuestas dicen que la democracia no soluciona ninguno de sus problemas y, sin embargo, no imaginan otro sistema.

Como lujo me refiero a esto que vivimos por estos días. Que con el estado de situación que describí al inicio del texto, tengamos al país paralizado por la rosca más rancia, las peleas en todos los espacios mientras el oficialismo decide cambiarle el nombre a la falopa que nos enchufan hace décadas para la misma enfermedad. Frente Justicialista para la Liberación, Unidad Ciudadana, Frente para la Victoria, Frente de Todos. Hoy es Unión por la Patria. Unión, dicen. Unión. Con un embajador de Brasil que ejerce desde La Ñata, con un expresidente que solo participa en actos, con un ministro de Economía que se dedica a gestionar el hambre mientras sueña con una presidencia basada en el mérito de ser el más mejor. Unión.

Entonces el desastre de estos cuatro años no fue del kirchnerismo, fue del Frente de Todos. Golazo, una genialidad digna de una mente brillante. Y donde abunda el barro, brilla cualquier pedazo de vidrio.

Unidad, juntos, todos van por el mismo lado. Y cuando se leen las declaraciones, en todos los espacios, suena más justo llamarlo Aglutinamiento para el Poder, o el sinónimo que crean conveniente.

Se vienen tiempos mucho más duros que el presente. Sí, siempre puede ser peor aunque nada empeore. Porque cuando se está mal por demasiado tiempo, es un empeoramiento automático. Sigue vigente en mi cabeza el “esto también pasará”, pero se hace cada vez más lejano el umbral de salida. Está, se sale, pero a qué precio.

Por lo pronto no puedo más que ponerme en estúpidamente optimista. ¿Por qué? Porque no me ahogo nunca más en las noticias. Porque mi whatsapp no tiene más notificaciones que me intoxiquen con cosas que no puedo solucionar. Finalmente me sumé a la inmensa mayoría de los argentinos, esos que viven sus vidas sin estar pendientes las 24 horas de los resultados de los partidos del campeonato nacional por el Poder. Ese torneo que juegan unos cuantos por fines absolutamentes personales mientras el resto de la ciudadanía busca ser feliz aunque en la heladera quede un limón sin exprimir.

(Nicolás Lucca / Relato del PRESENTE)

Comentarios