LA MEJOR AMIGA DEL SEÑOR JOSÉ ANTONIO

EDITORIAL

Yo quería escribir sobre esas cosas que nos atormentan a los ciudadanos comunes, digamos, sobre cuestiones inmediatas como la inflación y la inseguridad


Por Walter R. Quinteros

El señor José Antonio tiene 67 años, es solo, vive solo y ahora anda en esas cosas de la política. Nadie sabe por qué. Pero el tipo es ahora dueño del sello de su partido. Se lo ganó solo. 

Yo quería escribir sobre esas cosas que nos atormentan a los ciudadanos comunes, digamos, sobre cuestiones inmediatas como la inflación y la inseguridad.

O, tal vez, sobre un futuro mejor para todos, como la educación y el trabajo, cosas a las que el señor José Antonio siempre hace referencia, porque él dice que esas cosas siempre van a contribuir al crecimiento económico, al bienestar social y al progreso de la ciudad donde vive.

Lo encontré tomando un café en la vereda de un bar que ya lleva 9 meses rota por la inutilidad de los gobernantes locales. 

Tenía los ojos llorosos, pero aún así, me hablaba sobre esas cosas de que la inserción laboral y la educación siempre estarán estrechamente relacionadas. "Van de la mano", dice. 

Le dije que quería escribir sobre eso, quería conocer su pensamiento y el señor José Antonio, —amable como es—, abre su agenda y me muestra sus anotaciones.

"Cuando hay una educación de calidad, eso le proporciona un montón de habilidades y conocimientos al alumnado que les serán necesarios —me dice—, para acceder a empleos que les serán bien remunerados". 

Y —con datos y estadísticas anotados casi desprolijamente en hojas salteadas pero bien marcadas—, agrega que "nosotros, los que hacemos política desde las mesas de los bares, somos los que debemos avanzar en propuestas claras, concretas y eficientes para lograr algo serio, no como esta manga de sinvergüenzas que nos gobiernan y que nos han llevado a la pobreza y la indigencia. Por eso nuestros chicos se nos van". 

Yo, que quería escribir sobre esas cosas para mi columna del domingo le digo que creo, que hay una propuesta o una idea o que se está implementando algo así como la "educación dual" que es la inserción laboral mientras estudia. 

El señor José Antonio deja de leer su agenda, me mira con sus ojos tristes. Lo noto compungido.

— Mire, entonces habría que modificar la Ley de Contrato de Trabajo. Aquí el problema son las leyes. Aquí debe haber acuerdos entre empleados y empleadores, que es lo que busco.

— Ah, claro.

— Si usted logra con sus artículos en el diario que los canallas de la política modifiquen las leyes para favorecer a uno que estudia y que ingresará al sistema formal de empleo, también ellos deberán favorecer al otro, para que no tenga que andar pagando indemnizaciones ni cosas raras que asfixian a los empleadores. 

— Todo es política...

— Si, pero los políticos no entienden estas cosas, ellos solo hacen asistencialismo y populismo con dinero ajeno.

— Bueno, voy a escribir sobre eso, pero ¿Y usted cómo anda don José Antonio?

— Como los "muchachitos" de las películas de antes, así ando. Esquivando las flechas de los indios, las balas de los alemanes y de los japoneses. Peleando con los animales salvajes. Buscando un oasis en el desierto, Solo. Mal herido, pero contando las estrellas en las noches.

— Me refiero a la política...

— No, eso me causa gracia. Mire, desde que estoy en esto han tratado de derribarme. A ellos les incomoda que venga alguien y les diga verdades, eso les molesta. Pero los he unido. Todos juntos me quieren sacar del medio. Me inventan historias, fíjese que ahora tengo hasta dos o tres vidas que ni yo sabía que existían. Chismes baratos y rumores que hacen restregar las manos de mis abogados para llevarlos a la Justicia. 

— ¿Algo le preocupa?

— Si, es algo muy íntimo, hoy una nena cumple siete añitos, la tuve en mis brazos a los pocos minutos de nacer, prácticamente creció conmigo, le enseñé algunos juegos que yo jugaba en mi infancia, mire, hasta decir malas palabras creo que le enseñé. Nos hicimos grandes amigos. Pero la vida es así. Los padres parecen haber olvidado eso. No estoy invitado a su cumpleaños.

— Lo mismo vaya don José Antonio, ¿no dice que es su mejor amiga?

— Si, siempre para mí lo será. Pero mire, mire mi portafolios, está lleno de folletos que debo entregar caminando por las calles con mis propuestas, y mis propuestas hablan sobre trabajo, educación, salud, para que los chicos no se nos vayan. Para formarlos y educarlos aquí. Para que, los que fuimos abuelos de corazón, no nos quedemos solos, sin verlos. Para que no nos dejen más solos de lo que estamos. Ése será mi regalo para ella, y para todos nuestros niños.



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