SALUDEN A LAS COMIDAS TRADICIONALES DE SEMANA SANTA QUE SE VAN

EDITORIAL

En esta Semana Santa, la inflación y la escasez de productos hacen que sigamos consumiendo lo que se pueda

Por Walter R. Quinteros

Es como que a cualquiera de nosotros, que sabemos más de fútbol que los directores técnicos, nos vengan a decir que el índice de inflación es tanto. Nosotros sabemos que no. Que es mucho más.

Ellos parecen que están locos. Nosotros, los que caminamos como Indiana Jones cazando los precios perdidos entre las góndolas, sabemos que nos mienten. 

Creo que no es necesario mostrar números ni explicar demasiado esta problemática. Nos basta con mirar los precios de hoy, compararlos con los de ayer y de imaginarnos los de mañana en cada producto.

Los que más sufren este flagelo, lamentablemente, son aquellas familias que están más abajo de la temida línea roja de la pobreza y los que se ven obligados a vivir el día a día, buscando precios para llevar la comida a la mesa.

Subió todo. Los alimentos básicos y tradicionales de esta festividad que es la más sagrada del calendario litúrgico cristiano, se hacen inalcanzables. El Gobierno nacional, nada ha aportado con sus "controles de precios" y su plan estrella de "precios cuidados".

Tanto ellos, fracasados y desorientados en sus políticas erradas y nefastas, se mantienen con su escasa voluntad de resolver el problema de fondo. 

Los expertos en materia económica, que somos nosotros, como lo somos de técnicos expertos en fútbol cuando vemos un partido por la televisión, decimos hacé esto, hacé esto otro. Pero no. Ellos con sueldos magníficos en sus bolsillos dicen que se las saben a todas.

Los que se creen cráneos arrogantes en economía y están en el gobierno, recurren a la renovación del programa para fijar precios en algunos productos. Más de lo mismo.

Entonces les señalamos que además de la poca creatividad con que nos asombran, les gritamos que no se les cae una idea. Pero ellos insisten y vuelven a emplear el mismo nombre y la misma fórmula desastrosa.

No nos queda otra.

Saludemos al pescado en su paso para los carritos de quienes pueden pagar para consumirlo en esta Semana Santa. Miremos como un objeto inalcanzable una latita de atún. Ni hablar del famoso huevo, ni de la rosca tradicional. Fueron.

Los muchachos que están detrás del mostrador o los cajeros de un supermercado nos aducirán que, por la naturaleza del producto y, como podremos observar, estos vienen de "afuera", que son importados, que no se fabrican ni enlatan en la Argentina, y están siendo afectados por la limitación de importaciones. 

Lo dicen ellos porque lo saben mejor que los cráneos del gobierno que insisten en aplicar impuestos a las importaciones y hablarnos de acuerdos en precios justos.

Clara muestra que no se le cae una idea a este gobierno.

En resumen:
Los que no tuvieron capacidad de ahorro y no pudieron guardar nada. 
Los que viven el día a día por el infortunio de vivir en un país sin políticas adecuadas. 
Los que en la celebración de Semana Santa, acostumbraban consumir pescado.
Levanten sus manos y saluden a las comidas tradicionales que se van.
Diosito se va a quedar piola.
Hasta eso, nos quitan.

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