¿Y LA DIGNIDAD DEL ELECTOR?

OPINIÓN

Desde siempre creo, los políticos han practicado el arte de la compra del voto

Por Walter R. Quinteros

Hoy en día sus "incentivos" van desde las bebidas alcohólicas junto al choripán, locro, o empanadas, como al bolsón con alimentos, electrodomésticos y hasta dinero en efectivo. 

Esta práctica corrupta surge a partir de ciertas condiciones específicas y normalmente prospera en personas y circunstancias que dificultan particularmente su erradicación.

Hace unos días escuché una frase inquietante: "Voy a a votar al que mejor se ponga en dinero".

¿A esa barbaridad nos han llevado?

Los partidos nuevos que últimamente nos constituimos, nos movilizamos ante la expectativa de las próximas elecciones que se celebrarán sin lugar para esas prácticas nefastas.

Entonces no tenemos para las dádivas. Menos para los gastos en términos de propaganda y en los medios de comunicación mercenarios.

Eso si, tenemos en claro una ideología, una forma de vida, respeto al ciudadano.

¿Pero alcanza para que el votante pueda distinguir?

No importa, aún así, a la competencia la haremos feroz. 

Estamos decididos a conseguir que nuestro partido se encuentre entre los primeros en entrar en la consideración del electorado con las armas simples del boca a boca, con franqueza, con las propuestas claras.

Los otros, los que ya tienen estructura, saldrán a comprar votos, como viene ocurriendo desde tiempos inmemorables.

La compra de votos no sólo tiene lugar durante las transiciones democráticas. También se da que cuando los partidos políticos no consiguen aprobar un proyecto, o postular a alguien para un cargo, por ejemplo, y entonces viene una "negociación". Es lo mismo.

¿Cómo se llama eso?

Llámele corrupción. Pero también es falta de lealtad para con su propio partido y sus ideales.

Y eso ocurre siempre.

A medida que el tiempo pasa, la compra de votos puede convertirse en un fenómeno difícil de erradicar. 

Los ciudadanos, sobre todo los más pobres y los más marginados, pueden llegar a considerar que el pago de dinero en efectivo antes de las elecciones es lo único que consiguen de un gobierno que saben, será ineficaz. Algo es algo, dirán.

Puede que lleguen incluso a depender de ese donativo para paliar un infortunio. Puede que, como algunos medios locales, esperen este acontecimiento electoral como una tabla económicamente salvadora.

El resultado es que se produce un círculo vicioso. 

Paradójicamente, aquellos que más sufren de la corrupción se convierten en los que tienen menos probabilidades de oponerse a ella y demandar reformas.

¿Y cuál fue el primer partido político que puso este "mecanismo" en marcha en esta ciudad?

Saber eso, tiene su importancia.

¿Se respeta la Ley 19.945?

¿Alguna Ley Argentina contempla el despido inmediato mediante sanciones administrativas de los políticos sorprendidos en la práctica de ofrecer regalos preelectorales?

¿Habrá un político que presente un proyecto con la clara iniciativa que contribuya a disminuir la compra de votos?

¿No es mejor un debate entre candidatos?

En síntesis, generar estos cambios en las "costumbres" de muchos políticos, pasarían un poco por lo cultural, por la memoria de los incumplimientos de sus promesas anteriores.

Debemos terminar con estas ilegalidades que desvirtúan la voluntad popular.

Anteponer la libertad y la dignidad de los electores, será tarea nuestra.




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