PLANETA GILDO

OPINIÓN

Lloraba Marisa el 1 de septiembre de 2013 con una nenita en brazos y un chiquito de la mano, mientras dejaba grabada una frase fatal que le había dicho su hijito: “Mami, tengo hambre de agua”


Fue delante del periodista Rodrigo Alegre del programa PPT que había llegado hasta Pozo del Tigre, en la ruta 81, a 258 kilómetros de Formosa capital, donde mostraban que, como en todas las localidades de la ruta, no había agua.

No que por un desperfecto hubo un corte.

No.

Simplemente, no estaba previsto que los ciudadanos usasen agua.

Sí, claro, los formoseños de la zona pagaban el servicio, pero no lo tenían.

Lo que tenían eran tachos esperando la bendición de la lluvia; pozos infectos que provocaban diarreas; chiquitos descalzos recorriendo quilómetros para conseguirse unos litros de un líquido opaco, con verdín superficial y vaya uno a saber qué un poco más abajo.

Tan desgarrador fue el testimonio que Jorge Lanata, responsable del programa se juntó con varias ONG y decidieron hacer un pozo de agua para los pobladores del lugar.

El jueves 21 de noviembre de ese año comenzaron las obras, llegaron a cavar 10 metros. Esa misma noche el pozo apareció tapado con tierra, vidrios y ladrillos. La Fundación Essen, a cargo del trabajo, decidió dejar la obra por culpa de los aprietes, amenazas y persecuciones del gobierno local.

Ya en el momento en que habían hecho la nota, la casa del periodista local que había ayudado a la producción de PPT, Luis Fernández, había recibido una bomba molotov.

Los gobiernos locales formoseños no sólo no dan soluciones. Impiden que cualquier otro las dé. Son perros del hortelano que no quieren que se sepa que que salga agua de la canilla en el siglo XXI es posible.

Casi 10 años después, el 23 de enero de este año, los habitantes de Pozo del Tigre reciben este volante: “Parroquia Sagrado Corazón de Jesús. Pozo del Tigre (Formosa) NO TENEMOS AGUA EN NUESTRO PUEBLO Y PARAJES. Necesitamos de la ayuda de ustedes, para ofrecer a las familias, agua para beber. Si querés aportar, comunicate al 3716400793”.


Diez años, ninguna solución.

Algunos intendentes de la zona llenan camiones con agua de las represas, de ahí la llevan, sin potabilizar, hacia los ¿ciudadanos?

Muchas veces, desde la comodidad de los sillones de los grandes centros urbanos, algunos argentinos dicen: “Y bueno, si siguen votando a Insfrán, que se jodan”.

No saben que cuando llega el camión con agua sus habitantes reciben la amenaza: “Si en la escuela donde votás, pierde Gildo, no recibís más agua”.

Y ocurre.

Por supuesto, los habitantes de esas localidades no tienen ante quién denunciar el atropello. En el Planeta Gildo, la Policía es Gildo, los intendentes son Gildo, los empleados comunales son Gildo, gran parte de la prensa es Gildo, los matones son Gildo. En el Planeta Gildo, todo es Gildo.

Si los demás argentinos que contamos con servicios básicos y ciertos grados de democracia imperfecta, pero democracia al fin, seguimos hablando de las elecciones como si se realizasen en Escandinavia, no entendemos nada de lo que pasa.

Y terminamos culpando de la tiranía a sus esclavos.

Y lo que pasa es que te cambian el voto por unos tachos de agua sucia.

El Conicet no hay hecho ningún paper al respecto, pero queda claro que es más fácil hablar de libertad y democracia cuando de tu canilla sale agua. Ni siquiera agua apta para el consumo. Agua, nomás, aunque sea una substancia agusanada.

El gobierno de Gildo Insfrán no es incoloro, ni inodoro, ni insípido.

Es agua sucia.

Cuando hay.

Y no la merecés por el sólo hecho de haber nacido en Argentina.

Tenés que ganártela con un voto.

Claro que no es necesario ser un desharrapado del interior del monte para que Gildo haga sentir su peso desastrado.

La mañana del lunes 21 de enero de 2013 no sería una mañana más para el programa “Mano a Mano” de la Radio Fantasía de Formosa, conducido por Gabriel Hernández, ex intendente de la ciudad capital (1999-2003). Un oyente, sin que nadie en el programa lo hubiera pedido, sale al aire y cuestiona duramente un aspecto de la vida privada del gobernador Insfrán, en relación al desgraciado hecho de la muerte de su hijo, Gildo Miguel. Ni Hernández ni ningún otro participante del envío comentó algo sobre el llamado en cuestión y siguieron naturalmente con el programa.

Desconocían un dato que quizás los hubiese alertado: muy casualmente, tres días antes y sin ningún motivo, un alto funcionario del Poder Ejecutivo provincial se presentó en una escribanía y pidió que se grabase el programa, cinta que después fue usada como prueba por Gildo, quien querelló no sólo a Hernández, sino también a su esposa Paola Cóspito -co-conductora del programa que ese día estaba en Buenos Aires-, a Carlos González, director del diario gratuito “Opinión Ciudadana”, a César Orué de Radio 100.3 Fantasía, a Carlos Varela de radio La Corneta (estos tres por haber comentado en sus medios la polémica suscitada en la provincia por la llamada fatídica) y a la dueña de la radio donde se transmitía “Mano a mano”, Mercedes López.

Finalmente debieron pagar dos millones de pesos por la sentencia de la jueza Giselle Verónica Drovandi, quien para calcular el dinero de la indemnización fue… poco ecuánime, por decirlo sin ofender investiduras (esta gente se ofende fácilmente). Tuvo en cuenta “las condiciones personales” de Gildo, sin dejar de destacar, claro, que “gobierna desde ya hace muchos años de manera intachable por elección del voto popular del pueblo de la Provincia de Formosa”.

La idea era que los medios no abrieran sus micrófonos a los oyentes y tanto Hernández como su esposa fueron condenados por no haber dicho nada. Quizás la esposa de Hernández dijo algo, pero como estaba en Buenos Aires, no se escuchó.

Igual, pague.

No era la primera vez que Gildo, el prepotente, exigía ser tratado con obediencia y genuflexión. Ya había ocurrido con los periodistas Hugo Agüero y Rubén Giménez.

Por supuesto, jamás la ponele que “justicia” formoseña se opone a los deseos de Gildo.

Lo raro es que Insfrán sea tan cuidadoso con lo que se dice sobre él pero tan poco viceversa cuando él es el emisor. Lo saben los porteños a quienes recientemente trató de “reverendos hijos de su madre”, o cuando en noviembre de este año trató de “retrasada mental” a María Eugenia Vidal.

Por suerte, cuando Gildo insultaba a Vidal, en primera fila lo observaba Juan Cabandié, el ilusorio ministro de ambiente y coso que, fiel a su prédica por la igualdad de los géneros, aplaudió sonriendo.

Ninguna de todas esas chicas emocionadas hasta el charquito al aplaudir al “Presidente Alberta” se enteró que Gildo le dijo a la Hermana Lina Salinas, rectora del Colegio Santa Teresita de Las Lomitas: “Yo sé que usted tiene algunas víboras entre sus docentes porque leo. Usted, calme sus ovejas”. Estaba enojado Gildo porque algunas docentes se habían quejado por la lentitud que mostraban los trabajos de construcción en el colegio.

Tampoco ninguna de esas chicas que se tragaron las cinco temporadas de la truculenta serie “El Cuento de la Criada” e idolatran a su autora Margaret Atwood, movieron un dedo cuando se enteraron que en marzo del ’21, 86 chicas embarazadas se escondían en el monte formoseño, escapando del Estado Gildista que las obligaba a parir, las separaban de sus hijos recién nacidos y les implantaba, con violencia y sin su consentimiento, un chip para esterilizarla.

El pañuelo verde sabe de silencios convenientes.

Al mismo momento que las chicas balbuceaban su historia de terror en la televisión, la entonces ministra Gómez Alcorta tuiteaba: “Participé del conversatorio de ‘violencia por motivos de género con perspectiva indígena del INAI’. Quienes llevamos adelante el diseño y la implementación de políticas púbicas tenemos la obligación de escuchar las voces históricamente invisibilizadas de los pueblos indígenas”.


El hecho de que la situación fuese difundida por el enemigo funcional, el grupo Clarín, les alcanzó y sobró para no decir una palabra. Ni una.

Si hubo algún momento en donde brilló el autoritarismo y la ignorancia del gobernador inacabable fue en pandemia.

Su accionar -quizás emocionado por recordar su paso juvenil por la juventud maoísta- harían morir de envidia a Xi Jinping y su política de todos adentro todo el tiempo para siempre.

Llegó a haber -según admitió en su momento el ministro de gobierno de Gildo, Jorge González- casi 5000 personas esperando meses para entrar a la provincia. Recuerdo: cifras oficiales.

El Puente Libertad, sobre el Río Bermejo, la puerta de entrada a Formosa desde Chaco fue clausurado. Cientos de personas -en general de muy escasos recursos- quedaron varados durante meses, a la intemperie, bebiendo agua del río, alimentándose con lo que la caridad les daba.

Ninguna respuesta.

Cuando el 26 de octubre del ’20 pregunté por televisión a la entonces titular del INADI, Victoria Donda qué pensaba de la situación, mostró un desconocimiento total del asunto. Estaba muy preocupada con la acaudalada terrateniente Dolores Etchevere y sus problemas hereditarios. Insistí entonces sobre qué debían hacer esas mujeres que dormían al costado de la ruta durante meses sin ningún tipo de atención. Su respuesta fue dejar los teléfonos del INADI para que manden un wasap.

Tampoco sabía la funcionaria la odisea del joven Mauro Ledesma de 23 años, que había ocurrido 15 días antes. El muchacho, desesperado después de meses de intentar entrar a la provincia para ver a su esposa y su hijita, quiso cruzar a nado el Bermejo y se ahogó.

Gildo jamás habló del caso.

Según Human Rights Watch, el gobierno de Formosa utilizó medidas abusivas e insalubres. 24.000 personas fueron obligadas a permanecer confinadas en centros de aislamiento, muchas por mucho más de 14 días, algo así como una detención arbitraria, con condiciones insalubres, sin ventilación ni atención médica.

Zunilda Gómez estaba embarazada el 19 de diciembre del ’20 cuando la policía la encerró junto a sus tres hijos. El 5 de enero del ’21 desesperada, pidió a su hijita que se trepara a la ventana para pedir ayuda. La policía la llevó al hospital, sola. Sus tres chicos quedaron encerrados.

Zunilda tuvo un aborto espontáneo.

Su marido que estaba en otro centro de aislamiento, a 120 kilómetros de allí, sólo se enteró de la triste noticia porque un familiar lo llamó por teléfono.

Hubo marchas y protestas en la capital, acalladas violentamente por la policía.

La ex ministra de seguridad Sabrina Fredreric fue clarita: “Es ejemplar la lucha de Gildo contra la pandemia”.

No fue original.

Más temprano que tarde, todo peronista exalta a Gildo. Juan Manzur lisonjeó “el pueblo de Formosa tiene un gran gobernador”; Eduardo “Wado” de Pedro ensalzó “la administración de Gildo es una de las mejores del país”; CFK exaltó “el gobernador puso todo lo que tenía que poner para poner a Formosa en el entramado nacional”; Felipe Solá halagó “Formosa es una ejemplo para la Argentina”; Facundo Moyano aduló la “enorme capacidad de gestión de Insfrán”; Sergio Berni ensalzó “la importancia que Gildo le da a la salud, a la educación y sobre todo a la inclusión social”, Guillermo Moreno celebró “Gildo es el mejor gobernador de la Argentina”. Claro que en el ranking figuran alto el subsecretario de cultura de Formosa, Jorge Santander, que lo comparó con San Martín y el ex presidente Alberto Fernández que directamente dijo que Gildo es uno de los mejores seres humanos.

¿Qué elogian los peronistas cuando elogian a Gildo?

Datos oficiales.

La provincia tiene, históricamente, la tasa de mortalidad infantil más alta del país. Mientras que a nivel país la mortalidad materna es de 3,7 cada 10.000 niños nacidos vivos, en Formosa es de 14 mujeres. (Datos de 2018)

En 2022 la participación de Formosa en el contexto nacional de exportaciones es de 0,0. Exportó tan poco que no llega al 0,1 de todo lo que exporta el país.

Está en el último lugar del ranking de densidad empresarial, que mide la cantidad de empresas y organizaciones por cada millón de habitantes.

La provincia aporta el 1% al PBI nacional y recibe el 4% de ese PBI.

El 4,1% de la población es analfabeta.

Es la provincia con menor libertad económica de todo el país.

En 2021, los formoseños que en capital (la zona menos pobre de la provincia) estaban por debajo de la línea de indigencia eran el 8,6%; en 2022, el 13,2%. Un salto de 53% de indigentes en sólo un año. Lo mismo ocurrió con el porcentaje de pobres (siempre sólo en la capital, de lo demás, no hay datos). Saltó en un año un 40%, del 24,4% al 34,4%.

Tiene además uno de los salarios promedio más bajo del país, $53.000, según el INDEC.

En 2021, la capital provincial fue penúltima en el ranking de “Satisfacción y calidad de vida” entre 24 ciudades, de la consultora Solmoirago, sólo superada por otra ciudad peronista, Resistencia.

Hay en la provincia 26.900 trabajadores privados; 32.310 empleados públicos (sólo contando los del poder ejecutivo, entre planta permanente y personal temporario, sin policía, maestros, trabajadores de la salud, poder legislativo y judicial, según el presupuesto oficial); 94.446 trabajadores de la “economía popular”; 18.665 beneficiarios del Plan Potenciar Trabajo, 48.222 titulares de la tarjeta Alimentar y 48.212 beneficiarios de la AUH.

La provincia recibió per cápita $ 498.000 de dinero de la Nación, sólo por detrás de Tierra del Fuego y Catamarca.

Estos son datos oficiales nacionales. (*)

Los datos oficiales provinciales huelen a sospecha, más aún porque muchos informes dados por el portal oficial del gobierno provincial, Argenfor, provienen de Politiké, una consultora del economista y asesor de la jefatura de gabinete de Gildo, Adrián Muracciole.

Según una investigación del colega Leonardo Fernández Acosta, Politiké no existe, no está registrada, no tiene CUIT ni responsable inscripto, es sólo una página web que fue registrada en junio del 22 por el propio Adrián Muracciole.

No hay escritor argentino que caracterice a Gildo como Roa Bastos hizo en “Yo el supremo” con José Gaspar Rodríguez, o como hizo Alejo Carpentier en “El recurso del método” con Gerardo Machado o que hable de la época de Insfrán como Vargas Llosa en “Conversación en la Catedral” sobre los años del general Odría.

Nuestros escritores consagrados, populistas sin público, adoran al peronismo embrutecedor.

Aplauso o silencio, no recibe otra cosa Gildo Insfrán de intelectuales y artistas nacionales.

Entró en el Estado con la dictadura en 1978.

Hace 45 años.

Fue vicegobernador desde 1987 a 1995, y desde ahí gobernador. Hace 28 años.

El fallo de la Corte suprema que suspendió las elecciones en Tucumán y San Juan dice claramente que las constituciones provinciales no pueden “violar el principio republicano de gobierno contemplado en la Constitución Nacional, que exige la periodicidad en los cargos públicos.”

Hace 24 años que la constitución formoseña viola ese principio.

Aunque parezcan eternos, hasta los planetas tienen un último día.

Planeta Gildo, cada vez más cerca del final.

(Osvaldo Bazán / El Sol / Con la colaboración desde Formosa del periodista Fernando López)

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